¿Sabías que meditar mejora tu salud?

En 1973 la Universidad de Harvard empezó a investigar qué pasa en el cerebro de las personas que meditan.

Meditación (Foto. Estetic)
Meditación (Foto. Estetic)
10 mayo 2021 | 12:00 h
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Si te dijéramos que practicar meditación produce cambios en el cerebro, y que este a su vez depende directamente del corazón, del intestino o de la respiración, ¿qué pensarías? Pues bien, la ciencia ha demostrado que esos cambios son reales, sólidos y fundamentales en nuestra salud física y emocional. Ya lo dijo Ramón y Cajal: ''podemos ser escultores de nuestro propio cerebro'', y hoy la neurociencia constata que la meditación es una buena técnica para lograrlo.

CUERPO Y CEREBRO, SIEMPRE JUNTOS

Nazareth Castellanos es doctora en Neurociencia y colaboradora de la app de meditación Petit BamBou. Según la investigadora hoy sabemos, gracias a la neurociencia, que el cerebro integra la información que le llega del cuerpo. ''En realidad tenemos 7 sentidos: el primero es la interocepción, es decir, la información que va desde los órganos al cerebro. El segundo es la propiocepción, la información de nuestra postura corporal. Después vienen los 5 conocidos. El cerebro está muy influenciado por el intestino y todas las bacterias que viven en él, por los latidos del corazón o por la manera en la que respiramos. El intestino regula el estado de ánimo, el corazón la percepción y la respiración la atención y la memoria'', subraya.

LA CIENCIA HA HABLADO: MEDITAR AUMENTA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

En los últimos años los centros de investigación más prestigiosos del mundo estudian cómo la observación de uno mismo y el control de la atención son capaces de esculpir nuestro cerebro, pero no es algo nuevo. En 1973 la Universidad de Harvard empezó a investigar qué pasa en el cerebro de las personas que meditan. Y la respuesta es que algunas zonas se hacen más gruesas y otras se reducen.

En 1973 la Universidad de Harvard empezó a investigar qué pasa en el cerebro de las personas que meditan

De hecho, la Universidad de Birmingham ha demostrado que la parte frontal del cerebro, la más importante para la gestión del comportamiento, está más activa en los meditadores. La Universidad de Texas también ha constatado que al meditar aumenta la corteza cingulada, el área que convierte lo inconsciente en consciente y que refuerza la toma de decisiones, y reduce una red cerebral que se activa cuando estamos distraídos y no vivimos el momento presente, una de las mayores fuentes de frustración.

Además, los meditadores tienen una inteligencia emocional mayor, a juicio de un estudio de las Universidades de Munich y Harvard, y se debe a una reducción de la amígdala, un núcleo cerebral implicado en la ansiedad, el miedo y el descontrol emocional. En definitiva, y como se ha replicado en la mayoría de experimentos científicos, la práctica de la meditación produce bienestar.

Y si meditar nos aporta salud mental, bailar o adquirir una buena postura son el complemento perfecto. Si nos encorvamos, tendremos peor memoria y nos fijaremos más en lo negativo; una postura tensa afectará al sistema endocrino y nos hará sentir más estrés y agresividad. Lo dicen varios experimentos científicos, de ahí que la danza sea una de las mejores formas de conexión cuerpo y mente: bailar ayuda a la cabeza a organizarse mejor, favorece el aprendizaje y protege de la demencia.

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