Una de las mayores preocupaciones de una pareja cuando decide divorciarse suele ser el bienestar de sus hijos. Conscientes de este hecho, un equipo de científicos de la Universidad de Santiago de Compostela y de la Universidad de Vigo ha examinado el riesgo real que tienen los sucesores de sufrir algún tipo de problema de salud relacionado con la exposición a la separación de los padres. Los resultados del estudio, en el que participaron 467 niños y adolescentes de entre dos y 18 años, revelan que los hijos de progenitores separados tienen aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar problemas gastrointestinales, genitourinarios, dermatológicos y neurológicos que los de familias nucleares. No obstante, el propio equipo matiza las conclusiones y asegura que no es la ruptura en sí la que conlleva efectos negativos para el estado de salud de los hijos e hijas, sino la gestión inadecuada de la misma.