La anorexia, la bulimia y la vigorexia: trastornos mayoritariamente adolescentes

La psicóloga Juana María Fernández explica cómo aparecen y qué hacer para superarlos.

Estetic
20 agosto 2015 | 13:00 h
La anorexia, la bulimia y la vigorexia: trastornos mayoritariamente adolescentes
La anorexia, la bulimia y la vigorexia: trastornos mayoritariamente adolescentes
Los cambios físicos, hormonales y emocionales que se viven en la adolescencia dan paso a una etapa crítica de la vida en la que se puede ver afectada la autoestima, que a su vez se puede traducir en una alteración de la imagen corporal o en la fobia a ganar peso. Y es que aunque los trastornos de la conducta alimentaria se pueden dar a cualquier edad, los adolescentes son los más vulnerables a sufrir anorexia, bulimia o vigorexia.

Así lo explica Juana María Fernández Galbis, psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga de la Clínica Capistrano, quien también detalla que “la publicidad y los medios de comunicación favorecen la aparición de trastornos alimenticios en los adolescentes que pasan momentos de baja autoestima en los que necesitan la aceptación social, y ven unida la imagen de un buen aspecto físico con la idea de felicidad.”

En la aparición de estos trastornos, las dietas descontroladas o la pérdida brusca de peso son factores que podrían afectar en su aparición. Además, a pesar de estar perseguidos por la ley, aún quedan sitios web donde los afectados comparten trucos y estrategias para convivir con su trastorno como si se tratase de “un estilo de vida” en lugar de una enfermedad.

Como decimos, la baja autoestima, los complejos y la vergüenza acentúan estos trastornos de la conducta alimentaria. Además, las personas que los sufren, según la psicóloga, también suelen tener tendencia a desarrollar adicciones al alcohol u otras sustancias.
De cara a superar la enfermedad, la clave está en los tratamientos multidisciplinares. Es decir, combinar el ámbito psicológico, nutricional y médico.

“Si el malestar psicológico cesa y se restablecen las pautas alimenticias sanas y los índices antropométricos saludables, puede considerarse que el paciente está curado. El riesgo de recaída dependerá de si se han identificado y trabajado todos los factores que han generado y mantenido el trastorno”, concluye Juana María Fernández.Por tanto, siempre se debe realizar un seguimiento del paciente y un plan de prevención de recaídas.


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