En épocas de calor es muy común que las personas se duchen al menos dos veces al día, normalmente por la mañana cuando se levantan y por la noche antes de irse a dormir. Hemos dicho dos veces, pero hay quienes incluso se duchan tres y cuatro veces al día, dependiendo del nivel de actividad que hayan tenido a lo largo del día.
Está claro que si fuera por cuestiones de higiene darse una ducha o dos al día no supone ningún tipo de problema para la salud de la persona. Habitualmente lo hacemos porque queremos eliminar de nuestro cuerpo la suciedad, el sudor y las células muertas.
Sin embargo, aunque sea por cuestiones de higiene, ¿es saludable ducharse más de una vez al día? En muchas ocasiones, la higiene excesiva de la piel perjudica el estado de nuestra piel, aumentando el riesgo de sufrir sequedad, irritación y picor y llegar a provocar la aparición de enfermedades como la dermatitis.
La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) aconseja no ducharse más de una vez al día ya que aumenta el riesgo de sufrir deshidratación de la piel, concretamente hasta un 25% de su hidratación natural durante la ducha.
Tras la ducha hay que secar la piel con una toalla, pero es importante no frotar en exceso e intentar incidir en las zonas que acumulan más humedad
Solamente es aconsejable darse una ducha al día cuando nuestra piel está lo suficientemente sucia o sudada como para tener que lavarse varias veces. De no ser así, darse más de una ducha al día no es necesaria. ¿Y si lo hacemos? En caso de que te sea inevitable ponerte debajo del agua en más de una ocasión, lo recomendable es que la segunda o tercera vez que lo hagas no uses jabón y que simplemente lo uses para refrescarte.
¿CÓMO DEBE SER LA DUCHA IDEAL?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ducha ideal (además de ser sostenible con el medio ambiente), no debería durar más de cinco minutos. Además, lo ideal es usar las manos y no utilizar instrumentos de limpieza como las esponjas, los cepillos o los guantes, ya que lo único que se consigue es irritar la piel. En el caso de usarlos, lo recomendable es cambiarlos frecuentemente y limpiarlos para evitar la acumulación de bacterias.
Tras la ducha hay que secar la piel con una toalla, pero es importante no frotar en exceso e intentar incidir en las zonas que acumulan más humedad, como los dedos de los pies, la zona del pecho o las ingles. El último paso y también el más importante Tras la ducha hay que secar la piel con una toalla, pero es importante no frotar en exceso e intentar incidir en las zonas que acumulan más humedad, como los dedos de los pies, la zona del pecho o las ingles.