Los médicos de Barcelona plantan cara a las mentiras sobre las vacunas

El Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) ha publicado un documento que busca arrojar luz sobre la eficia de la inmunización y poner sobre la mesa el peligro de las noticias falsas en una cuestión de salud pública.

Vacunas (Foto. Pixabay)
Vacunas (Foto. Pixabay)

El Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) ha publicado este miércoles 'Desmontando fakes sobre vacunas', un documento que busca arrojar luz sobre la eficia de la inmunización y poner sobre la mesa el peligro de las noticias falsas en una cuestión de salud pública.

LAS VACUNAS CONTIENEN SUSTANCIAS TÓXICAS

Falso. Tal y como recuerda la coporación, las vacunas son los fármacos sometidos a más control por parte de las agencias reguladoras de los medicamentos. Algunas vacunas llevan componentes, como la gelatina o la neomicina, que en raras ocasiones pueden provocar reacciones alérgicas a personas susceptibles. El riesgo de presentar una reacción alérgica grave a una vacuna es muy bajo (un caso por cada millón de vacunados).

LAS VACUNAS CAUSAN AUTISMO

Falso. En 1998, Andrew Wakefield et al. publicaron en la revista The Lancet un artículo que asociaba la vacuna triple vírica (sarampión-rubeola-parotiditis) con el autismo. Esta asociación nunca ha sido demostrada por ningún estudio posterior; al contrario, todas las evidencias científicas actuales permiten rechazar esta asociación. Posteriormente, quedó demostrado que los resultados del estudio de Wakefield eran erróneos y obedecían a intereses económicos. Por este motivo, en 2004, diez de los doce autores del artículo original publicaron otro artículo en The Lancet en el que se retractaban de las conclusiones del artículo original.

En 2004, diez de los doce autores del artículo original publicaron otro artículo en The Lancet en el que se retractaban de las conclusiones del artículo original

LAS VACUNAS DESENCADENAN ENFERMEDADES CRÓNICAS Y ALERGÍAS

Falso. No hay ninguna evidencia científica que demuestre que una vacuna haya sido la causa o el desencadenante de una enfermedad crónica. Tampoco hay ninguna evidencia científica que demuestre que las vacunas provoquen o empeoren enfermedades alérgicas, como el asma o el eczema.

LOS EFECTOS ADVERSOS DE LAS VACUNAS A MENUDO SE SILENCIAN

Falso. La seguridad es uno de los objetivos principales de los programas de vacunación. Todas las vacunas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos que deben superar para ser aprobadas y siguen siendo evaluadas regularmente una vez comercializadas (vigilancia postcomercialización). Los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica tienen la obligación de declarar las sospechas de reacciones adversas de las que tengan conocimiento. Los ciudadanos también pueden declararlas directamente.

LA DISMINUCIÓN DE LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS NO SE DEBE A LAS VACUNAS, SINO A OTRAS MEJORAS

Falso. Con la vacunación se evitan más de 35.000 casos anuales de enfermedades que afectaban a los niños en Cataluña hace tan solo 30 años. Sin duda, las mejoras socioeconómicas han tenido un impacto directo sobre las enfermedades transmisibles. No obstante, si se analiza la incidencia de muchas enfermedades infecciosas a lo largo de los años, no hay ninguna duda del impacto directo y significativo que han tenido las vacunas.

Las vacunas protegen frente a enfermedades que pueden ser graves, tener complicaciones y secuelas importantes, o, incluso, causar la muerte

LAS ENFERMEDADES PARA LAS QUE NOS VACUNAMOS SON BENIGNAS

Falso. Las vacunas protegen frente a enfermedades que pueden ser graves, tener complicaciones y secuelas importantes, o, incluso, causar la muerte. Las personas que no se vacunan no solo ponen en peligro su salud, sino que pueden transmitir la enfermedad a otras personas vulnerables, como los bebés, las personas mayores y los pacientes inmunodeprimidos, que tienen un riesgo más alto de sufrir complicaciones graves

DETRÁS DE LAS RECOMENDACIONES VACUNALES SE ESCONDEN INTERESES ECONÓMICOS

Falso. Los profesionales sanitarios deben regirse por el Código Deontológico, según el cual: "El deber del médico es prestar atención preferente a la salud del paciente, atención que en ninguna circunstancia no será interferida por motivaciones religiosas, ideológicas, políticas, económicas, de raza, sexo, nacionalidad, condición social o personal del paciente, ni por el temor de un posible contagio del médico". Esto es lo que debe ser el interés primario de su actuación, tanto cuando trata a un paciente, como cuando imparte docencia en cursos, reuniones y/o congresos

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