Amparo es una jubilada de 72 años residente en la Comunidad Valenciana que se ha dedicado a la enfermería.Ha ejercido esta profesión a pesar de que, alrededor de los 18 años, comenzó a experimentar los primeros síntomas de lo que, años más tarde, acabaría siendo diagnosticado como temblor esencial.
Se trata de uno de los trastornos más frecuentes del sistema nervioso que provoca movimientos involuntarios y rítmicos. Aunque puede afectar prácticamente a cualquier parte del organismo, el temblor esencial se presenta con una mayor frecuencia en las manos, incidiendo de forma notoria en la realización de las tareas más simples.
“He padecido temblores desde hace muchos años pero no es algo que comentase al médico en un principio porque me fui acostumbrando a mi estado. Según iba temblando más, me iba adaptando a la hora de hacer las cosas”, explica Amparo en una entrevista concedida a ConSalud.es.
Amparo recuerda que alrededor de los 18 años comenzó a experimentar los primeros temblores. “Para mi trabajo era muy molesto”, cuenta explicando que su labor como enfermera se desarrollaba en Urgencias, entre otros servicios a lo largo de su trayectoria profesional.
Además, los pacientes “podían desconfiar al verme temblar, por lo que era un sufrimiento continuo”.
A lo largo de la entrevista comparte situaciones en las que los temblores se presentaban como obstáculos para el desarrollo de su labor, como la extracción de sangre o el manejo de objetos en el laboratorio, pero asegura que su confianza en poder hacer las cosas bien ha sido fundamental para evitar que los temblores controlasen su vida.
Fue acostumbrándose a esta situación hasta que necesitó someterse a una operación de Edema de Reinke en las cuerdas vocales. Esta intervención supuso un punto de inflexión ya que los médicos le comunicaron que, en su estado no podían operarla, por lo que fue derivada al neurólogo.
En este momento fue cuando le diagnosticaron temblor esencial y comenzó a recibir tratamiento. “Tomaba muchas pastillas, ya que tenía un tratamiento similar al de la epilepsia con tres fármacos en sus dosis máximas”, expresa recordando que los temblores continuaban agravándose “a pesar de las casi 20 pastillas diarias” que tomaba como resultado del tratamiento y otros problemas como la diabetes.
El tiempo fue pasando y un día, a través de un reportaje, Amparo encontró una posible solución a su problema. “Leí sobre HIFU (High Intensity Focused Ultrasound) y me interesó muchísimo ya que, tal y como se describía, la intervención sin cirugía y los resultados que reportaba era lo que yo necesitaba”.
Amparo comentó este hallazgo con su neuróloga, aunque ella todavía desconocía el tratamiento Neuro-Hifu, una técnica pionera en la que miles de haces de ultrasonidos traspasan el cráneo del paciente, sin cirugía y con efecto lupa, actuando en punto exacto de las células implicadas en las conexiones neuronales que generan el temblor.
Amparo señala que “pasó mucho tiempo hasta que me operaron y en un principio me dijeron que tenía que ir a Madrid”. En marzo de 2019 el tratamiento Neuro-Hifu para pacientes con temblor esencial llegaba a Valencia y ella se sometía a la intervención en mayo de ese mismo año.
“Duró exactamente tres horas. En mi intervención, además del doctor Gutiérrez, participó por videoconferencia el doctor Andrés Lozano, que dirigió la operación desde Toronto”. Lozano es el neurocirujano responsable del Área de Neurocirugía del Toronto Western Hospital (Canadá) y medical advisor de Ascires Grupo Biomédico, responsable de la implantación de esta técnica en Valencia.
Una de las principales ventajas que reporta esta técnica es que se logra un efecto de forma inmediata y puede ser medido en tiempo real, como demuestra el caso de Amparo. Además, no requiere un periodo de convalecencia y el paciente recupera la autonomía en pocas horas.
“¿Sabes lo que es que te digan ‘levanta la mano’, y levantar la mano sin temblar en absoluto?”, recuerda Amparo. “Era algo increíble, fue un milagro”.
“Desde la operación no tengo ningún problema. Me han tratado el lado izquierdo para mejorar el lado derecho y no me tiembla en absoluto”, explica recordando que en los últimos años antes de someterse a la intervención el temblor había alcanzado tal grado de intensidad que incluso le produjo caídas.
“A raíz de esto me fueron reduciendo la medicación contra los temblores. Tenía miedo de que se me dispararan en el lado izquierdo, pero no ha pasado. Creo que tiemblo menos que antes de la operación y, al tener firme el lado derecho, ya no me caigo. Mi calidad de vida ha cambiado por completo”, concluye Amparo.