Dentistas solidarios en Madagascar: “Muchos niños era la primera vez que veían un cepillo dental”

Estudiantes de la Facultad de Odontología de UIC Barcelona, participantes en el proyecto solidario Edugascar ofreciendo atención dental a pacientes vulnerables en Madagascar relatan su experiencia a Dentalia

Grupo de estudiantes odontología en Madagascar (Fuente: UIC)
Grupo de estudiantes odontología en Madagascar (Fuente: UIC)
Diego Domingo
28 noviembre 2023 | 13:00 h
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Alumnos y docentes de la Facultad de Odontología de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona) han participado en el proyecto Edugascar, realizando un curso de formación clínica aplicada en atención solidaria a personas vulnerables de la localidad de Ambatondrazaka, a unos 250 kilómetros de la capital de Madagascar. Durante la visita a Madagascar han podido ver y tratar gran variedad de problemas bucodentales “flemones, mesiodens, geminaciones, grandes acúmulos de cálculo y, en su mayoría, caries”, afirman los voluntarios.

Este proyecto social de alto impacto sanitario en Madagascar, consistió en realizar una serie de actividades orientadas a la salud infantil que facilitan la revisión médica de más de 1.500 niños, incluyendo tratamientos, intervenciones quirúrgicas y formación médica. La acción se realiza en un ámbito multidisciplinario con profesionales otorrinolaringólogos, oftalmólogos, ópticos y audiólogos. Cinco alumnos y dos profesores de cuarto y quinto curso de la Facultad de Odontología de UIC Barcelona llevaron a cabo estas acciones en escuelas, centros de salud y en el hospital de la zona.

En declaraciones a Dentalia el grupo de estudiantes formado por Javier Larrosa, Gabriel Madrazo, Olga Miralles, Baltasar Tapia y Jose Mª Valón ha explicado: “Lo más común era ver pacientes, niños y adultos, con un gran número de caries. Se podían contar con los dedos de una mano los niños y adultos que no presentaban lesiones cariogénicas en la boca. La población que nosotros visitamos no tenía demasiados recursos, ni económicos ni alimentarios. Dicha falta de recursos aumenta el riesgo de caries, ya que no tienen dinero para destinar al cepillo dental, ni tampoco para comprar alimentos que no sean tan cariogénicos. La única solución que tiene el paciente es masticar la comida solo por el lado que no le duele hasta que, a largo plazo, el otro lado también queda afectado”, confiesan.

“La población que atendimos no tienen dinero para destinar a comprar un cepillo de dientes, ni tampoco alimentos que no sean tan cariogénicos”

Según este grupo de estudiantes de odontología, debido a la gran incidencia de caries en niños, muchas de las raíces de los dientes temporales, o dientes de leche, no se caían por sí solos, y dificultaban la erupción de los dientes definitivos. “Durante nuestra estancia, exodonciamos gran cantidad de dientes temporales por esta razón”, reconocen.

En comparación con la salud bucodental de los españoles, la de los habitantes de Madagascar es “pobre” reconocen los voluntarios. “Evidentemente al existir una gran pobreza en el país, y más en la zona donde fuimos, la gente autóctona no prioriza la salud bucodental frente a otros problemas más urgentes, como el conseguir alimento para ellos y para sus familiares. Es por ello que la concienciación sobre la salud bucodental no está tan presente como en países más desarrollados, como es el caso de España”, afirman.

“Percibimos una mayor predisposición que en España a realizar cualquier tratamiento odontológico”

El grupo de estudiantes puntualiza que resulta curiosoque “pese a su carencia de conocimiento sobre la salud bucal y sobre el cuidado de los dientes, sí que se percibía una mayor predisposición a realizar cualquier tratamiento odontológico”. Reconocen que en España se percibe al dentista como un trámite y no algo que hay que priorizar hasta que no exista algún tipo de dolor, mientras que en Madagascar, “cuando son tratados por dentistas parecen estar más predispuestos a cualquier tratamiento si eso alivia su dolor”.

