La relación entre la política y la innovación científica es un tema de gran relevancia en la industria farmacéutica. Es a través de las políticas públicas que se establecen las prioridades, se asignan los recursos y se crean las condiciones necesarias para fomentar la investigación y la innovación. La legislación europea establece las bases para una colaboración efectiva entre la investigación y la industria, con el objetivo de convertir los avances científicos en productos y servicios que beneficien a la sociedad.
El informe "Pasaporte de Política de MSD: Una Economía Basada en el Conocimiento", la compañía farmacéutica MSD aborda la importancia de la política de innovación farmacéutica en la promoción de un entorno propicio para la I+D de nuevos tratamientos. Haciendo hincapié en cómo esta innovación se ha convertido en el motor de progreso en la sociedad actual.
“Mientras la UE se embarca en una reforma integral de su legislación farmacéutica general, nuestro Pasaporte de Políticas tiene como objetivo proporcionar a los formuladores de políticas y otras partes interesadas una ‘hoja de ruta’ de los impulsores y las políticas críticas que respaldan la innovación farmacéutica”, afirma David Earnshaw, vicepresidente asociado del Centro de Políticas MSD de Bruselas.
"Nuestro Pasaporte de Políticas tiene como objetivo proporcionar una ‘hoja de ruta’ de los impulsores y las políticas críticas que respaldan la innovación farmacéutica”
Para fomentar la innovación, la política debe centrarse en tres pilares: la ciencia, cuidado de la salud y la industria farmacéutica. El objetivo es aumentar la inversión e incrementar los incentivos para recuperar el liderazgo global de Europa en I+D. El objetivo final de ello es mejorar la salud de la población, crear sistemas de salud sostenibles, aumentar la productividad y fomentar el empleo y el crecimiento económico.
Sin embargo, a pesar de ser una fuente importante de innovaciones médicas, Europa está perdiendo ventaja frente a sus rivales. La brecha en la inversión en I+D entre Europa y EE. UU. ha crecido significativamente, de 2.000 millones de euros hace dos décadas a casi 25.000 millones en 2020. Para recuperar su posición de liderazgo, Europa debe continuar invirtiendo en ciencia y salud, y preservar un entorno de incentivos atractivos.
Según EUROSTAT, en el año 2021, las empresas farmacéuticas invirtieron aproximadamente 41.500 millones de euros en I+D en Europa, lo que lo convierte en el sector con la mayor relación entre inversión en I+D y ventas netas en la UE, aproximadamente un 46% por encima del sector de las TIC, que ocupa el segundo lugar.
El desarrollo de un nuevo medicamento tarda entre 10 y 15 años y cuesta 2.130 millones de euros
El desarrollo de fármacos es una tarea larga y de alto riesgo que requiere una importante inversión de capital. De media, el desarrollo de un nuevo medicamento tarda entre 10 y 15 años y cuesta 2.130 millones de euros. La I+D farmacéutica es, de hecho, un negocio arriesgado. La mayoría de las inversiones en I+D no se destinan a las pocas moléculas que llegan al mercado, sino a las muchas moléculas que fracasan.
Los derechos de propiedad intelectual son fundamentales para el progreso en el campo farmacéutico. Al garantizar un período de exclusividad en el mercado, los derechos de propiedad intelectual motivan a las empresas a invertir en el desarrollo de tratamientos que pueden salvar vidas y mejorar la salud global.