Frenar la fiebre Q es posible: este es el efecto de la vacunación en el ganado

Un grupo de investigadores del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario analizó durante 5 años la efectividad de la vacuna frente a la fiebre Q

Rumiantes libres de fiebre Q. (Foto: Freepik)
Rumiantes libres de fiebre Q. (Foto: Freepik)
Itziar Pintado
2 mayo 2024 | 10:00 h
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Para la fiebre Q, una enfermedad zoonótica, su principal reservorio son los rumiantes, siendo capaz de desencadenar tasas elevadas de abortos en estos animales. Una vez que el agente infeccioso, Coxiella burnetii, penetra en una explotación ganadera, puede perdurar en la población animal durante múltiples temporadas.

A pesar de la implementación de la vacunación con la formulación inactivada de Fase I, que reduce las bacterias considerablemente, la excreción puede continuar ocurriendo durante varias temporadas de partos de los animales. El tiempo que esta bacteria permanece en el ambiente de la granja después de un brote de fiebre Q, determina el período en el que el riesgo de infección es alto.

Para conocer mejor el efecto de la vacunación, un equipo de investigación del Departamento de Sanidad Animal, NEIKER-Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, realizó el seguimiento de la infección por Coxiella burnetii durante siete temporadas de parto, desde 2017 hasta 2023, en un rebaño de cabras lecheras que previamente experimentó un brote de abortos relacionados con fiebre Q y posteriormente fue sometido a vacunación con la vacuna inactivada de Fase I.

Conforme la inmunidad colectiva del rebaño decayó a partir de la cuarta temporada de cría, se extendió la vacunación al conjunto del rebaño

Inicialmente, solo se vacunó al ganado de reemplazo durante las primeras tres temporadas de cría, debido a la alta incidencia de infección tras el brote. No obstante, conforme la inmunidad colectiva del rebaño decayó a partir de la cuarta temporada de cría, se extendió la vacunación al conjunto del rebaño. Para monitorear la infección, se utilizaron técnicas de PCR en hisopos vaginales, heces y leche, mientras que el polvo y los aerosoles se analizaron para evaluar la contaminación ambiental de la enfermedad.

C. burnetii fue detectada mediante PCR en aerosoles recogidos dentro de las instalaciones de los animales durante todo el período de estudio, a excepción de la última temporada; mientras que los aerosoles recogidos al aire libre arrojaron resultados negativos en las tres últimas temporadas de cría.

Un año después del inicio del brote se percibió una disminución considerable en las cargas de excreción del agente infeccioso, aunque el porcentaje de animales excretores se mantuvo elevado hasta la tercera temporada de cría. Mientras que, en la séptima temporada de cría, no se detectaron animales excretores.

Asimismo, se observó una reducción significativa en la carga bacteriana excretada por los animales vacunados en comparación con los no vacunados, así como por animales jóvenes en comparación con los adultos.

Estos hallazgos señalan que el riesgo de infección para humanos y animales susceptibles puede mantenerse elevado durante al menos tres temporadas de cría, incluso cuando la excreción bacteriana es baja. Además, la investigación apunta a la efectividad de la vacuna, que reduce de forma significativa la enfermedad.

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