Investigadores del CNB-CSIC investigan anticuerpos monoclonales contra la Covid-19

Investigadores del Centro Nacional de Biotecnología en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) están desarrollando proyectos para obtener anticuerpos monoclonales y poder hacer frente a la COVID-19.

Científico analizando muestras de sangre en un laboratorio (Foto. Freepik)
Científico analizando muestras de sangre en un laboratorio (Foto. Freepik)
28 diciembre 2021 | 16:15 h

Investigadores del Centro Nacional de Biotecnología en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) están desarrollando proyectos para obtener anticuerpos monoclonales y poder hacer frente a la COVID-19 junto a vacunas y antivirales.

Estos fármacos biológicos son una opción terapéutica para pacientes con riesgo de sufrir una infección grave por coronavirus. Estos anticuerpos se suman a las vacunas y los fármacos antivirales para formar el trío de principales herramientas terapéuticas para hacer frente a la pandemia. La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) ha autorizado el uso de algunos tipos de anticuerpos monoclonales.

Los anticuerpos son un tipo de proteínas que aparecieron en los seres vivos con los primeros vertebrados, hace unos 500 millones de años

La técnica de los anticuerpos monoclonales consiste en clonar los anticuerpos procedentes de pacientes que han superado la COVID-19 y que les han ayudado a neutralizar el coronavirus. Los anticuerpos sintéticos se pueden producir en laboratorio de forma ilimitada y podrían servir para proteger a la población frente al coronavirus. Serían una especie de versiones sintéticas de las defensas producidas de forma natural por el sistema inmunitario.

Los anticuerpos son un tipo de proteínas que aparecieron en los seres vivos con los primeros vertebrados, hace unos 500 millones de años. Son moléculas esenciales en el sistema inmunitario (también se los conoce como inmunoglobulinas). Su papel consiste en 'patrullar' por el interior del organismo y unirse a cualquier estructura que se considere como extraña. Así, lanzarán la voz de alarma para poner en marcha otros mecanismos inmunitarios que destruyan dichos elementos potencialmente peligrosos para el organismo, como virus, bacterias, células tumorales o células infectadas.

El tratamiento de la COVID-19 con anticuerpos monoclonales se basa en la inyección de moléculas de este tipo con capacidad para reconocer de manera específica a la proteína S del SARS-CoV-2 (la 'llave' que permite al virus entrar en las células para infectarlas) y unirse a ella con una alta afinidad. Es decir, quedarán bien enganchados.

"Es una forma de intervenir con inmunoterapia pasiva que podría ser útil para el tratamiento de pacientes inmunodeprimidos, con deficiencia del sistema inmunitario. Porque se está activando la respuesta inmunitaria desde fuera al inocular una molécula como si fuera un medicamento", explica Leonor Kremer, investigadora del CSIC en el CNB-CSIC, con una amplia experiencia en generar estas proteínas.

Los anticuerpos monoclonales actúan a dos niveles. Por un lado, permiten reconocer las partículas virales y a las células infectadas para que sean atacadas por células del sistema inmunitario. Por otro, pueden bloquear físicamente la interacción entre el virus y la célula e impedir la entrada del primero.

"Lo que los convierte en un medicamento idóneo es esa capacidad de estimular una respuesta inmunitaria celular y de generar cambios incluso a nivel inflamatorio de los anticuerpos terapéuticos, junto con su alta especificidad y baja toxicidad"

Además, los anticuerpos monoclonales son capaces de responder directamente contra el virus, marcarlo e informar al sistema inmunitario de su presencia para que células como los macrófagos o las 'natural killer' (un tipo de célula inmunitaria que elimina células infectadas) entren en acción.

"Lo que los convierte en un medicamento idóneo es esa capacidad de estimular una respuesta inmunitaria celular y de generar cambios incluso a nivel inflamatorio de los anticuerpos terapéuticos, junto con su alta especificidad y baja toxicidad", afirma Kremer.

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