El agua es la vida

CS
Son muchos los hábitos higiénico-sanitarios que tenemos interiorizados en nuestra cultura Occidental, bien por haberlos aprendido de nuestros mayores, bien por haberlos adquirido de nuestros semejantes. El caso es que no les damos especial importancia y, sin embargo, no somos conscientes de que en otras culturas, en otras civilizaciones, su ausencia cuesta la vida de millones de personas cada año.

"Este gesto, absolutamente ingenuo, infeliz, habitual… resulta imposible en muchos lugares del planeta"
¡Cuántas veces no nos decían de pequeños aquello de “no dejes el grifo abierto”! Ya de mayores somos nosotros quienes se lo decimos a nuestros hijos, quizá por aquello de que todo se hereda. Más allá de un descuido, ni entonces unos éramos conscientes como parece que tampoco lo fueran ahora los otros, del derroche, porque sabíamos que podíamos abrir un grifo en nuestra casa y que saliera agua corriente, sana, depurada, potable, etcétera.

Este gesto, absolutamente ingenuo, infeliz, habitual… resulta imposible en muchos lugares del planeta, sencillamente porque no llega el agua y no llega en muchos casos porque no la hay. La sequía es endémica y harían falta infraestructuras ciclópeas para dotar a cada esquina de nuestro planeta tierrade un recurso tan natural como es el agua.


Gracias al agua vivimos, no en vano el 80% de nuestro cuerpo es agua. A nivel particular, nos aseamos cada día, nos duchamos, nos lavamos los dientes, limpiamos los alimentos de impurezas, lavamos nuestra ropa y fregamos nuestros suelos y utensilios para comer, sin olvidar la prioritaria, la que bebemos.

Pero también gracias al agua expelemos nuestros residuos líquidos y sólidos y, sin tener contacto físico con ellos, los evacuamos a una red de alcantarillado, donde también fluyen por el mismo medio hasta depuradoras que sanean los vertidos.

"No derrochen un bien tan preciado que, en otras latitudes, es más codiciado que el oro y tan escaso como la lealtad o el honor"
A nivel global, el agua ayuda a limpiar nuestras calles, a regar nuestros parques y estadios, nos sirve como ocio en piscinas, adorna nuestras fuentes, apaga los fuegos, etcétera. Si bien para muchas de las funciones anteriormente descritas podríamos encontrar sustitutivos de emergencia, sólo a efectos temporales, dependemos de este líquido elemento para vivir y su carencia planetaria garantizaría nuestra extinción, sin ningún lugar a dudas.

Pero no podemos ni debemos olvidar a tantos millones de seres humanos que viven privados de estos “lujos”, sólo porque no tienen agua corriente en decenas de millas a la redonda. Y pese a ello han aprendido a sobrevivir, si bien este concepto parece quedarse corto dadas sus extremas condiciones de vida. Ello limita extraordinariamente sus esperanzas yposibilidades de eso que en Occidente llamamos vida.

¿Saben cuántos millones de vidas se ahorrarían sólo con que las personas pudieran lavarse las manos para comer, pues no emplean otra herramienta que sus dedos sucios para llevarse los alimentos a la boca, con todas las infecciones mortales que conlleva? Qué habitual la imagen de cualquiera de nosotros, profesionales de la salud, lavándonos las manos antes de entrar en quirófano. Sin embargo, qué real sería que todos los seres humanos pudieran hacer lo mismo siempre que lo necesitaran, independientemente del lugar habitado.

Por higiene y por salud, piensen en sus semejantes más necesitados siempre que abran un grifo y no derrochen un bien tan preciado que, en otras latitudes, es más codiciado que el oro y tan escaso como la lealtad o el honor. El agua es vida; la necesitamos para la supervivencia; es de todos; no la malgastemos.

Alfonso Vidal
Jefe Unidad del Dolor Hospital Quirónsalud Sur de Alcorcón


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