Presente y futuro del “marcapasos” cerebral, el gran invento contra el párkinson

DBS es una técnica que envía impulsos eléctricos de alta frecuencia directamente al cerebro del paciente, paliando en muchos casos los síntomas del párkinson.

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18 junio 2016 | 00:03 h
Presente y futuro del “marcapasos” cerebral, el gran invento contra el párkinson
Presente y futuro del “marcapasos” cerebral, el gran invento contra el párkinson
En el año 2013, un vídeo de Youtube asombró a gran parte de la comunidad internauta, acumulando millones de visitas. En dicho vídeo, Andrew Johnson, neozelandés afectado de párkinson”, en un estado muy avanzado de la enfermedad, era capaz de detener completamente los temblores de su cuerpo solamente con pulsar un botón de un pequeño dispositivo. ¿Qué tecnología hacía esto posible? Se trataba de DBS, la terapia que en las últimas décadas ha cambiado la vida de muchos enfermos y que el pasado 9 de junio le valió a su descubridor, el neurocirujano francés Alim-Louis Benabid, el premio de Investigación de la Oficina Europea de Patentes.

DBS, cuyas siglas en inglés se refieren a Deep Brain Stimulation”(Estimulación Cerebral Profunda), es una técnica que, mediante la implantación de un dispositivo en la cabeza, envía impulsos eléctricos de alta frecuencia directamente al cerebro del paciente, paliando en muchos casos los síntomas del párkinson, así como de otras enfermedades neuronales.

Benabid descubrió el sistema casi por casualidad a finales de los 80, y desde entonces ha dedicado su carrera a perfeccionar una técnica que ha devuelto la autonomía a personas que eran prácticamente incapaces de valerse por sí mismas.


El hallazgo tuvo lugar específicamente en 1987 en el Hospital Universitario de Grenoble (Francia). El neurocirujano estaba realizando una operación en el cerebro a una persona que, a causa del párkinson, no paraba de agitarse. En concreto, Benabid trataba de eliminar un coágulo en el tálamo del paciente, y decidió administrarle un impulso eléctrico de baja frecuencia para intentar reducir sus movimientos y así disminuir las posibilidades de lesionarle sin querer, a sabiendas del riesgo existente de causarle una parálisis o dejarle en estado de calambre.

La gran sorpresa de Benabid fue que no hubo calambre ni parálisis, sino que el paciente, casi por arte de magia, dejó completamente de temblar. Aproximadamente 30 años después, el DBS es ya un tratamiento estándar en prácticamente todo el mundo y son más de 150.000 las personas que han experimentado sus beneficios.

CÓMO SE INSTALA Y SU FUNCIONAMIENTO

Una de las ventajas de este sistema es que acaba con la cirugía altamente invasiva y destructiva con la que en la primera mitad del Siglo XX se combatía la enfermedad de Parkinson, permitiendo que el tratamiento de esta enfermedad sea ahora totalmente reversible. Y asimismo, posibilita en muchos casos la reducción de la cantidad de medicamentos que ha de tomar el enfermo.

El marcapasos cerebral no frena la enfermedad del párkinson, la cual, actualmente, sigue sin tener cura alguna. Lo que hace este procedimiento es paliar los síntomas
El sistema DBS consta particularmente de tres componentes. En primer lugar se halla un electrodo que se coloca en el cerebro y que está constituido por cuatro cables aislados dispuestos en espiral. Después hay una extensión que, bajo la piel y pasando por el cuello, conecta el electrodo al tórax superior. Y por último encontramos el neuroestimulador, un pequeño dispositivo que es lo que llamamos “marcapasos” y que, implantado normalmente debajo de la clavícula, es el encargado de generar los impulsos eléctricos.

Es importante señalar que el marcapasos cerebral no frena la enfermedad del párkinson, la cual, actualmente, sigue sin tener cura alguna. Lo que hace este procedimiento es paliar los síntomas y, por tanto, en el momento en que la terapia se interrumpe, los citados síntomas siempre regresan. Es decir, el DBS no acaba con la enfermedad, pero sí mejora ostensiblemente la calidad de vida.



