Los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen peor calidad de vida que los enfermos de cáncer

El Instituto Max Weber, Cardioalianza y Novartis presentan el estudio ‘Valor social de un abordaje ideal de la insuficiencia cardíaca', un trabajo de análisis, investigación y propuestas de mejora en el manejo de esta patología que sufren en España casi 1,5 millones de personas.

De izquierda a derecha:   Nicolás Manito,  Maite San Saturnino, María Merino, y  Emilio Casariego
De izquierda a derecha: Nicolás Manito, Maite San Saturnino, María Merino, y Emilio Casariego
CS
26 abril 2017 | 13:00 h
Cada euro invertido en un modelo óptimo en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca (IC) tendría un retorno social de 3,5 euros. Es una de las conclusiones del estudio Valor social de un abordaje ideal de la insuficiencia cardiaca, impulsado conjuntamente por el Instituto Max Weber, la asociación de pacientes Cardioalianza y la compañía farmacéutica Novartis, que más han reiterado sus impulsores durante su presentación. La investigación evalúa tanto el impacto en la calidad de vida de los pacientes como en los procesos asistenciales y en la gestión de los recursos sanitarios, destacando su alta incidencia: afecta a más del 6% de la población española (cifra que se incrementa hasta el 16% en los mayores de 75 años) y la incidencia ha aumentado en un 33% de 2000 a 2007.

La IC afecta a más del 6% de la población española y la incidencia ha aumentado en un 33%
La labor analítica ha permitido a los especialistas detectar las necesidades no cubiertas y plantear ese modelo ideal de abordaje de la IC, materializando las conclusiones en 28 propuestas prioritarias de mejora en las diferentes áreas involucradas en el manejo de la patología, desde los pacientes a los cuidadores pasando por los profesionales y la administración.

CARGA SOCIAL Y ECONÓMICA

El doctor Nicolás Manito, presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) entre 2012 y 2014 y jefe clínico de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante Cardiaco del Hospital Universitario de Bellvitge, ha manifestado la alta carga que supone la insuficiencia cardiaca en la sociedad, una enfermedad crónica que ha calificado de “epidemia universal”, debido en gran parte al envejecimiento de la población y a los hábitos no saludables. “La patología produce un profundo deterioro de la vida del paciente, mermando las capacidades físicas y limitando la autonomía e independencia para llevar a cabo las actividades cotidianas”. En este sentido, el doctor ha resaltado que los enfermos con insuficiencia cardiaca tienen, según los estudios, una calidad de vida peor que las personas con cáncer, diabetes o ictus. “Esta situación repercute directamente en el entorno, cuyos familiares y amigos se ven obligados a asumir el papel de cuidador”, añade.

Si se tienen en cuenta los términos económicos, la repercusión de la insuficiencia cardiaca también es elevada para el Sistema Nacional de Salud. “En España, ocasiona más de 100.000 ingresos hospitalarios al año, con estancias prolongadas (más de 8 días de media)”, recalca Manito. También representa el 2% de las urgencias y el 10% de la mortalidad anual. “Todo ello se traduce en unos costes que superan los 2.500 millones de euros, es decir, el 2% del gasto sanitario”. Influye, además, que sea una patología que afecta sobre todo a personas de edad avanzada, por lo que es habitual que se acompañe de otras muchas patologías, hasta 5,3 de promedio. Como consecuencia, explica el especialista “se producen una elevada tasa de reingresos y visitas a diferencias profesionales”.

RETORNO SOCIAL

Valor social de un abordaje ideal de la insuficiencia cardíaca, ha sido confeccionado atendiendo a la metodología Social ROI. La coordinadora de Proyectos de Resultados en Salud del Instituto Max Weber, María Merino, aclara que “esta herramienta permite analizar, contextualizar y cuantificar el impacto del nuevo enfoque asistencial del síndrome, lo que podría facilitar la toma de decisiones que contribuyan a maximizar el valor social de la inversión de recursos sanitarios”. Para ello, se ha realizado una encuesta a 558 pacientes para conocer la afectación de la IC en el plano físico, emocional, social y laboral, cuyo cuestionario incluía un subcuestionario dirigido al cuidador informal, en caso de existir. Otra fuente de información ha sido un comité de expertos conformado por las principales especialidades médicas implicadas en la atención de la IC (cardiología, medicina interna, geriatría, medicina comunitaria), así como por especialistas en enfermería, pacientes, cuidadores, asociaciones y gestores sanitarios”.

