La lactancia evita problemas de salud bucodental y maxilar

La lactancia materna fomenta el desarrollo de la musculatura oral, la respiración y la fonación del bebé

Bebé lactando (Fuente: Freepik)
Bebé lactando (Fuente: Freepik)
Dentalia
7 agosto 2023 | 10:00 h
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Según el Consejo General de Dentistas, la lactancia materna interviene en el desarrollo de la musculatura oral, la respiración y la fonación del bebé, favoreciendo una óptima salud bucodental en el futuro del recién nacido.

“Si todos los humanos recibieran lactancia del seno materno al menos hasta el primer año de vida, no existirían tantos problemas de salud bucodento-maxilar”, explica Elizabeth Álvarez Barallobre, odontóloga de la Asociación Dental Yucateca quien afirma que con excepción de las malformaciones congénitas, la mayoría de las patologías bucales son prevenibles, y que respirar, succionar y deglutir son los primeros reflejos que tiene una persona al nacer, por lo que con la lactancia, apunta la Dra. Álvarez, “empieza un verdadero circuito de ejercicios neuromusculares que ayudan a que su sistema estomatognático (dientes, huesos, músculos, ligamentos, lengua, mejillas, frenillos, senos paranasales, glándulas salivales, orofaringe…) crezcan y se terminen de desarrollar de forma perfecta y armónica”.

“Amamantar, fomenta la respiración nasal y evita problemas en el futuro como ronquidos rinofaringitis o mal aliento”, apunta la experta

Según el Consejo de Dentistas, el ejercicio que supone para el lactante obtener su alimento fortalece la musculatura oral y el desarrollo armónico de la mandíbula, promueve una correcta forma del paladar y aumenta el flujo salival. “El pecho materno moldea estos huesos, haciéndolos de tamaño transversal adecuados, evitando paladares profundos y/o colapsados, y por lo tanto que haya menos probabilidades de tener dientes en mala posición”, señala la doctora.

La lactancia también es beneficiosa para la respiración ya que un crecimiento inadecuado de la mandíbula afecta a la respiración del bebé y, como consecuencia, influye en el sueño, en la memoria y en la concentración. Según la Dra. Álvarez: “Amamantar, fomenta la respiración nasal y evita la respiración bucal, la cual a la larga trae problemas de ronquidos, resequedad, faringo-amigdalitis, rinofaringitis, amígdalas hipertrofiadas y mal aliento”.

Y por último, según los expertos, la lactancia también ayuda a la mejora del habla dado que la posición de los labios en el pezón favorece el desarrollo perioral y la posterior pronunciación de fonemas. “Lactar obliga a adoptar la correcta posición de la lengua en el paladar y evita la colocación que se relaciona con la mala pronunciación de algunos fonemas, como la R y la S; además, una lengua mal posicionada con el tiempo empieza a empujar los dientes frontales hacia adelante y causa mordida abierta, es decir, los dientes frontales superiores e inferiores no hacen contacto, con el consiguiente mal sellado de los labios y el babeo”, apunta Álvarez.

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