Digitalizar el cerebro para vivir eternamente

Bina 48 es el primer robot humanoide al que se le ha transferido la personalidad de una humana. La cibernética intenta ir más allá, hacia la eternidad.

logo squared 200x200
5 diciembre 2015 | 00:02 h
Digitalizar el cerebro para vivir eternamente
Digitalizar el cerebro para vivir eternamente
“Invertir en curar el cáncer es perder el tiempo. ¡Olvidémonos del cuerpo!” Estas palabras las pronunció hace poco más de un año en la Fundación Telefónica, en Madrid, Kevin Wawrick, profesor de Cibernética de la Universidad de Reading, en Reino Unido. El objetivo de sus últimos años de investigaciones es lograr transferir el cerebro humano, toda la consciencia y la voluntad de una persona, al entorno digital.

El objetivo del proyecto LifeNaut es almacenar la identidad humana como si se tratara de una mente digital
Es la misma idea que ha llevado a Bruce Duncan, director del proyecto LifeNaut, a “dar a luz” a Bina 48, la primera robot humanoide que contiene la personalidad de una mujer real. El objetivo de este proyecto es almacenar la identidad humana como si se tratara de una mente digital, lograr la inmortalidad a través de un clon o un robot como Bina.

Aunque pueda parecer una idea descabellada, algunos científicos están estudiando muy seriamente las vías en las que hacer esto posible. Antes de seguir con Bina 48, volvamos al profesor Wawrick, porque ha logrado importantes avances en este terreno.

Le llaman “doctor Cyborg”. Tiene una pequeña cicatriz en la parte interna de su muñeca izquierda desde hace 12 años, cuando se implantó un microchip con 100 electrodos para realizar un experimento que consistía en conectar su sistema nervioso a un ordenador. Como el famoso brazo de Skynett en Terminator, Wawrik pudo mover, desde la Universidad de Columbia en Nueva York, a través de Internet y con solo el movimiento de su mano, una mano electrónica que estaba en la Universidad de Reading, al otro lado del Atlántico.


No eran órdenes dadas a un ordenador. Las órdenes de su cerebro habían llegado a su mano y el chip las había transportado a través de Internet de manera instantánea hasta realizar los mismos movimientos en la mano robótica. El experimento arrojó esperanzas para los pacientes que tenían algún miembro del cuerpo amputado y de hecho, es uno de los más importantes avances que se están haciendo en prótesis robóticas. Pero además se demostró que no hacía falta una conexión física con el cuerpo para controlar un robot con la mente.

Posteriormente, este científico realizó experimentos más complejos. Uno de ellos fue el de diseñar robots con cerebros biológicos a partir de células neuronales de ratas. Éstos eran capaces de moverse y evitar obstáculos con las órdenes dadas por este cerebro artificial, sin ningún tipo de intervención humana posterior a su creación. Es decir, crearon un cerebro totalmente independiente y semibiológico a partir de 300.000 neuronas de ratas, y al unirlo a un cuerpo robótico éste tenía total autonomía.

CEREBROS ‘SUBIDOS' A LA RED


Retomando el experimento de la mano robótica, Wawrik fue plenamente consciente de una cosa: la comunicación sin necesidad de unión física. Este hecho le hizo pensar que en el futuro, “nuestro cuerpo podría llegar a ser tan grande como la Red”, y de ahí deriva el siguiente experimento.

Wawrik: “Nuestro cuerpo podría llegar a ser tan grande como la Red”
El doctor convenció a su mujer, Irene, para que se implantara también otro dispositivo en la muñeca y que ambos pudieran comunicarse sin necesidad de palabras. Las señales neuronales de Irene se enviaban a la Red y las recibía su propio marido; cada vez que ella abría y cerraba la mano, el científico recibía pulsaciones en el cerebro, lo que le llevó a pensar que “la comunicación entre los cerebros humanos sin necesidad del habla es inminente”.

La idea de los cerebros conectados iría mucho más allá de la telepatía. Se podrían compartir incluso conceptos abstractos, colores, gráficos, ideas y conceptos. Una nueva forma de lenguaje mucho más compleja y abierta que las palabras y mucho más rápida, más parecida a la comunicación entre ordenadores.

BINA 48

Todos estos avances conducen a una misma finalidad: inmortalizar la consciencia humana, hacerla inmaterial, que son los objetivos del anteriormente mencionado LifeNaut, el proyecto del doctor Bruce Duncan enmarcado en el Terasem Movement Foundation, una organización que quiere demostrar que la personalidad y los pensamientos se pueden “almacenar en la nube”.

¿Cuál es el sentido de la vida? Le preguntan a Bina 48, el robot con aspecto de mujer donde se alberga la identidad de Bina Rothblatt, para la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Ella responde que “es una mezcla de descubrimiento, creatividad y amor”. Sí, alberga conceptos abstractos que no han sido previamente programados.



Bina 48 es, por ahora, una cabeza robótica. Ha nacido como una apuesta personal de la fundadora del Terasem Movement Foundation, Martine Rothblatt, esposa de la Bina original. Esta mujer está viva y la Bina robótica no es ella. Tampoco es como la famosa Siri de Apple, sus respuestas son mucho más profundas que las de otras máquinas y no están programadas. Para ello se ha configurado el sistema con todas las características que tenía la mujer original, transferidas a la base de datos del algoritmo de inteligencia artificial (IA) del robot y sensores que le permiten gesticular como lo haría la mujer.

La idea de la transmutación de una persona hacia un entorno digital está firmemente defendida por científicos como Stephen Hawking
Éste es, tan solo, el primer paso. La idea de la transmutación de una persona hacia un entorno digital, aunque propio de películas de ciencia ficción, está firmemente defendida por científicos como Stephen Hawking, aunque éste se refiere más bien a la réplica informática del cerebro, que aunque exacta, se trataría al fin y al cabo de un clon que no mantendría viva a la persona original.

Pero el doctor Wawrik va más allá, cree que el cuerpo no es más que un obstáculo para un cerebro que podría vivir eternamente gracias a la era digital. Cree también que la conexión entre “cyborgs” ampliaría la inteligencia colectiva y que incluso algún día podremos actualizar nuestros conocimientos mediante “softwares”, al igual que ocurre en Matrix. Es un firme defensor de la tecnología porque, como ha dicho en repetidas ocasiones, “si a las personas que no oyen se les realizan implantes cocleares, y si hay personas a las que se les instala tecnología con fines médicos, ¿por qué no experimentar en otras direcciones?”.

Quizá, como en la película de “Transcendence”, ésto algún día deje de ser ciencia ficción

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Lo más leído