En el estudio, los investigadores han administrado almidón resistente en dosis moderadas a ratones convencionales libres de gérmenes (que carecen de microbiota intestinal) alimentados con una dieta rica en grasa, y han comprobado que mejoraban la resistencia a la insulina sin aumentar el peso o la grasa corporal. “Recientes estudios clínicos y en animales han demostrado que el almidón resistente mejora la resistencia a la insulina y los problemas asociados con el metabolismo de lípidos”, ha explicado la investigadora Nuria Salazar Garzo, del Instituto de Productor Lácteos de Asturias.
En este estudio se ha demostrado que el efecto beneficioso de la administración de este tipo de fibra sobre la resistencia a insulina se produce de manera independiente de la microbiota intestinal
Tradicionalmente, la microbiota intestinal ha sido considerada un mediador clave en el efecto beneficioso atribuido al consumo de almidón resistente, indica la investigadora: “La razón es que como consecuencia de la fermentación de la fibra se producen ciertos metabolitos bacterianos con efectos beneficiosos sobre el metabolismo lipídico y energético del hospedador”. Ahora, nuevas evidencias científicas sugieren también, sin embargo, el posible papel de otros mecanismos independientes de la acción de las bacterias intestinales. Precisamente, en este estudio se ha demostrado que el efecto beneficioso de la administración de este tipo de fibra sobre la resistencia a insulina se produce de manera independiente de la microbiota intestinal, puesto que los ratones del experimento carecían de ella. ÁCIDOS BILIARES MODIFICADOS
Los resultados sugieren que, en este caso, el efecto beneficioso podría estar mediado por modificaciones en la composición de los ácidos biliares y por la modulación inmune del tejido adiposo.
“La mejora de la resistencia a la insulina podría estar mediada por cambios en el perfil de los ácidos biliares fecales y por la modulación del sistema inmune innato”
“En el modelo de obesidad utilizado se ha observado que la mejora de la resistencia a la insulina podría estar mediada por cambios en el perfil de los ácidos biliares fecales y por la modulación del sistema inmune innato”, ha explicado Salazar Garzo. Se ha cuantificado la expresión de marcadores de macrófagos en tejido adiposo, ya que estas células inmunes están implicadas en el control de la sensibilidad a la insulina y los ratones alimentados con almidón resistente mostraban valores de expresión más bajos de estos marcadores. Los resultados obtenidos en este trabajo no invalidan, sin embargo, los obtenidos previamente en ratones utilizando dosis más elevadas de almidón resistente, donde se demuestra el papel beneficioso de la microbiota intestinal sobre el metabolismo del hospedador a través de varios mecanismos y se observan cambios sobre el peso y la grasa corporal.
EPIDEMIA DEL SIGLO XXI
La obesidad ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud como una epidemia del siglo XXI por las dimensiones adquiridas y su impacto sobre la morbilidad y mortalidad, incrementando el gasto del sistema sanitario de los países desarrollados. La obesidad puede ir también acompañada de otro tipo de desórdenes metabólicos que predisponen al desarrollo de enfermedad cardiovascular y diabetes mellitus tipo 2.
Este estudio ha sido liderado por la Universidad de Nebraska-Lincoln (en Estados Unidos), con la colaboración de investigadores del CSIC, la Universidad Católica de Lovaina (en Bélgica) y la Universidad de Alberta (ubicada en Canadá).
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