Una aguja ultrafina permite administrar fármacos a regiones cerebrales concretas

Este nuevo enfoque de dosificación directa, diseñado por especialistas del MIT, podría ayudar a reducir los efectos secundarios en el resto de regiones del cerebro y aumentar, así, la eficacia del tratamiento.

Sistema desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts
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1 febrero 2018 | 00:00 h

Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés Massachusetts Institute of Technology) ha desarrollado una cánula miniaturizada que emplea una aguja tan fina como un cabello humano para administrar directamente fármacos a regiones cerebrales muy específicas, con un milímetro cúbico de tamaño aproximado.

Este nuevo enfoque de dosificación directa podría permitir a los facultativos actuar en circuitos cerebrales específicos, lo que podría ayudar a reducir los efectos secundarios en el resto de regiones del cerebro y aumentar, así, la eficacia del tratamiento.

"Debido a que el cerebro es un organismo complejo, se necesitan urgentemente nuevas formas precisas para administrar medicamentos a nivel local"

"Incluso si los científicos y los médicos consiguen identificar una molécula terapéutica para tratar los trastornos neuronales, queda el problema de cómo administrar la terapia a las células correctas, las más afectadas en el trastorno", explica Ann Graybiel, investigadora involucrada en el estudio. "Debido a que el cerebro es un organismo complejo, se necesitan urgentemente nuevas formas precisas para administrar medicamentos a nivel local", advierte.

AGUJA INTERIOR

El nuevo dispositivo se compone de una serie de tubos conectados entre sí, con un diámetro aproximado de 30 micrómetros y una longitud de hasta 10 centímetros. Los especialistas utilizaron técnicas de microfabricación para conectar y organizar los tubos dentro de una aguja de acero inoxidable, con undiámetro cercano a las 150 micras, lo equivalente al grosor de un cabello humano.

"Creemos que este pequeño dispositivo podría tener un tremendo impacto en el análisis de las enfermedades cerebrales, así como en la capacidad de administrar productos biofarmacéuticos y realizar biosensores para el cerebro", concluye Robert Langer, especialista del MIT.

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