Laura Cloux: “El uso de pantallas en menores de 2 años limita el desarrollo armónico del cerebro"

Durante los primeros años de vida, el bebé aprende a manejar su cuerpo, “seleccionando la cantidad de información que entra en el sistema, a la que debe prestar atención y por tanto reaccionar ante ella”

Bebé sosteniendo una tablet (Foto. Freepik)
Bebé sosteniendo una tablet (Foto. Freepik)
Verónica Serrano
6 octubre 2023 | 10:00 h

El uso de los dispositivos electrónicos está ya a la orden del día y muchos padres no dudan en ofrecérselos a sus hijos para que se distraigan. Sin embargo, todos sabemos que el uso de las pantallas es perjudicial para la salud y a diferentes niveles, y aun así, algunos pequeños saben manejar opciones básicas en los móviles de sus padres incluso antes que comenzar a hablar. Cada vez les exponemos antes y, aunque está bien que aprendan a desenvolverse en el entorno digital, quizá sea un poco precipitado comenzar cuando todavía son bebés. 

Laura Cloux Valle (Foto. Laura Cloux Valle)

Para hablar con un poco más de propiedad sobre este tema, desde Estetic nos hemos puesto en contacto con Laura Cloux Valle, logopeda y profesora de la Universidad Europea de Madrid. La experta nos indica que hay varios estudios que arrojan números distintos acerca de este tema y, por lo tanto, es difícil hacer estimaciones exactas sobre cuál es la media del uso de las pantallas en niños menores de 2 años, pero los datos oscilan entre los 30 minutos y las 5 horas al día aproximadamente.

Entre las causas que han propiciado este auge, la logopeda señala que hay una respuesta múltiple. En primer lugar, encontramos el cambio del ritmo de vida, pues la sociedad “tiene menos tiempo para dedicarle al autocuidado y a las relaciones interpersonales y esto incluye el cuidado y crianza de los hijo/as”. Además de la dificultad para la conciliación familiar, la experta destaca “la decisión de crear una familia cada vez se logra más tarde, con lo cual también el entorno del niño es de mayor edad y tiene menos energía para su cuidado”.

"Los adultos dedicamos no sabemos entretenernos sin las pantallas. ¿Cómo vamos a saber enseñar a un niño a entretenerse o inventarse un juego?"

En segundo lugar, la exposición constante de los niños a las pantallas, ya sea en los letreros del metro o de las consultas médicas, “no deja de ser un estímulo presente luminoso y brillante que a todo cerebro atrae y, por supuesto, también atrae al cerebro de un bebé o niño pequeño que todavía no ha desarrollado estrategias que le permitan cancelar estímulos innecesarios”. Y, por otro lado, encontramos que la tecnología y las pantallas se utilizan como método de entretenimiento. “Los adultos dedicamos horas y horas a recibir exceso de información, alguna útil y otra no tanto a través de estos dispositivos, ya no sabemos entretenernos sin ello. Por tanto, ¿cómo vamos a saber enseñar a un niño a entretenerse o inventarse un juego? Ante la falta de ideas acaba resultando sencillo caer en la tentación de dejarle una pantalla que le entretenga de la misma manera que lo hace con nosotros”.

¿CÓMO AFECTA EL USO DE LAS PANTALLAS A LA SALUD DEL BEBÉ?

Los bebés menores de dos años se encuentran en la etapa de crecimiento en la que distinguen los primeros estímulos, así que la exposición y el uso de las pantallas van a condicionar su desarrollo. La experta nos explica que, desde que nacen, “el cerebro de los niños se encuentra en constante desarrollo y no sólo absorben información, sino que también aprenden a interactuar con el medio”. Además, “durante los primeros años, las conexiones cerebrales se establecen y fortalecen, y todas las partes están en constante comunicación y sintonía con el objetivo de crear un desarrollo y crecimiento armónico y sano”. Así, el bebé deberá aprender a manejar su cuerpo, “seleccionando la cantidad de información que entra en el sistema, a la que debe prestar atención y por tanto reaccionar ante ella”.

Por otro lado, la logopeda nos explica la existencia de varios estudios que han demostrado que la utilización de las pantallas genera dopamina, la hormona relacionada con la felicidad y que nuestro cuerpo libera cuando vivimos procesos en los que estamos disfrutando o que nos satisfacen. Por lo tanto, si cuando usamos pantallas vamos liberar dopamina, “nuestro cerebro va a querer emplearlas más y durante más tiempo”. Sin embargo, “cuando ese tiempo se limita y aparece la necesidad de emplearlas, comenzamos a segregar cortisol, la hormona ‘mala’ propia de la ansiedad, estrés o cansancio, que genera una sensación de malestar y aturdimiento neuronal que no permite el correcto funcionamiento”.

LIMITACIONES EN EL SISTEMA RETICULAR ACTIVADOR ASCENDENTE

Atendiendo a esta última afirmación, la experta quiere aclararnos un poco más cómo impacta negativamente la utilización de las pantallas en los bebés. Para ello, nos habla del Sistema reticular activador ascendente (SRAA), una región del cerebro que es la que “permite que fijemos nuestra atención en los estímulos relevantes”. “El principal aprendizaje de todos es el desarrollo de la atención y alerta y la neurociencia ha logrado comprobar cómo mediante el uso de las pantallas, este sistema es menos funcional ya que únicamente se estimulan ciertas áreas cerebrales muy limitadas, haciendo que nuestro cerebro busque cada vez un estímulo más inmediato y perdiendo la capacidad de espera, de razonamiento fluido, de velocidad de procesamiento, entre otros muchos”.

“Cuando el tiempo de uso de las pantallas se limita y aparece la necesidad de emplearlas, comenzamos a segregar cortisol"

Como mencionábamos anteriormente, el cerebro está en pleno desarrollo durante los primeros años de vida, así que “el uso de las pantallas limita ese desarrollo armónico en todas las áreas cerebrales”, teniendo un fuerte impacto en distintos aspectos de la salud y crecimiento del niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los riesgos comprenden un aumento del peso u obesidad, alteraciones en el ritmo del sueño, trastornos de conducta, mayor irritabilidad, retrasos del desarrollo del lenguaje y cognitivo, aumento de los trastornos por déficit de atención, adicciones, trastornos emocionales y problemas de autoestima.

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