“La temporalidad es claramente mayor en la sanidad pública que en la privada y es mayor para cualquier grupo de edad”, recordó Juan Simó, médico de familia del Centro de salud Rochapea, Navarra, durante unas jornadas organizadas por la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria. No obstante, aunque la sanidad privada, que da empleo a 245.000 profesionales, según el último informe del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), ofrezca contratos de mayor duración, también se caracteriza por ofrecer más empleos a jornada parcial que a jornada completa, según el estudio de CC.OO., algo que, en parte, se explica porque muchos médicos trabajan al mismo tiempo para la sanidad privada y para la pública, lo que impide que se hagan jornadas laborales completas por las dos vías.

Esto hace que, si nos atenemos a los asalariados con contrato indefinido a tiempo completo (no parcial) en este caso el porcentaje es mayor en el ámbito público (un 69,1%), que en el sector privado (un 65,6%).
Para Simó, las causas de las diferencias entre ambos sistemas sanitarios están claros: “Los gobiernos autonómicos y el central gastan miles de millones de euros en incentivar el empleo indefinido en la empresa privada. A lo mejor, deberían incentivar también a los gerentes de la sanidad pública por cada contrato que de temporal pase a indefinido”. El problema, señala, “es que, como por arte de magia, cuando el incentivo se acaba el contrato formalmente indefinido pasa de nuevo a temporal. Pese a ello, en la sanidad privada se ha conseguido reducir la temporalidad respecto de 2002 mientras que en la sanidad pública se ha conseguido incrementar”. Todo ello supone, para el profesional, una “vergüenza para un Sistema Nacional de Salud cuyos máximos responsables afirman que sus profesionales son el mejor activo del sistema”.
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