FRECUENCIA AJUSTABLE Y CERO SENSACIONES

La frecuencia de los estímulos eléctricos es completamente ajustable, y es el médico que trata al paciente quien determina los parámetros de esos estímulos, en función de las necesidades específicas del enfermo. Y es que también hay que destacar que los resultados de esta terapia no son siempre iguales en todas las personas y que incluso hay casos en los que no conviene administrar el tratamiento -es el médico quien decide cuándo y cómo-, el cual, asimismo, es complementario a los medicamentos que el paciente esté tomando y que, por supuesto, deberá seguir consumiendo.

Esta terapia no genera ninguna clase de sensación en la mayoría de casos, aunque sí existen personas que han experimentado breves hormigueos la primera vez que lo probaban
Igualmente, el dispositivo es fácil de quitar, por lo que en aquellas situaciones en las que el DBS no surte efecto, la terapia es completamente reversible; no como ocurría en los años 40, cuando se paliaban los temblores del párkinson extrayendo porciones del cerebro.

Aunque todavía no se ha podido demostrar a ciencia cierta el motivo, lo cierto es que esta terapia funciona y además no genera ninguna clase de sensación en la mayoría de casos, aunque sí existen personas que han experimentado breves hormigueos la primera vez que lo probaban.
Y en cuanto a posibles ruidos, el sistema DBS no emite ninguno, ya que su función, al igual que la de un marcapasos del corazón, es simplemente la de enviar impulsos eléctricos.

EL DBS Y SU EFECTIVIDAD EN OTRAS AFECCIONES

A pesar de todo lo conseguido, Benabid es consciente de que aún queda mucho por lograr en la lucha contra el párkinson, ya que hasta ahora la humanidad ha sido capaz de parar los síntomas pero no de detener el comienzo de la afección ni de erradicarla.

Pero el DBS no sólo ha ayudado a enfermos de párkinson. En sus tres décadas de desarrollo también se ha mostrado efectivo para otras enfermedades, entre las que se hallan el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el síndrome de Tourette, la distonía y hasta los dolores crónicos. Incluso ha funcionado con éxito en algunos casos de trastornos alimentarios, tales como anorexia u obesidad mórbida.

El DBS también se ha mostrado efectivo para otras enfermedades, entre las que se hallan el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el síndrome de Tourette, la distonía y hasta los dolores crónicos
Centrándonos en las afecciones mentales, investigadores como Daamian Denys de la Universidad de Ámsterdam, abogan por el uso de esta terapia en el tratamiento de las depresiones profundas, debido a que se ha demostrado su enorme efectividad. En este sentido, la técnica DBS puede eliminar los síntomas de la depresión en unos pocos minutos o días.

Sin embargo, al contrario que en la lucha contra el párkinson, tratar las depresiones con este sistema presenta importantes problemas éticos, debido a los repentinos cambios de actitud e incluso de personalidad que experimentan algunos de los pacientes, quienes de un día para otro se pueden volver activos y pasionales, generando desconcierto e incluso inseguridad entre sus allegados.

Una dificultad que, según investigadores como Denys, se podría sortear si se logra concienciar previamente al paciente y también a la familia de las variaciones que va a experimentar el enfermo en su forma de ser. No obstante, fármacos como el Prozac ya provocan cambios de este tipo, pero son menos contundentes y por ello la aceptación de estos medicamentos es mayor.

Aun así, el DBS, a pesar de su probada eficacia para paliar la depresión, al tratarse de una técnica invasiva siempre debería administrarse como último recurso, tras probar que los medicamentos convencionales no tienen efecto sobre el paciente.

Volviendo al neurocirujano Benabid, éste ya trabaja en la actualidad en la siguiente generación de marcapasos cerebrales. Incluso se están logrando avances que nos podrían conducir hacia una estimulación cerebral sin necesidad de implantar electrodos ni ningún aparato dentro del cuerpo humano. Así lo indicaba la revista Sciencie el pasado año 2015 en referencia a una investigación del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), que plantea un modelo de estimulación todavía menos invasivo.

Esta alternativa se centra en el uso del calor y de campos magnéticos para afectar sobre determinadas neuronas sin que haya que penetrar físicamente en el cerebro del paciente. Algo que ya se ha probado en ratones, aunque es un proceso al que todavía le queda muchísimo camino por recorrer.
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