Quirónsalud Barcelona, pionero en un tratamiento para la hiperplasia de próstata con vapor de agua

La técnica se llama Rezum y permite preservar, en hasta un 96%, la eyaculación anterógrada tras su aplicación

El doctor Enrique Rijo, responsable de la unidad de próstata del Servicio de Urología, aplicando el tratamiento
12 marzo 2019 | 11:05 h
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El Hospital Quirónsalud Barcelona ha incorporado de forma pionera una nueva técnica para el tratamiento de la hiperplasia benigna prostática. El doctor Enrique Rijo, miembro del Equipo de Urología y responsable de la unidad de próstata del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Barcelona, ha sido el primero en emplear en España el procedimiento conocido como Rezum el pasado mes de enero.

Este consiste en la inyección de vapor de agua en la próstata, lo que provoca la necrosis del tejido (muerte celular), que es después eliminado por el propio cuerpo solventando los problemas ocasionados por el crecimiento de la próstata en el paciente. La intervención se lleva a cabo a través de la uretra y no requiere ingreso, por lo que puede realizarse de forma ambulatoria.

En Estados Unidos la técnica Rezum cuenta con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata desde hace cuatro años. Ahora, con este bagaje de experiencia acumulado, llega a España, donde empezará a aplicarse en todo el territorio a partir de abril.

La intervención se lleva a cabo a través de la uretra y no requiere ingreso, por lo que puede realizarse de forma ambulatoria

Entre las ventajas de este nuevo procedimiento está que consigue preservar la eyaculación anterógrada en hasta un 96% de los casos, y su rapidez, puesto que tan solo son necesarios entre tres y siete minutos para realizarse. Sin embargo, “es una técnica que también tiene sus limitaciones. Solo puede aplicarse en pacientes con próstatas que no superen los 100 gramos, es decir, medianas o pequeñas. Aquellos que toman anticoagulantes tampoco podrían ser tratados con ella sin la suspensión previa del tratamiento”, explica el doctor Enrique Rijo.

TÉCNICA MÍNIMAMENTE INVASIVA

Una vez que el procedimiento se lleva a cabo, el paciente ya puede regresar a su casa y lo único que necesita es llevar una sonda durante cuatro días, que le será retirada también en el centro hospitalario donde se le practica la intervención. “Esto es debido a que se produce una inflamación que puede obstruir el flujo de la orina. Es un pequeño peaje que hay que pagar por esta técnica, que no supone un inconveniente mayor”, continúa el doctor Enrique Rijo.

El último estudio de la técnica Rezum publicado recientemente en la revista científica Urology comunicó una tasa de retratamiento de solo el 4,4% de los casos durante los cuatro años de seguimiento. Al tratarse de una intervención mínimamente invasiva, se reducen también los riesgos asociados y los efectos secundarios. Molestias al orinar, escozor o una pequeña presencia de sangre en la orina es lo máximo que puede llegar a producirse. En todo caso se trata de efectos temporales y transitorios. “A partir de las dos semanas el paciente empezará a notar que mejora en su sintomatología, aunque no será hasta los tres meses cuando se consigan los beneficios máximos”, incide el doctor Rijo.

La enfermedad provoca el agrandamiento de la glándula prostática, lo que ocasiona que la uretra se comprima, reduciendo e incluso llegando a bloquear el flujo de la orina

Con este procedimiento, además, se preserva la próstata y todas sus funciones, al ser mucho menos radical que otras técnicas. Esto hace que, pasado un tiempo, pueda ser necesario volver a practicar la intervención. “La próstata puede volver a crecer, pero hasta pasados diez años como mínimo es probable que no sea necesario intervenir nuevamente. Sin embargo, es mucho más molesto el estar con un tratamiento farmacológico que hay que tomar diariamente y que puede tener efectos secundarios que el paciente no está dispuesto a asumir. En estos casos, antes de un procedimiento mucho más radical, es interesante disponer de opciones más conservadoras como es el caso del Rezum, explica el doctor Enrique Rijo.

ENFERMEDAD MUY PREVALENTE

La hiperplasia prostática benigna es un trastorno asociado con la edad y con una alta prevalencia. Un 50% de los hombres con edades entre los 50 y los 60 años la padecen. En aquellos con más de 80 años, el porcentaje asciende hasta el 90%. Es, por tanto, un trastorno que en los próximos años se espera que aumente significativamente con el envejecimiento de la sociedad.

No se trata de una enfermedad que ponga en riesgo la vida de los pacientes, pero sí que incide de forma significativa en su calidad de vida. El agrandamiento de la glándula prostática ocasiona que la uretra se comprima, reduciendo e incluso llegando a bloquear el flujo de la orina. Existe la posibilidad de un tratamiento farmacológico con alfabloqueantes. Pero estos tienen efectos secundarios, como la eyaculación retrógrada, y pueden perder eficacia con el tiempo.

Hasta hace poco, la alternativa era un tratamiento con las técnicas clásicas como la cirugía abierta o la resección transuretral (RTU) de la próstata, en las que pueden existir complicaciones como la incontinencia urinaria, sangrado o disfunción eréctil y la eyaculación retrógrada. Técnicas más recientes y menos invasivas como la vaporización o la enucleación prostática con láser evitan muchas de esas complicaciones. Sin embargo, pueden afectar a la eyaculación. Pero en los últimos años se ha avanzado en el desarrollo de nuevas técnicas que eviten este problema. “El Aquablation y el Rezum se distinguen de otras alternativas en que son capaces de preservar la eyaculación, algo que muchos pacientes consideran importante. Se trata de dos técnicas complementarias la una con la otra y por tanto con perfiles de pacientes diferentes”, concluye el doctor Rijo.

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