Se presentan en las facultades de Medicina dos años antes de que los estudiantes acaben la carrera, les presentan los buenos resultados de sus alumnos y les regalan materiales de estudio, sin compromiso alguno a la hora de matricularse.
Esta estrategia de marketing provoca un efecto llamada entre los alumnos, que acaba convirtiendo a las academias de preparación de la prueba de médico interno residente (MIR) en un recurso imprescindible a juicio de los facultativos. El propósito es obtener una buena plaza en la prueba y, a su vez, se genera un importante negocio para las propias entidades.
Algunas de las preguntas que las academias brindan a sus alumnos para que entrenen han acabado apareciendo en el examen, que este año consta de un cuestionario de 175 preguntas más 10 de reserva
A cambio de ello, las academias ofrecen cuidadas clases y manuales sobre los posibles temas que pueden aparecer en el examen. Aunque, para la gran mayoría de los galenos, lo más valioso de estos cursos son los simulacros, donde se recrean milimétricamente las condiciones de la prueba.
A veces, incluso, algunas de las preguntas que las academias brindan a sus alumnos para que entrenen han acabado apareciendo en el examen, que este año consta de un cuestionario de 175 preguntas más 10 de reserva, cada una de las cuales constará de cuatro opciones de respuesta con solo una correcta.
Uno de los aspectos que abocan a muchos médicos a depender de las academias es la falta de un temario específico para la prueba, algo que han reivindicado en varias ocasiones desde diversas instituciones. Un temario que, coinciden los expertos, no deben ser las facultades las que preparen específicamente para el examen porque, a su juicio, esta prueba no evalúa la competencia profesional, sino unos conocimientos puntuales.