Estar 30 minutos al aire libre a diario reduce a la mitad el riesgo de esclerosis múltiple en niños

Un nuevo estudio publicado en la revista 'Neurology' asegura que tener el hábito de tomar el aire durante 30 minutos al día previene el riesgo de padecer esclerosis múltiple en menores y adultos jóvenes.

30 minutos al aire libre a diario reduce a la mitad el riesgo de esclerosis múltiple (Foto. Freepik)
30 minutos al aire libre a diario reduce a la mitad el riesgo de esclerosis múltiple (Foto. Freepik)
9 diciembre 2021 | 16:35 h

Un nuevo estudio sugiere que los niños, adolescentes y adultos jóvenes que pasan más tiempo al aire libre durante los meses de verano y viven en zonas que los exponen a mayores cantidades de luz ultravioleta tienen un menor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple (EM) cuando son niños, según publica los investigadores en 'Neurology', la revista médica de la Academia Americana de Neurología.

Aunque es poco frecuente, la EM puede desarrollarse en los niños, aunque la mayoría de las personas empiezan a tener síntomas de la enfermedad entre los 20 y los 50 años. El estudio también descubrió que aquellos que se exponían más al sol durante su primer año de vida también tenían menos probabilidades de padecer EM.

"Orientar sobre las mejores cantidades de exposición a la luz solar y sopesar los beneficios frente a los riesgos es un reto", apunta la autora del estudio, la doctora Emmanuelle Waubant, de la Universidad de California en San Francisco y miembro de la Academia Americana de Neurología.  "Descubrimos que pasar entre una y dos horas diarias al aire libre proporcionaba el mayor beneficio, pero pasar tan sólo 30 minutos diarios al aire libre puede reducir el riesgo de EM aproximadamente a la mitad".

"Es importante tener en cuenta que un exceso de exposición al sol sin protección también tiene riesgos"

En el estudio, que no prueba que la exposición al sol prevenga la EM, pero muestra una asociación según puntualizan los investigadores, participaron 332 personas con EM que habían padecido la enfermedad durante una media de siete meses. Se les emparejó con 534 personas de edad y sexo similares que no tenían EM. La edad de los participantes oscilaba entre los tres y los 22 años.

La exposición al sol se midió como el tiempo que pasaban al aire libre, el uso de protección solarcomo sombrero, ropa y protector solar, además de la cantidad de exposición a la luz ultravioleta según el lugar donde vivían los participantes al nacer y en el momento del estudio. Los niños o sus padres o tutores respondieron a un cuestionario sobre el tiempo que pasaban diariamente al aire libre a distintas edades y en el último año.

En el verano anterior al estudio, el 19% de los participantes con EM dijeron que pasaban menos de 30 minutos al aire libre, en comparación con el 6% de los que no tenían EM. Y el 18% de los participantes con EM pasaba de una a dos horas al aire libre, frente al 25% de los que no tenían EM.

Tras ajustar la exposición al humo, el sexo y otros factores que podrían afectar al riesgo de EM, los investigadores descubrieron que las personas que pasaban una media de entre 30 minutos y una hora al aire libre diariamente en el verano anterior al estudio tenían un 52% menos de posibilidades de padecer EM en comparación con los que pasaban una media de menos de 30 minutos al aire libre diariamente.

Los que pasaban más tiempo al aire libre de media, entre una y dos horas, tenían un 81% menos de probabilidades de padecer EM que los que pasaban una media de menos de 30 minutos diarios al aire libre

"Es importante tener en cuenta que un exceso de exposición al sol sin protección también tiene riesgos, y nuestro estudio descubrió que pasar dos horas o más al aire libre diariamente no redujo más el riesgo de EM en comparación con una o dos horas", señala Waubant.

Pasar más tiempo al aire libre durante el primer año de vida se asoció a una menor probabilidad de padecer EM. Los investigadores descubrieron que la ubicación también era importante.

La mayor intensidad de la luz solar en el lugar de residencia de los participantes se asoció a una menor probabilidad de padecer EM. Por ejemplo, los investigadores estiman que alguien que vive en Florida tiene un 21% menos de probabilidades de padecer EM en comparación con alguien que vive en Nueva York.

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