Intervenir en centros educativos contra el acoso escolar es eficaz para reducir el bullying

Investigadores del Hospital Gregorio Marañón realiza un análisis pionero para evaluar la eficacia y el impacto poblacional de estos programas en más de 111.600 estudiantes de entre 4 y 17 años.

El doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental (Foto: Hospital Gregorio Marañón)

El impacto poblacional de las intervenciones en los centros educativos contra el acoso escolar en Primaria y Secundaria es positivo y muy relevante. Esta es la principal conclusión de un metaanálisis pionero de ensayos clı́nicos aleatorizados realizado por investigadores del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y del CIBERSAM

En este análisis, publicado en Jama Pediatrics, que también cuenta con la participación del Hospital Clı́nico San Carlos de Madrid, el Hospital del Mar de Barcelona y la Universidad Complutense, se ha evaluado por primera vez la eficacia de intervenciones escolares contra el acoso, su impacto poblacional y la asociación entre las diferentes variables y los resultados. Los investigadores han concluido que estos programas son eficaces para reducir el bullying y para mejorar los problemas de salud mental de los escolares, y su eficacia no disminuye con el tiempo durante el periodo de seguimiento medio, que fue de más de 30 semanas

"El acoso escolar es un importante factor de riesgo para los problemas de salud mental en la infancia, adolescencia y en adultos jóvenes"

Según indica Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatrı́a y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón y coordinador del estudio, “el acoso escolar es un importante factor de riesgo para los problemas de salud mental en la infancia, adolescencia y en adultos jóvenes, pero si bien estudios previos habían apoyado la eficacia de los programas anti-bullying, su impacto poblacional, es decir, el número de personas en las que hay que intervenir para evitare el acoso, aún no estaba claro”.

Según explica David Fraguas, investigador del CIBERSAM, “también utilizamos el concepto impacto poblacional, definido como el número de personas en las que hay que intervenir para evitar un caso de la variable estudiada, en este caso, acoso escolar y problemas de salud mental, para determinar las medidas a tomar para todos los estudiantes, independientemente de los que tengan mayor riesgo individual”.

Los investigadores han realizado este metaanálisis de ensayos clı́nicos aleatorizados de 69 ensayos clı́nicos aleatorios, en el que participan 111.659 estudiantes: 56.511 en el grupo de intervención y 55.148 en el grupo de control. “Lo que buscamos era conocer la eficacia de estos programas de intervención en la reducción del acoso escolar y la mejorı́a de la salud mental de los niños y adolescentes que participan en los mismos”, señala Covadonga Dı́az-Caneja, del Instituto de Psiquiatrı́a del Hospital Gregorio Marañón.

Por ello, “la singularidad de este estudio radica en que se ha podido establecer el número de personas que tenemos que exponer a este tipo de intervenciones para que uno mejore. Hemos conseguido determinar que hay que incluir a 207 niños en un programa de este tipo para reducir un caso de acoso escolar. Pero estos programas también mejoran la salud y bienestar mental de los niños en los colegios, y para ello el número de menores en el programa es menor, de unos 120 niños”, señala Arango.

Además, se ha visto que la duración de las intervenciones no se asoció de manera estadı́sticamente significativa conla eficacia de la intervención. La eficacia de los programas anti-bullying no disminuyó con el tiempo durante el seguimiento (seguimiento medio de 30.9 semanas).

“El objetivo final de estos programas es desarrollar una serie de valores, actitudes y estrategias tanto en el cuerpo docente como en los niños para que por un lado no surja las situaciones de acoso, y, si llegan a darse, que duren el menor tiempo posible y no se perpetúe en el tiempo porque se tengan herramientas para reconducirlo"

“El objetivo final de estos programas es desarrollar una serie de valores, actitudes y estrategias tanto en el cuerpo docente como en los niños para que por un lado no surja las situaciones de acoso, y, si llegan a darse, que duren el menor tiempo posible y no se perpetúe en el tiempo porque se tengan herramientas para reconducirlo”, explica Covadonga Dı́az-Caneja.

“Hay que tener en cuenta que se calcula que alrededor del 20% de los niños van a sufrir algún tipo de situación de acoso a lo largo de su infancia, y ese porcentaje aumenta en algunas poblaciones como son los menores con alguna discapacidad”, señala la psiquiatra del Marañón. 

“El acoso escolar se asocia con consecuencias sobre la salud mental y fı́sica de los niños y adolescentes y que no se dan únicamente durante la infancia sino que persisten a largo plazo, con lo que intervenir con programas de prevención de acoso escolar no solo aporta beneficios a corto plazo, sino también a lo largo de la vida de los individuos”, incide Dı́az-Caneja.

NECESIDAD DE NUEVOS ESTUDIOS MÁS DIRIGIDOS A POBLACIONES VULNERABLES

Los investigadores del Hospital Gregorio Marañón destacan en su informe la necesidad de realizar nuevos ensayos mejor diseñados que evalúen los factores asociados con la efectividad de los programas contra el acoso, incluido el momento y la duración óptimos de las intervenciones, sus componentes esenciales y la asociación mediadora entre la prevención del acoso y la mejora de los problemas de salud mental.

Los estudios podrían informar programas de prevención del acoso más eficaces que promuevan una reducción en las tasas de acoso y mejoren la salud global y mental

Estos ensayos también deben probar especı́ficamente intervenciones dirigidas en poblaciones vulnerables con mayor riesgo de exposición al acoso, como las personas que viven con discapacidades y los jóvenes del colectivo LGBTQ. Los estudios podrı́an informar programas de prevención del acoso más eficaces que promuevan una reducción en las tasas de acoso y mejoren la salud global y mental.

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