La calidad de higiene bucodental en Ambadontrazaka, Madagascar, revela una situación deficiente. En esta comunidad visitada por los estudiantes de la UIC, “la mayoría de los niños que vimos probablemente era la primera vez que veían un cepillo de dientes cuando se lo entregamos en mano acompañado de una formación de higiene dental. Algunos de ellos, cuando les dimos el cepillo dental, intentaban cepillarse sus dientes con el cabezal puesto: no tenían conciencia de su uso”, revelan.

La precariedad en la higiene bucodental se vincula estrechamente con la alimentación: la dieta predominante, caracterizada por alimentos cariogénicos, contribuye a la propagación de problemas dentales. “El primer día en la primera escuela dónde íbamos a trabajar durante los próximos dos días, en una aldea cercana a Ambatondrazaka, nos percatamos que justo en la entrada del centro educativo vendían una especie de conos de azúcar, del tamaño de un lápiz, y varios de los niños se lo estaban comiendo. No eran ni las 7 de la mañana. Pero la alimentación, va estrechamente relacionada con el problema económico que sufren la mayoría de familias que visitamos durante los días de nuestro voluntariado”, afirman.

“Abordar la higiene oral en esta comunidad requiere enfoques más globales que consideren las condiciones nutricionales y socioeconómicas”

Durante su viaje, los estudiantes de odontología pudieron percibir un contexto económico del país “particularmente desafiante” con “familias que enfrentan dificultades para cubrir incluso los costes de la matrícula escolar, que equivalen a unos 2 euros anuales en nuestra divisa”, afirman. “Esta barrera educativa se relaciona estrechamente con la salud bucal y las limitaciones socioeconómicas. Abordar la higiene oral en esta comunidad va más allá de proporcionar cepillos de dientes; requiere enfoques más globales que consideren las condiciones nutricionales y socioeconómicas de dichas familias”, añaden.

Gracias a esta experiencia que califican de “muy gratificante a nivel personal y profesional”, han podido hacer cosas que no habían visto antes, o de hacer cosas que “nos habían explicado y hemos aprendido a ponerlas en práctica”. Explican que: “A nivel profesional, dados nuestros pocos recursos en la zona en la que estábamos, solo pudimos realizar extracciones dentales, llegando a realizar casi 500. Algunos de nosotros habíamos realizado muy pocas en la universidad, y esto nos ha proporcionado unos conocimientos y una mejora de las técnicas y del uso de la aparatología que solo hubiésemos alcanzado con años y años de experiencia en España”.

Este viaje les ha permitido aprender mucho de uno de los pilares fundamentales de la odontología: tratar con el paciente. “Conforme iban pasando los días, fuimos perdiendo el miedo y ganando soltura a la hora de comunicarnos con la gente de Ambatondrazaka. Al principio, nos ayudamos mucho de los voluntarios malgaches que nos traducían todas nuestras palabras, pero fuimos aprendiendo palabras clave de su dialecto local para poder darles un trato más cercano y que se sintieran más relajados. Les hacía mucha gracia escucharnos hablar su idioma, o por lo menos intentándolo”, confiesan.

El objetivo del programa solidario es ofrecer un servicio de formación en higiene dental a 3.300 escolares y atenderlos en las necesidades de una de las zonas más pobres del mundo

Entre los pacientes que atendieron la gran mayoría de pacientes eran niños. “Nos miraban con miedo y desconfianza, pero fuimos mejorando el manejo de conducta para poder ayudarles con los dolores que tenían”, relatan los alumnos. “A pesar de la pobreza extrema que sufre Madagascar, la gente se mostraba feliz y amable ante nuestra visita”, afirman sorprendidos. “Nos intentaban dar lo poco que tenían o se ponían las mejores ropas para causarnos buena impresión. Estaban sorprendidos, alegres y sonrientes de vernos allí en su pueblo”, añaden.

Este viaje ha sido para ellos una “experiencia inolvidable en la que no solo hemos aprendido a hacer extracciones dentales, sino que también hemos madurado, aprendido y crecido como personas al ver a gente igual que nosotros en situaciones muy duras” que les ha ayudado a “valorar lo que tenemos y darnos cuenta de lo afortunados que somos”.

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