En Estados Unidos, en torno a una de cada tres mujeres de entre 14 y 49 años desarrolla vaginosis bacteriana (VB) a lo largo de su vida. En concreto, se trata de un desequilibrio bacteriano que se caracteriza por olores desagradables y efectos secundarios potencialmente dolorosos, así como por el riesgo de problemas de salud asociados en etapas posteriores de la vida.
Las pacientes sintomáticas pueden experimentar picazón vaginal, ardor al orinar, mal olor o flujo gris, blanco o verdoso. Es importante destacar que, aunque la VB no se considera una infección de transmisión sexual estrictamente, algunas actividades sexuales, como no usar preservativo, pueden aumentar la probabilidad de desarrollarla. Aún así, se estima que la mitad de casos de VB no presenta síntomas perceptibles, por lo que muchas pacientes no reciben tratamiento.
Aunque cerca del 30% de los casos de VB se resuelven sin tratamiento, quienes no lo reciben pueden tener un mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual
Aunque cerca del 30% de los casos de VB se resuelven sin tratamiento, quienes no lo reciben pueden tener un mayor riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, mayor probabilidad de complicaciones en el embarazo y otros efectos negativos en la calidad de vida derivados de la inflamación de la mucosa del tracto reproductivo.
A esto se suma que más de la mitad de las pacientes que buscan atención médica no responden al tratamiento de primera línea, lo que provoca recurrencia. Sin embargo, ahora, un grupo de investigadores de Drexel ha desarrollado una prueba de laboratorio basada en PCR de ADN, que parte de un análisis genético más detallado del principal grupo de organismos bacterianos causantes de la infección.
Esto se ha llevado a cabo con el objetivo de ayudar a los médicos a recetar el medicamento adecuado para cada paciente. “Si esta prueba se pone a disposición de los pacientes, podrán evitar tomar el antibiótico equivocado, lo que les permitirá evitar posibles efectos secundarios y costos financieros adicionales”, afirmó la autora principal, la Dra. Katherine Innamorati, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Drexel.
“Un tratamiento más rápido y una mejor administración de antibióticos son especialmente importantes para los pacientes que podrían necesitar múltiples ciclos de antibióticos para eliminar por completo la infección”, añade. Los principales patógenos que se asocian con la VB son un grupo de especies bacterianas conocidas como Gardnerella vaginalis.
Este grupo está compuesto por múltiples especies, según se reveló en investigaciones previas del Dr. Garth Ehrlich, profesor de Microbiología e Inmunología de la Facultad de Medicina. Ahora, los autores profundizaron en este árbol genealógico y, mediante secuenciación genómica y métricas de 129 genomas, realizaron un análisis detallado. Dicho análisis reveló una diversidad mucho mayor, incluyendo la identificación de 11 grupos únicos de organismos, conocidos como genoespecies. Estos se agrupan en varios clados o agrupaciones principales.
A raíz de estos datos, el equipo pudo descubrir que dos de los clados están compuestos por cinco genoespecies 100% resistentes al metronidazol. Sin embargo, pueden tratarse con éxito con el antibiótico clindamicina. Ambos fármacos se toman típicamente durante una semana y pueden administrarse por vía vaginal u oral. La prueba de PCR del equipo permite distinguir entre las cepas, identificando las altamente resistentes al metronidazol.
“La VB es una disbiosis, lo que significa que todo el microbioma del tracto reproductivo inferior está desequilibrado”, dijo Ehrlich. “Es posible que algunos pacientes necesiten ambos fármacos; el metronidazol podría proteger contra algunos microorganismos, en particular las bacterias anaerobias que crecen en ausencia de oxígeno. Por lo tanto, quienes tienen Gardnerella resistente al metronidazol podrían beneficiarse del tratamiento con ambos antibióticos, pero se necesita más investigación para determinarlo”.
Los investigadores ya han solicitado una patente para la prueba, pero se necesitaría un laboratorio comercial para ofrecerla ampliamente a los pacientes. Además, la demanda de los pacientes y de los grupos de apoyo a pacientes podría influir en la disponibilidad de dicha prueba que, actualmente, puede ayudar a descartar el tratamiento con metronidazol basándose en cepas altamente resistentes. El equipo busca ampliar sus capacidades para identificar también cepas con baja resistencia al metronidazol.
“Es posible que la expresión de un gen influya en la resistencia a un antibiótico o ayude a explicar un aspecto de cómo se produce dicha resistencia”
El equipo también está trabajando para determinar qué genes causan un fenotipo resistente. “Es posible que la expresión de un gen influya en la resistencia a un antibiótico o ayude a explicar un aspecto de cómo se produce dicha resistencia, pero nuestros datos sugieren que la resistencia al metronidazol se produce mediante múltiples mecanismos, en lugar de un patrón claro”, afirmó Ehrlich. “Queda mucho trabajo por hacer para comprender mejor los mecanismos por los cuales diferentes grupos de organismos genéticos se vuelven resistentes al metronidazol”.
Por otro lado, nuevos datos de un ensayo controlado aleatorio publicados este mes sugieren que las mujeres con VB que tienen una relación monógama con una pareja masculina pueden tener una menor probabilidad de que la VB regrese después de 12 semanas si toman los antibióticos de primera línea mientras su pareja masculina también toma el antibiótico y aplica una crema antimicrobiana tópica de clindamicina.
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