Las ciudades constituyen el principal núcleo de riesgo de transmisión de enfermedades vectoriales

El aumento de las zonas urbanas provoca la pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas naturales que, sumado al cambio climático, favorecen el desplazamiento de especies animales y enfermedades infecciosas.

Ciudad de Nueva York, Estados Unidos (Foto. Pexels)
Ciudad de Nueva York, Estados Unidos (Foto. Pexels)
Ángel Luis Jiménez
5 agosto 2022 | 13:00 h

Una zoonosis es una enfermedad infecciosa que ha pasado de un animal al ser humano. Hasta el momento, se han clasificado más de 200 tipos y se erigen como uno de los grandes riesgos para la salud pública a nivel global al representar un elevado porcentaje de todas las enfermedades infecciosas que se han identificado recientemente (alrededor del 60%).

La estrecha interacción entre seres humanos y animales, así como las actividades comerciales, la movilización de personas y animales, el incremento de las poblaciones de las áreas urbanas y el cambio climático favorecen el surgimiento y rápida diseminación de estas enfermedades. El último ejemplo a gran escala del que hemos sido testigos ha sido el SARS-CoV-2.

La preocupante fotografía que observamos sitúa a las ciudades como uno de los principales focos de transmisión de las enfermedades vectoriales: aquellas que son producidas por una gran variedad de agentes infecciosos como bacterias, virus y parásitos.

La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Animal (Anecpla) exponía recientemente que los mosquitos, las garrapatas y los roedores son los principales vectores de transmisión de enfermedades con potencial pandémico a nivel global y, las ciudades, se han convertido en su principal foco de desarrollo y expansión.

“No existen enfermedades estancas acotadas en determinadas zonas del planeta. Las aves pueden llevar consigo en sus migraciones vectores como por ejemplo las garrapatas, transmisores de graves enfermedades, a lugares muy lejanos de su punto de partida en muy poco espacio de tiempo. Y ahora mismo, con el calentamiento global, muchos de estos vectores son capaces de sobrevivir y reproducirse en latitudes que hace unos años era impensable”, explicaba Javier Lucientes, catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza en el encuentro “Organismos de riesgo para la Salud Pública”, organizado por Anecpla y la Plataforma Española One Health.

En los últimos años España ha sido testigo de un aumento de los casos de fiebre hemorrágica Crimea-Congo, enfermedad tropical transmitida por garrapatas. Estas se han convertido en un creciente riesgo para la salud pública en nuestro país como demuestra el dato de que en los últimos 15 años se han triplicado las hospitalizaciones por la enfermedad de Lyme, patología infecciosa transmitida por las garrapatas.

Además, en España se han identificado los tres géneros de garrapatas transmisoras de la fiebre exantemática mediterránea. El reservorio y el vector son garrapatas de la familia Ixodidae, principalmente Rhipicephalus sanguineus, aunque hay otras especies con capacidad vectorial. El hospedador habitual es el perro, aunque pueden ser otros mamíferos.

“En la zona de la picadura se pude producir una lesión ulcerosa con centro necrótico y aureola eritematosa, denominada "mancha negra". A partir de la puerta de entrada, la infección produce una vasculitis, cuadro febril con síntomas pseudogripales, linfadenopatías y exantema. Generalmente es leve aunque puede haber formas graves según factores de riesgo”, explican desde el Instituto de Salud Carlos III.

"El cambio climático no solo aumenta el número de vectores, sino que acelera la actividad de los virus, patógenos o bacterias una vez han entrado en contacto con nuestro organismo"

“El cambio climático no solo aumenta el número de vectores, sino que acelera la actividad de los virus, patógenos o bacterias una vez han entrado en contacto con nuestro organismo. Tenemos dos problemas ante esta situación. Uno que el virus transmita el patógeno y otro que el patógeno no esté en España, pero al venir se ha transmitido como ha sucedido con la fiebre del virus del Nilo. Nosotros no teníamos esta enfermedad en España, pero llegó a través de la migración de aves, nuestro mosquito común cogió el virus e inició su transmisión”, explicaba a este medioJorge Galván, director general de Anecpla, alertando sobre la posibilidad de que la mosca negra, especie endémica en España y muy extendida que no es vector de ninguna enfermedad, pueda convertirse en transmisora de la oncocercosis, como ha sucedido en algunas regiones de África y América Latina.

Si hablamos de los roedores, “es más que posible que el número de roedores supere al de sus ciudadanos en muchos de los núcleos urbanos de todo el mundo”, afirmaba en el referido encuentro Márius V. Fuentes, de la Universidad de Valencia.

LA IMPORTANCIA DE LA PLANIFICACIÓN URBANA

Un reciente análisis centrado en papel de la planificación urbana desde una perspectiva de la salud publicado por PLOS Climate, pone de manifiesto el rápido incremento de los riesgos para la salud en las grandes urbes. Las olas de calor extremo, los incendios, las sequías, las inundaciones, las precipitaciones extremas y los altos niveles de contaminación han sido señalados por los expertos como grandes problemas sanitarios en las crecientes zonas urbanas.

El aumento de las zonas urbanas y el crecimiento continuo de las metrópolis se traduce además en la pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas naturales que, sumados al cambio climático, favorecen el desplazamiento de especies animales y enfermedades infecciosas a zonas en las que no son consideradas como endémicas.

“Se prevé que la constante urbanización convertirá a las ciudades en epicentros de propagación de enfermedades, en particular, enfermedades transmitidas por vectores”

Caldos de cultivo perfectos para la diseminación de enfermedades infecciosas por lo que los responsables del comentado análisis piden a los gobiernos actuar ya para adaptar las grandes ciudades a las necesidades climáticas y preservar la salud de sus poblaciones. “Se prevé que la constante urbanización convertirá a las ciudades en epicentros de propagación de enfermedades, en particular, enfermedades transmitidas por vectores”, ha alertado la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Las enfermedades infecciosas, entre ellas la Covid-19, la tuberculosis, el dengue y la diarrea se propagan en entornos de pobreza y hacinamiento y guardan estrecha relación con las viviendas insalubres y la gestión deficiente de los residuos y los servicios de saneamiento. La mala gestión de los residuos urbanos propicia la transmisión de enfermedades tales como las provocadas por los virus de zika y del ébola”, añade la agencia de salud de la ONU.

La OMS denuncia que, si bien la urbanización puede conllevar beneficios sanitarios y económicos, el rápido desarrollo de las ciudades que estamos viviendo en muchos países sin la planificación adecuada, tiene efectos para la salud social y medioambiental y eleva los riesgos sanitarios para las poblaciones más vulnerables y con menos recursos.

Un escenario ante el que los gobiernos apuestan por enfoque “One Health”. Aunar la salud humana, animal y el medioambiente como un conjunto indisoluble e interrelacionado que permita afrontar con éxito los desafíos de salud pública actuales y estar preparados ante los futuros.

Las ciudades requieren ya de una adaptación para preservar la salud. La OMS ha estimado que el 75% de las enfermedades que se van a producir en los próximos años, tanto emergentes como reemergentes, tendrán un origen zoonótico por lo que el SARS-CoV-2  no será la última pandemia a la que la humanidad tendrá que hacer frente en el horizonte más próximo.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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