Al considerar el abordaje ideal de la patología como un todo, entendiendo las distintas áreas (urgencias, atención primaria, cardiología, medicina interna…) de manera global y no de forma aislada, el retorno social que se obtendría con la fórmula planteada por el estudio, explica Merino “sería de 3,52 euros, y en todos los casos el paciente sería el principal beneficiado”. Algunas de las actuaciones que plantean son la optimización de la historia clínica digital y del uso de la receta electrónica, una mayor rapidez en el acceso al ecocardiograma en los servicios de urgencias hospitalarias y atención primaria, el fomento de la precocidad en la visita a los diferentes especialistas e incremento de las visitas domiciliarias tras el alta hospitalaria, la implantación de unidades de rehabilitación cardíaca o el desarrollo de programas de apoyo psicológico y emocional, educación sanitaria y reorientación profesional dirigidos al paciente y sus cuidadores.

ABORDAJE CENTRADO EN EL PACIENTE

El consenso de un grupo multidisciplinar de expertos ha permitido detectar los puntos críticos de la cadena asistencial de los pacientes y establecer las propuestas de mejora. El presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) entre 2014 y 2016 y jefe de servicio de Medicina Interna del Complejo Hospitalario de Lugo Emilio Casariego, que junto Nicolás Manito ha formado parte de este comité, ha expresado la importancia de enfocar la insuficiencia cardiaca como una patología en la que intervienen múltiples especialidades de forma simultánea. “La mayoría de los enfermos con IC son pluripatológicos y requieren la atención de diferentes profesionales : médicos de urgencias, médicos de atención primaria, cardiólogos, internistas, enfermeros, psicólogos, geriatras, etc. Es muy necesario que todos los especialistas intervengan de forma alineada y pongan su trabajo en común para optimizar la gestión de los recursos destinados a estos pacientes y ofrecer una asistencia integral”.

La patología produce un profundo deterioro de la vida del paciente, mermando las capacidades físicas y limitando la autonomía e independencia
Según el médico, “la metodología Social ROI ha permitido establecer las claves para definir, desde una óptica multidisciplinar, una fórmula capaz de dar solución a las carencias del enfoque actual. Este nuevo abordaje debe implicar y coordinar a todos los y maximizar el valor social de la inversión mejorando el estado de salud y la calidad de vida de pacientes y cuidadores”.

Por su parte, la presidenta de la asociación de pacientes Cardioalianza, Maite San Saturnino, ha puesto de relieve el papel central que tiene el paciente en todo este proceso. Por ello, “resulta fundamental conocer a fondo las implicaciones que tiene la patología en las diferentes esferas de su vida. La encuesta ha sido un instrumento muy revelador que ha ayudado a esclarecer, entre otros datos, que cerca del 90% de los pacientes presenta comorbilidades, con una media de 2,3 enfermedades concomitantes, siendo la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia y la diabetes las más prevalentes”. En cuanto a las dimensiones más afectadas en el día a día, San Saturnino indica que “los encuestados señalaron las relativas al dolor o malestar, la pérdida de movilidad y el deterioro psicológico y emocional. Asimismo, el cuestionario dirigido a los cuidadores, quienes son los grandes coprotagonistas en este estudio, ha puesto de manifiesto el importante desgaste físico y mental que experimentan, así como una percepción de su salud más negativa y una mayor predisposición al desarrollo de depresión y ansiedad”.

San Saturnino ha concluido afirmando que “este trabajo nos ha permitido aproximarnos a la situación real de estas personas y plantear las intervenciones pertinentes para dar respuesta a las necesidades no cubiertas. Ahora nos enfrentamos al reto de poner en práctica este modelo de abordaje ideal”.


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