La regulación de proteínas, clave en la metástasis del cáncer

Según la investigación, la proteína evita que las células tumorales se difundan a través de los vasos sanguíneos

Células cancerosas (Foto: Freepik)
Células cancerosas (Foto: Freepik)
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28 agosto 2021 | 00:00 h

Las metástasis pueden desarrollarse en el organismo incluso años después de un tratamiento del cáncer aparentemente exitoso. Se originan a partir de células cancerosas que han migrado del tumor original a otros órganos, y que pueden permanecer allí inactivas durante un tiempo considerable.

Las células cancerosas pueden migrar desde el tumor a otros tejidos del cuerpo, donde sobreviven tras el tratamiento en una especie de hibernación llamada latencia. En la actualidad, la medicina oncológica se basa en el seguimiento de los pacientes con cáncer tras su tratamiento inicial para detectar el despertar de estas células para formar metástasis.

Ahora, un grupo de investigadores ha identificado una proteína especializada que parece ayudar a prevenir que las células tumorales entren en el torrente sanguíneo y se difundan a otras partes del cuerpo.

"Hemos descubierto que esta proteína, TRPM7, detecta la presión del fluido que fluye en la circulación y evita que las células se propaguen a través del sistema vascular", han explicado, detallando que han encontrado que las células tumorales metastásicas han reducido notablemente los niveles de esta proteína sensora, y es por eso que entran eficientemente en la circulación en lugar de alejarse del flujo de líquido.

Estos nuevos hallazgos han ayudado a arrojar luz sobre una parte poco entendida de la metástasis llamada intravasación, cuando las células cancerosas que se han separado de un tumor primario entran en la circulación para viajar a otras partes del cuerpo y establecer colonias.

Según la investigación, la proteína evita que las células tumorales se difundan a través de los vasos sanguíneos

Los investigadores muestran además que el aumento artificial de la expresión de TRPM7 en las células tumorales puede ayudar a detener la intravasación y, en última instancia, la metástasis.

"El proceso es similar a lo que sucede cuando tocas un hervidor de agua caliente, sientes que está caliente y te quitas la mano. La proteína detecta el flujo del líquido en el sistema circulatorio e instruye a la célula a invertir la dirección, inhibiendo así la intravasación", han señalado.

Para su experimento inicial, los investigadores observaron células sanas de fibroblastos moviéndose a través de microcanales dispuestos perpendicularmente en una configuración similar a una escalera en la que se podía controlar el fluido. Cuando estas células encontraron canales donde el líquido se movía, invirtieron su dirección en respuesta a la tensión de cizalladura ejercida por el flujo. Sin embargo, cuando las células encontraron canales donde el líquido no se movía, procedieron a ellos.

Los investigadores después utilizaron un proceso conocido como interferencia de ARN para bloquear las células de expresar TRPM7 y observaron que cuando esta proteína del sensor fue inhabilitada, las células sanas invirtieron no más la dirección en respuesta al flujo.

LAS CÉLULAS NORMALES TIENEN NIVELES MÁS ALTOS DE TRPM7 QUE LAS CÉLULAS DE SARCOMA

En experimentos posteriores, los investigadores encontraron que las células normales tenían niveles más altos de TRPM7 que las células de sarcoma (un tipo de células tumorales cancerosas), y que expresar artificialmente la proteína en las células tumorales aumentaba su sensibilidad al flujo de líquido.

Cuando las células normales invierten su dirección de migración, evitan la exposición al estrés de cizalla, pero este no es el caso de las células tumorales, ya que son menos sensibles, y por eso siguen entrando en el sistema circulatorio. "El objetivo era ver si podíamos tomar estas células cancerosas y hacer que se comporten como células normales y lo logramos", han celebrado.

Un análisis separado de los datos de pacientes humanos mostró que aquellos con osteosarcoma, mama, gástrico y cáncer de hígado que expresaron altos niveles de TRPM7 tenían más probabilidades de vivir más tiempo que aquellos con niveles más bajos de la proteína.

El equipo espera que estos hallazgos puedan conducir a nuevas terapias contra el cáncer utilizando la activación CRISPR, una herramienta emergente de edición de ADN.

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