Investigadores profundizan en la conexión entre traumatismo craneoencefálico y demencia

El estudio de la Universidad de Lund analizó el tejido cerebral de 15 pacientes que demostraron que los cambios en las células musculares lisas vasculares coincidían con una mayor agregación de beta-amiloide

Es bien sabido que existe un mayor riesgo de demencia en personas que han sufrido traumatismos craneoencefálicos. Sin embargo, se sabe muy poco sobre las causas moleculares que lo provocan, lo que dificulta encontrar tratamientos eficaces para prevenir el desarrollo de esta afección en personas afectadas por este tipo de traumatismo. Recientemente, un equipo del área estratégica de investigación MultiPark de la Universidad de Lund sostiene que los vasos sanguíneos del cerebro son la clave para futuras terapias. 

Para tratar de poner solución a esta deficiencia, Niklas Marklund, profesor de la Universidad de Lund y consultor neuroquirúrgico del Hospital Universitario de Escania, decidió profundizar en los detalles moleculares junto con el científico experimental Ilknur Özen. En colaboración con la Universidad de Uppsala, investigaron el tejido cerebral de 15 pacientes, extirpado quirúrgicamente debido a hemorragia e inflamación una semana después de sus traumatismos craneoencefálicos. Descubrieron que los cambios en las células musculares lisas vasculares coincidían con una mayor agregación de beta-amiloide, una proteína relacionada con la enfermedad de Alzheimer

"Nos sorprendió ver que incluso pacientes jóvenes presentaban esta acumulación de beta amiloide junto con las alteraciones vasculares causadas por el traumatismo cerebral. Nuestros hallazgos sugieren que los cambios vasculares podrían ser más importantes para la neurodegeneración de lo que se creía", apunta Özen.

“Indica que la disfunción vascular podría ser un evento temprano que desencadena la progresión de las enfermedades relacionadas con la amiloide, en lugar de estar causada por daño neuronal”

En esta misma línea, Marklund añade que esto desafía el paradigma existente en las enfermedades relacionadas con la neurodegeneración, ya que “indica que la disfunción vascular podría ser un evento temprano que desencadena la progresión de las enfermedades relacionadas con la amiloide, en lugar de estar causada por daño neuronal”, apunta.

El envejecimiento natural ya provoca alteraciones en los vasos sanguíneos del cerebro, pero un traumatismo cerebral puede intensificar y acelerar este deterioro, incluso en personas jóvenes. Sin embargo, no todos los que sufren un golpe en la cabeza desarrollan Alzheimer, lo que indica que hay otros factores en juego. Por lo tanto, se requieren estudios más profundos para entender esta compleja conexión.

“Aún no hemos llegado a ese punto, pero esperamos que un mayor conocimiento sobre lo que sucede a nivel molecular en las células de los vasos sanguíneos después de un traumatismo cerebral abra posibilidades para nuevos tratamientos”, concluye Niklas Marklund. 

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