¿Sabes cómo hay que tratar cada tipo de piel?

Sea cual sea el tipo de piel, hay que intentar que su función barrera sea óptima y esto solo se consigue cuando hay un equilibrio entre los lípidos y la hidratación.

Cada tipo de piel necesita unos cuidados específicos (Foto. Freepik)
Cada tipo de piel necesita unos cuidados específicos (Foto. Freepik)
25 septiembre 2020 | 12:00 h
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¿Sabes realmente cómo hay que tratar cada tipo de piel? Es hora de acabar con ciertas creencias. Paola Gugliotta, máster en Dermocosmétia y fundadora de APoEM, nos explica las necesidades reales y desvela por qué la piel sensible no es un tipo de piel.

Lo primero que hay que saber es que la piel está formada por un 80% de lípidos y un 20% de agua. Sea cual sea el tipo de piel, hay que intentar que su función barrera sea óptima y esto solo se consigue cuando hay un equilibrio entre los lípidos y la hidratación. Para conseguir este equilibrio es cuando influye la tipología de cada piel. 

¿PIEL SECA?

Además de la sequedad, es frecuente la sensación de acartonamiento, un tacto áspero, el engrosamiento, el tono mate y una mayor propensión a las arrugas. Pero no todo es malo.

La buena noticia es que las pieles grasas son más fáciles de tratar y tienen muy claro lo que necesitan: requieren de una exfoliación semanal que evite ese engrosamiento que dificulta a la piel la absorción de los cosméticos y una correcta hidratación.

Sea cual sea el tipo de piel, hay que intentar que su función barrera sea óptima y esto solo se consigue cuando hay un equilibrio entre los lípidos y la hidratación

La limpieza -mañana y noche- debe realizarse con leches o bálsamos desmaquillantes que no resequen la piel. A continuación, es obligatorio aplicar un sérum de alto contenido en aceites que además de aportar agua, cubra también esa necesidad de lípidos.

Y para finalizar, extender una crema de tratamiento de textura rica a medida de las necesidades específicas de la piel (anti-arrugas, reafirmante, anti-manchas...)

¿PIEL GRASA?

Independientemente de la edad, es aquella que presenta un brillo uniforme, poros visibles (aunque en las primeras etapas de las pieles grasas los poros aún no están dilatados, sino que se van dilatando con el tiempo) y tiene tendencia al acné y a los puntos negros. El objetivo con este tipo de pieles es aplicar activos que ayuden a equilibrarlas.

Al contrario de lo que se suele hacer, hay que apostar una limpieza sutil con jabones libres de detergentes y de sulfatos.

Los serums son sus mejores aliados para reequilibrarlas, pero hay que evitar los que contengan cualquier tipo de aceite en su fórmula.

Las pieles grasas son más fáciles de tratar y tienen muy claro lo que necesitan: requieren de una exfoliación semanal que evite ese engrosamiento

No conviene abusar de los exfoliantes, porque al eliminar de manera tan agresiva los lípidos, la piel vuelve a generarlos, pero en exceso.

¿PIEL MIXTA?

Es la más común. Se la reconoce porque tiene brillos y poros dilatados en la zona T, y zonas más secas y tirantes alrededor de los pómulos o el cuello. A causa del exceso de limpieza y la ausencia de una correcta deshidratación, suelen ser pieles deshidratadas.

Son las más difíciles de tratar, puesto que requieren tratamientos específicos y diferenciados por zonas.

Al igual que en el caso de las pieles grasas, la limpieza diaria debe realizarse con un jabón suave y libre de tensioactivos y sulfatos. Esta debe ir seguida del uso de un sérum -sin aceites- que se debe extender por todo el rostro. La crema debería reservarse para las zonas secas sin olvidar cuello y escote.

Si no quieres comprar diferentes tratamientos para cada parte del rostro, utiliza productos para piel grasa y añade unas gotas de aceite al sérum o a la crema a la hora de extenderlas fuera de la zona T. 

Si una piel equilibrada abusa mucho de peelings puede llegar a resecarse

Y para finalizar, extender una crema de tratamiento de textura rica a medida de las necesidades específicas de la piel (anti-arrugas, reafirmante, anti-manchas…). 

¿PIEL NORMAL O EQUILIBRADA?

Es la más atípica de todas, como explica Paola Gugliotta ''yo casi nunca la veo. Tienes que tener excelentes genes y un estilo de vida perfecto, de alimentación, de hidratación, de cero estrés... Están completamente equilibradas, no tienen poros visibles, su apariencia es luminosa, no hay manchas... Pero hay una buena noticia, se puede nacer con una piel equilibrada o se puede hacer proporcionándole a una piel seca, mixta o grasa los cuidados que necesita''.

Si se tiene el privilegio de poseer este tipo de piel, lo importante es seguir una rutina facial adecuada para que no se desequilibre. ''Si una piel equilibrada abusa mucho de peelings puede llegar a resecarse, si utiliza productos demasiado grasos, puede evolucionar a mixta o grasa... Una piel equilibrada requiere tener sensibilidad y conocerla muy bien para aportarle justo lo que necesita y no excederse ni quedarse corto'', añade Gugliotta. 

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