Y es que según comenta el Dr. Cisterna, esta interacción que se mantiene principalmente a través del nervio vago y que se denomina eje cerebro-microbiota intestinal, “podría ser considerada fundamental en la génesis de diferentes disfunciones o alteraciones del sistema nervioso central. Esto, se debe a que algunos de los productos que están relacionados con el sistema gastrointestinal pueden ser neuropatogénicos”.
ACTIVIDAD BACTERIANA

En este sentido, el presidente de AMYS declara que la microbiota intestinal, a través de este tipo de cambios que se generan a nivel intestinal y llegan al cerebro a través del nervio vago, “podría afectar al desarrollo y funcionalidad del cerebro” debido a que se produce la “secreción de varias neurotrofinas y proteínas tales como el factor neurotrófico cerebral (BDNF), la sinaptofisina y la densidad postsináptica (PSD).
EXPERIMENTACIÓN ANIMAL
Hasta el momento, este tipo de evidencias sobre la conexión cerebro intestino se han basado en la experimentación animal, sobretodo en ratones. Así, apunta el Dr. Cisterna, es posible entablar relación entre la microbiota intestinal y la aparición de cuadros como la enfermedad de Parkinson o de otra naturaleza como la ansiedad o la depresión.
En definitiva, culmina Ramón Cisterna, la implicación de la neurociencia con la microbiología “va tomando forma en los últimos años” con motivo de la “influencia que determinados tipos de microbiota podrían influenciar en algunos aspectos de nuestro comportamiento”.
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