Los virus de la B, C y D son responsables de más del 95% de las muertes por hepatitis

La OMS ha fijado como objetivo la eliminación de la hepatitis para el año 2030. Los esfuerzos globales priorizan la eliminación de las infecciones causadas por los virus de las hepatitis B, C y D.

Cribado de Hepatitis C en personas sin hogar en Sevilla. Foto (AEHVE)
Cribado de Hepatitis C en personas sin hogar en Sevilla. Foto (AEHVE)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como objetivo eliminar la hepatitis en 2030. Este 28 de julio, con motivo del Día Mundial de la Hepatitis, la agencia de salud de la ONU centra su atención en la necesidad de acercar la atención de la hepatitis a las comunidades y los centros de Atención Primaria para que las personas cuenten con un mejor acceso al tratamiento y la atención médica, sin importar el tipo de hepatitis que puedan tener.  

En la actualidad, el mundo se enfrenta a un nuevo brote de infecciones agudas de hepatitis de origen desconocido que afecta a niños y jóvenes. La comunidad científica internacional se encuentra trabajando para comprender la causa de esta infección que no parece guardar relación con ninguno de los cinco tipos de virus de la hepatitis que se conocen hasta el momento, y sobre los que vamos a profundizar a lo largo de estas líneas: A, B, C, D y E.

Hepatitis A

Se trata de una inflamación del hígado que puede causar una enfermedad e leve a grave. El virus de la hepatitis A se transmite a través de la ingesta de alimentos y agua contaminados o por el contacto con una persona infectada.

La mayoría de las personas afectadas se recuperan completamente y adquieren inmunidad de por vida. La OMS recuerda que un pequeño porcentaje de los infectados puede fallecer de forma fulminante como consecuencia de la infección, cuyo riesgo se asocia a la falta de agua potable y sistemas deficientes de saneamientos.

Se cuenta con una vacuna que ha demostrado su seguridad y eficacia en la prevención de la hepatitis A.

Hepatitis B

La hepatitis B es una infección viral que ataca al hígado y que puede derivar en una enfermedad aguda y/o crónica. Las estimaciones de la OMS indican que en 2019 más de 296 millones de personas vivían con una infección crónica por hepatitis B, causando ese año alrededor de 820.000 muertes, en su mayoría por cirrosis o carcinoma hepatocelular. Cada año se producen más de un millón y medio de nuevos casos.

El mundo se enfrenta a un nuevo brote de infecciones agudas de hepatitis de origen desconocido que afecta a niños y jóvenes. La comunidad científica internacional se encuentra trabajando para comprender la causa de esta infección que no parece guardar relación con ninguno de los cinco tipos de virus de la hepatitis que se conocen hasta el momento

Si hablamos de los mecanismos de transmisión, el virus se transmite con mayor frecuencia de madre a hijo durante el parto, además de mediante el contacto con sangre o fluidos corporales durante las relaciones sexuales con una persona infectada.

Se cuenta con una vacuna que ha demostrado su seguridad y eficacia ofreciendo una protección del 98-100%. La prevención de la hepatitis B evita el desarrollo de las complicaciones asociadas a la enfermedad como las enfermedades crónicas y el cáncer de hígado.

Alrededor del 1% de las personas que viven con la infección por el virus de la hepatitis B (2,7 millones de personas) también están infectadas por el VIH. Por el contrario, la prevalencia mundial de la infección por el virus de la hepatitis B en personas infectadas por el VIH es del 7,4%. Razón por la que la OMS recomienda desde el año 2015 el tratamiento de todas las personas diagnosticadas con VIH, independientemente de la etapa en la que se encuentre la enfermedad.

Hepatitis C

La infección por el virus de la hepatitis C puede causar una enfermedad tanto aguda como crónica, cuya gravedad varía desde una enfermedad leve hasta una enfermedad grave de por vida que incluye cirrosis hepática y cáncer.

Se trata de un virus transmitido por la sangre y la mayoría de los casos se producen por la exposición a sangre derivadas de de prácticas de inyección inseguras, atención médica de baja calidad, transfusiones de sangre que no ha sido analizada, uso de drogas inyectables y prácticas sexuales que conducen a la exposición a la sangre.

Los datos comunicados por la OMS indican que, a nivel global, alrededor de 58 millones de personas tienen una infección crónica por el virus de la hepatitis C, con un incremento de 1,5 millones de nuevas infecciones cada año. En 2019 la OMS estimó que el virus de la hepatitis C provocó más de 290.000 muertes, en su mayoría por cirrosis y carcinoma hepatocelular.

El uso de medicamentos antivirales permite curar más del 95% de las infecciones, pero el acceso tanto a los tratamientos como al diagnóstico temprano es bajo, especialmente en los países de medios y bajos ingresos. Por el momento, no se cuenta con una vacuna efectiva contra la hepatitis C.

Hepatitis D

El virus de la hepatitis D requiere del virus de la hepatitis B para poder replicarse, el virus de la hepatitis D afecta a nivel global a casi el 5% de las personas afectadas por el virus de la hepatitis B.

La infección por el virus de la hepatitis D se produce en personas que se infectan de forma simultánea con los virus de la hepatitis B y D, produciéndose una coinfección. También pueden contraer hepatitis D tras haber sido infectadas por el virus de la hepatitis B.

La combinación de hepatitis B y D está considerada como la forma de hepatitis viral crónica más grave como consecuencia de su rápida progresión hacia la muerte debido a complicaciones en el hígado y el carcinoma hepatocelular

A nivel global se ha logrado reducir el número de infecciones por el virus de la hepatitis D desde la década de 1980 gracias a los esfuerzos globales en materia de vacunación contra el virus de la hepatitis B. en el caso de España se ha experimentado un repunte de los casos con una prevalencia de alrededor del 5%, después de considerarse prácticamente extinta tras afectar en la década de 1990 a casi el 20% de los paciente que tenían hepatitis B.

La combinación de hepatitis B y D está considerada como la forma de hepatitis viral crónica más grave como consecuencia de su rápida progresión hacia la muerte debido a complicaciones en el hígado y el carcinoma hepatocelular.

La OMS enfatiza en que la hepatitis D puede prevenirse mediante la vacunación contra el virus de la hepatitis B, pero critica que las tasas del tratamiento son actualmente bajas.

Hepatitis E

La OMS estima que cada año se producen en todo el mundo más de 20 millones de infecciones por el virus de la hepatitis E, con alrededor de 3,3 millones de casos sintomáticos. En 2015 provocó más de 44.000 fallecidos lo que se traduce en una letalidad del 3,3%.

La vía de transmisión del virus de la hepatitis E es fecal-oral, principalmente a través de agua contaminada. Se ha desarrollado una vacuna para prevenir la infección por el virus de la hepatitis E que se encuentra actualmente autorizada en China.

ELIMINACIÓN DE LA HEPATITIS PARA 2030

La OMS ha fijado como objetivo la eliminación de la hepatitis para el año 2030. Los esfuerzos globales priorizan la eliminación de las infecciones causadas por los virus de las hepatitis B, C y D, siendo estos tres tipos los responsables de más del 95% de las muertes que se producen a nivel global como consecuencia de la hepatitis.

Entre los objetivos fijados por la OMS para alcanzar esta meta, destacan:

  • Reducir las nuevas infecciones de hepatitis B y C en un 90%.
  • Reducir las muertes relacionadas con la hepatitis por cirrosis hepática y cáncer en un 65%.
  • Asegurar que al menos el 90% de las personas con el virus de la hepatitis B y C sean diagnosticadas.
  • Al menos el 80% de los elegibles reciben el tratamiento adecuado.
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