La naturaleza es inteligente y creó dos pulmones y dos riñones. Los dos órganos encargados de limpiar nuestro cuerpo, fundamental para seguir viviendo, están duplicados. Si uno falla el otro puede seguir funcionando y los pacientes, aunque sin una calidad de vida del 100% y con necesidad de mayores cuidados, pueden seguir con su día a día, trabajar, crear una familia, salir con amigos…
Pero además, no solo nuestro cuerpo se ajusta para poder mantenernos con vida, sino que es capaz de ocupar el espacio que quede libre. Así, si falta una parte del hígado, un riñón, un pulmón… el resto de órganos se agrandan para ocupar ese espacio. Una reacción normal del cuerpo que tras 50 años le ha ocurrido a la periodista Pilar Eyre y que no dudó en compartirlo en sus redes sociales. “Simbólicamente ha sido un chute de energía”, cuenta por teléfono a Consalud.es.
"Al final la única solución era quitarlo porque si no me habría afectado al otro pulmón”, explica
Pilar Eyre contrajo tuberculosis a los 20 años. Esta enfermedad respiratoria la desarrollan el 10% de las personas que se infectan por la bacteria causante y en la mayor parte de los casos se cura con un tratamiento con fármacos antituberculosos durante unos seis o nueve meses. Sin embargo, hay casos de resistencia en los que los tratamientos duran años o no terminan de funcionar. “Mi pulmón izquierdo no reaccionaba a los fármacos. Estuve dos años tomando la medicación. Al final la única solución era quitarlo porque si no me habría afectado al otro pulmón”, explica.
A los 20 años se quedó con un solo pulmón y con seguimiento médico para ver cómo evolucionaba. Pruebas de oxígeno, espirometría y TACs durante todos este tiempo. En estos 50 años no había sufrido ningún cambio, el pulmón que le quedaba seguía funcionando, tenía una capacidad pulmonar del 52% y había seguido su vida de periodista (horarios raros, muchos viajes, pocas opciones de dormir) con las pautas de vida que tenía que llevar para tener la mejor calidad de vida dada su situación. Nada había cambiado en este tiempo hasta el último resultado del TAC.
“Hacía siete años del último TAC, en este tiempo he pasado la Covid-19. Por suerte no tuve neumonía, me hubiera muerto. Yo no tengo rueda de recambio”. Con estas premisas llegó a la consulta del neumólogo que miraba muy concentrado los resultados de la prueba. “Me dijo que mi pulmón se había extendido y que había pasado el esternón, empujando el corazón hacia el brazo e instalándose en parte del hueco que había dejado el otro pulmón”.
“He sido periodista pero he intentado hacer ejercicio diariamente allá donde iba”
Tras medio siglo su pulmón se había modificado, no ha supuesto un aumento de la capacidad pulmonar, porque tiene los mismos alveolos, pero sí que ha significado un cambio en su ánimo. “Mi doctor me dijo que esto quería decir que mi pulmón tiene muchas ganas de vivir, como yo”.
CLAVES PARA VIVIR CON UN PULMÓN
Cuenta Pilar Eyre que su neumólogo dice que ella y otro paciente, un bombero también con un único pulmón, son sus héroes, capaces de llevar una vida normal y especialmente agitada por sus profesiones pese a la limitación que podría suponer la falta de un pulmón. “He sido periodista pero he intentado hacer ejercicio diariamente allá donde iba”. De esta forma recuerda que hacía ejercicios físicos y de respiración en la habitación del hotel, en los pasillos del AVE o en la zona entre los vagones de los trenes.
En su casa está prohibido que cualquiera de sus invitados fumen y cuenta con un respirón en su habitación. “Es importante seguir ciertas pautas de vida como no fumar, hacer ejercicios respiratorios y todos los días gimnasia, y mantenerse delgada. Un coche con un motor más pequeño no puede ser grande o corpulento”, señala.