La detección con microarray resuelve por qué hay niños con alergias de alimentos jamás ingeridos

Un reciente estudio que demuestra la presencia de alérgenos alimentarios, procedentes de la dieta materna, en el líquido amniótico de los fetos en gestación se ha realizado mediante esta cada vez más empleada técnica de análisis proteómico.

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11 febrero 2017 | 00:04 h
Imagen de un microarreglo.
Imagen de un microarreglo.
¿Por qué hay niños que tienen reacciones alérgicas a alimentos que jamás han ingerido? La respuesta a esta pregunta ha traído de cabeza a los especialistas durante mucho tiempo; porque, además, las alergias alimentarias han incrementado su incidencia en los últimos años, llegando a convertirse en un gran problema de salud pública.

Un grupo de investigadores ligado a la Fundación Jiménez Díaz y a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que en trabajos anteriores ya demostró la existencia de una sensibilización del bebé durante la lactancia a causa de la toma de alérgenos alimentarios presentes en la leche materna y procedentes de la dieta de la madre, ahora ha dado a conocer un estudio, publicado en la revista Pediatric Allergy and Immunology, que prueba como esta sensibilización ocurre mucho antes: en la etapa de gestación en el útero materno.

“Entrar en contacto con un alérgeno no implica desarrollar alergia obligatoriamente”
“Mientras los niños se están gestando en el útero materno, ¿tienen contacto con alérgenos? Esa era la pregunta que nos hacíamos”, explica a Saludigital.esCarlos Pastor, coautor de este trabajo e investigador de la Fundación Jiménez Díaz, que añade, “y hemos visto que sí, es decir, en el líquido amniótico, procedentes de la dieta de la madre, el feto entra en contacto con elementos alergénicos”. Pastor rápidamente aclara y reitera: “Lo que no quiere decir que sea esta exposición la que provoca la aparición de alergia”.


“Entrar en contacto con un alérgeno no implica que nos volvamos alérgicos”, insiste el especialista, que establece una comparación con el polen, “todos lo respiramos, pero no todos somos alérgicos”. Hoy en día se sabe que la exposición supone un factor importante a la hora de desarrollar una alergia, pero no el único, ya que, por citar otros dos, las condiciones ambientales y la carga genética desempeñan un papel muy importante.

¿CÓMO SE DESARROLLA UNA ALERGIA?

La alergia se define como una respuesta anormal del sistema inmunitario frente a sustancias habitualmente inofensivas del entorno, los llamados alérgenos. De modo que el sistema inmune reacciona de idéntica forma a como lo haría en presencia de un elemento patógeno y los alérgenos acaban unidos a moléculas específicas, los anticuerpos lgE. La unión de ambos, a la larga, desencadenará los síntomas de la alergia.

ESTUDIO DEL LÍQUIDO AMNIÓTICO

Para llevar a cabo el estudio ahora hecho público, los investigadores analizaron muestras del líquido amniótico de una veintena de mujeres: ocho después del parto y 12 de embarazadas que se sometieron a amniocentesis diagnóstica entre las semanas 15 y 20 de gestación. “De manera siempre voluntaria, y debido a que, con motivo de un estudio genético, a esta docena de mujeres se les realizó la prueba de amniocentesis diagnóstica, ellas nos cedieron una pequeña muestra del líquido amniótico que nosotros hemos utilizado para realizar la investigación”, puntualiza Carlos Pastor.

“Las muestras obtenidas del tercer mes de embarazo presentaban una concentración superior de alérgenos respecto a las muestras tomadas después del parto”
“Y, efectivamente, en el análisis del líquido amniótico detectamos específicamente la presencia de alérgenos”. El investigador cuenta que los alérgenos que tienen su origen en alimentos comunes, como son la leche, la fruta, el huevo o el pescado, aparecieron en mayor proporción. “Además”, sigue hablando Pastor, “las muestras obtenidas durante el tercer mes de embarazo presentaban una concentración superior de alérgenos respecto a las muestras tomadas después del parto”. Esta variación se debe al hecho de que, conforme avanza la gestación, la contribución de la madre en la formación del líquido amniótico disminuye al tiempo que es el propio feto quien pasa a realizar esta función; “por tanto, al no haber estado el feto todavía en contacto con los alérgenos, sólo con esos que le han llegado a través de su madre, la proporción de estos decrece”, argumenta Pastor.

La principal conclusión del estudio es que desde el útero materno el bebé ya se encuentra en contacto con alérgenos. Una posible próxima vía de investigación, plantea el especialista, pivotaría en torno al análisis, estudiando la dieta de la madre, de la presencia de alérgenos en la leche materna: “Luego, habría que relacionarlo con el desarrollo de alergia por parte del bebé, para investigar si un mayor consumo de determinados alérgenos guarda relación con el desarrollo de esta patología”, concluye.

MICROARRAY, TÉCNICA CADA VEZ MÁS EXTENDIDA

Este estudio se ha realizado dando forma a un microarray de anticuerpos para detectar los alérgenos alimentarios; una variedad de microarray o microarreglo similar al que se emplea con genes, pero con la diferencia de que lo que, en este caso, se adhiere a la superficie adaptada son anticuerpos específicos que unen alérgenos y permiten a los investigadores detectar su presencia de forma simultánea.



Aunque en poco tiempo ha ido ganando notoriedad, se trata de una técnica de laboratorio todavía bastante desconocida para la sociedad porque, ¿qué es exactamente un microarray? Los científicos lo definen como un formato experimental, basado en la síntesis o fijación de sondas, mediante el que se representan genes, proteínas o metabolitos, según se decida, sobre un sustrato sólido (cristal, plástico, sílice) expuesto a las moléculas diana o muestra.

Acerca de su funcionamiento, el nivel de hibridación entre la sonda específica y la molécula diana se indica generalmente mediante fluorescencia y se mide por análisis de imagen, mostrando el nivel de expresión del gen correspondiente a la sonda en la muestra problema. Hay distintos tipos de microarrays: de ADN, proteínas, tejidos o de expresión. Entre sus múltiples usos, esta técnica sirve para estudiar genes que se expresan de forma diferencial entre varias condiciones (sanos/enfermos, tratados/no tratados…), clasificar molecularmente enfermedades complejas y también para identificar los genes característicos de una patología.

En un microarreglo, la lectura y la cuantificación se realizan a través de un lector que genera fluorescencia verde, roja o amarilla
En un microarreglo, la lectura y cuantificación, para obtener la imagen producida por los puntos reconocidos, se realizan a través de un lector que genera fluorescencia verde, roja o amarilla. Las imágenes producidas son mapas de bits que deben cuantificarse, para ello son convertidos en valores numéricos y se asocian a los distintos genes estudiados mediante herramientas de cómputo.

Estos puntos del microarreglo poseen forma circular. Si el color empleado para genes sanos es el verde y el tono rojo para enfermos, los puntos que en el análisis aparezcan colorados se corresponderán a los genes que se expresan con mayor intensidad en enfermos, mientras que el verde guardará relación con esos genes que se expresen con mayor fuerza en individuos sanos. Amarillos, en cambio, serán aquellos con idéntica manera de expresión para uno u otro caso.
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