Investigan la resistencia a fármacos inhibidores del PARP en el tratamiento de cáncer de ovario

El tumor de ovario es, en la actualidad, la primera causa de muerte de cáncer ginecológico y el quinto tumor más frecuente en las mujeres en el mundo occidental.

Grupo cáncer de ovario (Foto. ConSalud)
Grupo cáncer de ovario (Foto. ConSalud)
CS
7 mayo 2021 | 10:30 h

El Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, del Hospital Clínico de Valencia, está desarrollando un proyecto que tiene como objetivo evaluar las razones por las que las pacientes con cáncer de ovario acaban haciéndose resistentes a los fármacos inhibidores del PARP, a pesar de los beneficios iniciales que estos generan en el tratamiento de este tipo de tumor, tras la aplicación de quimioterapia.

El punto débil de las células de cáncer de ovario es su defecto para reparar el ADN, una función necesaria para que el tumor pueda sobrevivir. Una de las pocas proteínas funcionantes que le queda al tumor para esta reparación es PARP. Los inhibidores de PARP inhiben (es decir, inactivan) PARP provocando que, al quedarse sin proteínas reparadoras, la célula tumoral muera.

Los fármacos inhibidores del PARP son una medicación oral que ha permitido alcanzar unas tasas muy elevadas de control de este tumor y han revolucionado el manejo del cáncer de ovario. Sin embargo, antes o después, la gran mayoría de pacientes acaban haciéndose resistentes a ellos y dejan, por lo tanto, de obtener los beneficios de este tratamiento.

El punto débil de las células de cáncer de ovario es su defecto para reparar el ADN, una función necesaria para que el tumor pueda sobrevivir

La investigación de INCLIVA analiza, en líneas celulares y en el plasma de las pacientes expuestas a tratamientos contra el cáncer de ovario, los cambios en la vía de las auroras kinasas -un tipo de proteínas que regulan la capacidad de una célula maligna para dividirse- y su impacto en la generación de resistencias a los inhibidores de PARP y a la quimioterapia. Para su desarrollo, ya se ha iniciado el reclutamiento de las pacientes y se están realizando los experimentos con líneas celulares.

Los responsables del proyecto son el doctor Alejandro Pérez-Fidalgo, oncólogo médico, miembro del Grupo de Investigación en Desarrollos Diagnósticos y Terapéuticos Innovadores en Tumores Sólidos de INCLIVA y del Grupo de Tumores Ginecológicos de la European Society of Medical Oncology, coordinador del Comité Científico del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario y profesor asociado de la Universidad de Valencia; y la doctora Begoña Pineda, investigadora postdoctoral y profesora asociada de Fisiología de la Universidad de Valencia.

SOBRE EL CÁNCER DE OVARIO

El Día Mundial del Cáncer de Ovario, que se celebra el 8 de mayo, recuerda la importante lacra que supone esta enfermedad y la necesidad de continuar el esfuerzo en investigación contra esta patología.

El tumor de ovario es, en la actualidad, la primera causa de muerte de cáncer ginecológico y el quinto tumor más frecuente en las mujeres en el mundo occidental. Es un cáncer de elevada letalidad, al que con frecuencia se alude como ‘el asesino silencioso’, ya que, debido a que sus síntomas son mínimos e inespecíficos, resulta muy difícil de sospechar que una paciente lo está desarrollando y se le diagnostica de forma muy tardía, cuando ya suele estar muy avanzado.

El tumor de ovario es, en la actualidad, la primera causa de muerte de cáncer ginecológico y el quinto tumor más frecuente en las mujeres en el mundo occidental

Cada año se diagnostican en España 3.500 casos de cáncer de ovario. Alrededor de un 15%-20% son de origen hereditario, y, en estos casos, el diagnóstico ocurre en mujeres de entre 30 y 40 años, grupo de edad temprana en el que se centra especialmente la investigación de INCLIVA, con el fin de mejorar sus tratamientos y su calidad de vida.

Las pacientes diagnosticadas con esta enfermedad tienen que someterse a agresivas intervenciones y reciben tratamientos con quimioterapia que las expone a efectos secundarios muy importantes como la alopecia o caída del cabello, las náuseas o la disminución de las defensas.

En la gran mayoría de los casos, la cirugía no permite conservar la fertilidad, por lo que algunas pacientes no pueden continuar con sus deseos de ser madres tras la intervención y experimentan las consecuencias de una menopausia temprana inducida por la intervención quirúrgica.

El impacto socioeconómico de esta enfermedad es, además, muy elevado, con una alta incidencia en años potenciales de vida perdidos y una disminución de la calidad de vida, como consecuencia de las secuelas del tratamiento, que dificultan la reincorporación a la vida laboral normal.  

A pesar de su repercusión, la inversión en investigación en cáncer de ovario es muy baja en comparación con otros tumores, al no ser un cáncer visibilizado por la sociedad.

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