Pero el riesgo de que se repita la arritmia que le bloqueó el corazón continúa, por lo que las doctoras Naiara Calvo y Teresa Olóriz, cardiólogas de la Unidad de Arritmias, le implantaron el desfibrilador, que reacciona inmediatamente si hay una alteración. Durante la misma intervención, se comprobó la capacidad del dispositivo de interrumpir automáticamente mediante una descarga de alta energía la misma arritmia que provocó la parada cardíaca. El hospital, puntero en este tipo de tratamientos, ya había utilizado esta tecnología subcutánea y extravascular con anterioridad en adultos, si bien es la primera vez que se implanta un dispositivo de esta complejidad a un niño.
Los desfibriladores son aparatos que detectan las arritmias (alteración del ritmo cardiaco) y las tratan con una descarga eléctrica que logra restablecer el ritmo cardiaco, devolviendo la frecuencia normal y evitando la muerte del paciente. Los desfibriladores convencionales constan de un generador de energía eléctrica que se coloca en el paciente bajo la clavícula, mediante una incisión lateral próxima a la axila. El generador está conectado a un cable que ha de introducirse hasta el corazón a través de una vena. Aunque el funcionamiento es similar, a diferencia de los convencionales el subcutáneo se implanta en su totalidad debajo de piel y de forma extravascular, sin necesidad de acceder hasta el corazón para monitorizar el ritmo cardíaco. Por tanto, se trata de una técnica menos invasiva que reduce las complicaciones.
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