En este encuentro se han dado cita socios de hasta cuatro países como España, Bélgica, Italia, Islandia y Japón
En este encuentro se han dado cita socios de hasta cuatro países como España, Bélgica, Italia, Islandia y Japón, además de evaluadores europeos en la materia. El proyecto BioMOt forma parte del programa europeo Horizonte 2020, conocido como Future Emerging Technologies, destinado a financiar investigación de alto riesgo para generar innovaciones que puedan provocar un cambio significativo respecto a lo que ya existe.Según el jefe de Servicio de Rehabilitación y responsable de la Unidad de Biomecánica y Ayudas Técnicas del centro toledano, Ángel Gil, “los actuales dispositivos robóticos destinados a la locomoción humana todavía no ofrecen la capacidad de adaptación en tiempo real, ni la flexibilidad necesaria para los usuarios cuando se enfrentan a perturbaciones naturales o ambientales”.
"Estamos integrando sistemas computacionales de medidas de señales bioeléctricas y nuevos robots más flexibles mecánicamente"
Ante esta realidad, el jefe de Laboratorio de Locomoción Humana del Instituto Cajal, del CSIC, Juan Moreno, explica que “lo que estamos proponiendo es una técnica para rehabilitar con exoesqueletos robóticos la marcha humana, tras una lesión del sistema nervioso con una estrategia bastante sofisticada, que incluye monitorizar de forma detallada la actividad muscular residual del paciente y utilizarla para prescribir cuál es la intención real y gestionar la interacción entre el robot y la máquina”.Para conseguir el objetivo, afirma Moreno, “estamos integrando sistemas computacionales de medidas de señales bioeléctricas y nuevos robots más flexibles mecánicamente. La idea es que el usuario pueda caminar con este robot de una forma más natural (bioinspirada)”. En esta línea, los científicos de BioMot estudian además, aspectos como el control neuronal, los mecanismos de aprendizaje y una arquitectura cognitiva que permita una mejor relaciónhombre-máquina.
El Hospital Nacional de Parapléjicos ahora tiene que asumir el rol de recibir las tecnologías que empiezan a integrarse y comenzar a probarlas, validarlas, criticarlas y suministrar información a los desarrolladores para mejorarlas si hace falta. La idea es que a partir del mes 32 ó 33 del proyecto, que dura 36 meses, se pueda hacer una experimentación clínica piloto. Para esta fase el papel del Hospital es fundamental para que se involucren pacientes en la validación de los prototipos, considera el científico Juan Moreno.
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