El uso de robots en psicología puede ayudar a detectar problemas de salud mental en los más pequeños

Los menores mostraron una mayor predisposición a confiar en el robot y a compartir información con este que no habrían confiado a través de los métodos de evaluación estándar o mediante la realización de cuestionarios con profesionales.

Robot Nao (Foto. Universidad de Cambridge)
Robot Nao (Foto. Universidad de Cambridge)
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1 octubre 2022 | 00:25 h
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A lo largo de los últimos años los avances tecnológicos que se han producido en numerosos campos han sido significativos. El mejor ejemplo lo encontramos en la medicina y la salud donde desarrollos como la inteligencia artificial, el Big Data o la robótica han posibilitado importantes avances que han mejorado sustancialmente la calidad de vida de los pacientes.

Si ponemos el foco en la robótica, sus aplicaciones en la medicina son cada vez mayores y variadas. Dentro de estas múltiples y crecientes posibilidades encontramos el trabajo desarrollado por un grupo de especialistas en robótica, informática y psiquiatría de la Universidad de Cambridge. El grupo de expertos ha diseñado un estudio que ha contado con la participación de 28 niños con edades comprendidas entre los ocho y los 13 años que han realizado una serie de cuestionarios psicológicos para evaluar el grado de bienestar de su salud mental, a través de un robot humanoide.

Se trata de la primera vez que se han utilizado robots de este estilo para evaluar la salud mental de niños y, los resultados, abren una interesante puerta. Los autores del estudio explican que los menores mostraron una mayor predisposición a confiar en el robot y a compartir información con este que no habrían confiado a través de los métodos de evaluación estándar o mediante la realización de cuestionarios con profesionales.

Partiendo de este hallazgo los responsables de la investigación defienden que los robots podrían ser un método útil frente a los mecanismos tradicionales para la evaluación de la salud mental de los más pequeños. Cabe destacar que los autores recalcan que nunca un profesional puede ser sustituido por un robot humanoide, pero puede considerarse esta tecnología como una herramienta de gran utilidad a la hora de evaluar el bienestar psicológico de un niño, especialmente en los casos más complicados.

La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha puesto de relieve la importancia de la salud mental. Pero antes de la llegada de la Covid-19, problemas como la ansiedad o la depresión, estaban presentes de forma creciente entre la población infantil, por lo que es necesario aumenta los recursos humanos, materiales y económicos. Ante esta fotografía la Hatice Gunes, directora del Laboratorio de Inteligencia Afectiva y Robótica del Departamento de Informática y Tecnología de la Universidad de Cambridge, ha estudiado cómo los robots de asistencia social (SAR, por sus siglas en inglés) pueden utilizarse como “entrenadores” de bienestar mental para los adultos. En los últimos años se ha ido ampliando la evidencia sobre cómo este tipo de tecnología también puede beneficiar a los niños.

“Los niños suelen sentirse muy atraídos por la tecnología. Si están utilizando una herramienta basada en una pantalla, se aíslan del mundo físico. Pero los robot son perfectos porque están en el mundo físico, son más interactivos lo que hace que los niños se involucren más”

“Después de convertirme en madre estaba mucho más interesad en cómo se expresan los niños a medida que crecen y cómo eso podría superponerse con mi trabajo en el campo de la robótica”, declara en un comunicado publicado por la Universidad de Cambridge. “Los niños suelen sentirse muy atraídos por la tecnología. Si están utilizando una herramienta basada en una pantalla, se aíslan del mundo físico. Pero los robot son perfectos porque están en el mundo físico, son más interactivos lo que hace que los niños se involucren más”.

“Hay situaciones en los que los métodos tradicionales no pueden detectar los fallos en el bienestar mental de los niños, ya que a veces, los cambios son increíblemente sutiles. Queríamos ver si los robots podrían ayudar con este proceso”, expone por su parte Nida Itrat Abbasi, primera autora del estudio.

EL DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN

El robot utilizado en la investigación fue bautizado como Nao y cada niño participante compartía con este una sesión individual de 45 minutos. El padre o tutor legal, junto con los miembros del equipo, observaban desde una habitación contigua. Antes de cada sesión tanto los niños como los padres y/o tutores completaron un cuestionario estándar online para evaluar el bienestar mental de cada menor.

“Dado que el robot que utilizamos es del tamaño de un niño y no le supone una amenaza en absoluto, los niños lo ven como un confidente y sienten que no se meterán en problemas si comparten secretos con él”

En cada una de estas sesiones el robot realizaba cuatro tareas diferentes: preguntas abiertas sobre recuerdos tristes y alegres de la última semana, un breve cuestionario sobre el estado de ánimo y los sentimientos del niño, mostrar al menor una serie de imágenes y hacer preguntas relacionadas y evaluar la Escala Revisada de Ansiedad y Depresión Infantil (RCADS, por sus siglas en inglés).

Todos los participantes del estudio interactuaron con el robot y algunos compartieron con él información que no habían compartido con los profesionales. Uno de los hallazgos más destacados es que los niños con diferentes niveles de preocupación interactuaban de formas distintas con el robot.

“Dado que el robot que utilizamos es del tamaño de un niño y no le supone una amenaza en absoluto, los niños lo ven como un confidente y sienten que no se meterán en problemas si comparten secretos con él”, argumenta Abbasi. “Otros investigadores han descubierto que es más probable que los niños divulguen información privada, como que están siendo intimidados, a un robot que a un adulto”.

“No tenemos ninguna intención de reemplazar a los psicólogos o a otros profesionales de la salud mental con robots, ya que su experiencia supera con creces cualquier cosa que pueda hacer un robot”, añade el coautor del estudio, el doctor Micol Spitale. “Sin embargo, nuestro trabajo sugiere que los robots podrían ser una herramienta útil para ayudar a los niños a abrirse y compartir cosas que, en un principio, no se sentirían cómodos compartiendo”, concluye.  

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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