Siete consejos frente a la "otitis de piscina"

Según la doctora María José Hernández García, responsable del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, la “otitis de piscina” es producida por el agua retenida, que junto con la temperatura interior del oído, crea un ambiente ideal para la proliferación de gérmenes, que consiguen atravesar la barrera cutánea al alterarse el manto lipídico de la piel, y provocar la infección. Por ello, el Servicio de Otorrinolaringología centro ha reunido una serie de pautas para prevenir la aparición de esta patología y plantear el tratamiento más adecuado.

PAUTAS

1. Secar bien el oído al salir de la piscina
Además, si se tiene la sensación de que se ha introducido agua en el canal auditivo del niño, utilizar un secador de pelo al llegar a casa.

2. Evitar los bastoncillos
Su uso debe limitarse a los pliegues externos de la oreja. Los bastoncillos pueden empujar hasta el interior del oído, el cerumen, que puede contener gérmenes e incluso llegar a provocar una rotura del tímpano.

3. Usar tapones en determinados casos
Es recomendable en niños propensos a la otitis que ya la han padecido otros años, en aquellos con drenajes como consecuencia de alguna intervención y en los que sufren patologías como la dermatitis.

4. Mantener el oído limpio
Evitar el exceso de cerumen en el canal auditivo.

5. No realizar zambullidas violentas ni bucear en exceso
Entrar en el agua de manera demasiado brusca favorece la entrada de agua en el canal auditivo y eleva el riesgo de otitis. También es importante tener en cuenta que cuando se está bajo el agua aumenta la presión y es más fácil que acabe entrando agua en el conducto auditivo.

6. Asegurarse de que el agua de la piscina cumple los requisitos de higiene
El riesgo de contraer otitis se eleva si el agua que entra en el conducto auditivo no tiene una higiene adecuada.

7. Los antibióticos, mejor en gotas
El tratamiento más habitual contra la otitis, junto con los analgésicos para el dolor, será el antibiótico, ya que en la mayoría de los casos la enfermedad tiene origen bacteriano. Es recomendable que el fármaco se administre en gotas depositadas en el oído, ya que accede mucho más rápido a la zona afectada que mediante el resto de vías.


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