Cómo afrontar el vaginismo: causas y soluciones

En el vaginismo, los músculos vaginales se tensan involuntariamente a pesar del deseo personal de mantener relaciones sexuales

Pareja en la cama (Foto. Freepik)
Pareja en la cama (Foto. Freepik)
Lorena García - Redactora
24 diciembre 2021 | 15:00 h
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El vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos que están alrededor del orificio de la vagina en mujeres sin anomalías en los órganos genitales. La contracción del músculo en tensión hace que las relaciones sexuales o cualquier actividad sexual que implique la penetración se vuelvan dolorosas o imposibles.

La mayoría de las mujeres con vaginismo no soportan las relaciones sexuales; en algunos casos tampoco se tolera el uso de tampones. El diagnóstico se basa en los síntomas y en la exploración ginecológica, realizada lo más suavemente posible. Se enseña a la mujer a tocarse el área genital, acercándose poco a poco a la vagina para acostumbrarse a tocarla sin experimentar dolor, luego a introducirse un dedo y después conos cada vez mayores. Estos ejercicios pueden permitir tener relaciones sexuales sin el dolor temido.

En el vaginismo, los músculos vaginales se tensan involuntariamente a pesar del deseo personal de mantener relaciones sexuales. El vaginismo suele comenzar cuando se intenta tener relaciones sexuales por primera vez. Sin embargo, a veces aparece más tarde, por ejemplo cuando otro factor hace que las relaciones sexuales sean dolorosas por primera vez o cuando se intenta mantener relaciones íntimas estando emocionalmente angustiada. Como las relaciones sexuales pueden ser dolorosas, se temen.

En el vaginismo, los músculos vaginales se tensan involuntariamente a pesar del deseo personal de mantener relaciones sexuales

Este miedo hace que los músculos se tensen aún más, y ello causa o aumenta el dolor cuando se intenta el coito. Se desarrolla una reacción refleja, de modo que cuando se presiona la vagina o a veces incluso solo se toca, los músculos vaginales se tensan de manera automática (por reflejo). Por lo tanto, la mayoría no toleran las relaciones sexuales o cualquier actividad sexual con penetración. A veces no se soporta la introducción de un tampón, o ni siquiera se ha intentado nunca. Sin embargo, en la mayoría de los casos de vaginismo puede disfrutarse con la actividad sexual que no implique penetración.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico se establece basándose en la descripción que hace la mujer de la alteración y los antecedentes sexuales, que incluyen la niñez y la adolescencia, y en la exploración ginecológica realizada a continuación.

Para que se tolere mejor la exploración, se actúa de manera lenta y suave a la vez que se explica con detalle lo que se está haciendo. Se puede ofrecer un espejo a la mujer para ver los genitales, y en algunos casos se le sugiere que guíe la mano del médico o los instrumentos hacia la vagina. Por lo general, se tiene que realizar algún tratamiento antes de poder hacer la exploración ginecológica. Se buscan cicatrices, infecciones u otras anomalías para determinar si podrían ser la causa de los síntomas. Cuando se trata de vaginismo, no se encuentran tales anomalías.

TRATAMIENTO

El tratamiento se orienta a reducir la tensión de los músculos vaginales y el miedo al dolor que aparece cuando se tocan la vagina y la zona circundante. Con el fin de debilitar este reflejo, se instruye para que se realicen determinados ejercicios de tacto.

Al principio se toca una zona lo más cerca de la abertura vaginal como se pueda sin causar dolor. Cada día se debe avanzar un poco más hacia la abertura, aumentando lentamente lo cerca que puede aproximarse a la vagina sin causarse dolor. Cuando se pueden tocar los tejidos circundantes a la abertura (los labios), puede practicarse su apertura. Se recomienda utilizar un espejo para ver los genitales. Se enseña a empujar hacia abajo (como al defecar) porque eso hace que la vagina se abra más, de modo que pueda verse con mayor facilidad. Con el tiempo a mujer podrá tocarse la abertura de la vagina sin causarse dolor. A continuación se le enseña a introducirse un dedo en la vagina, presionando o haciendo fuerza hacia abajo mientras se introduce el dedo para ensanchar la abertura y hacer más fácil la inserción.

Cuando se realizan estos ejercicios sin sufrir dolor, se puede empezar a colocar en la vagina dilatadores en forma de cono. El dilatador se deja de 10 a 15 minutos. Así, los músculos vaginales se van acostumbrando a la presión. Si la mujer se siente cómoda con un dilatador, se van usando dilatadores progresivamente más grandes, que poco a poco aumentan la presión en la vagina. Al final, se invita al compañero sexual a ponerle un dilatador en la vagina. Así se aprende a relajar los músculos vaginales y a anular la tensión refleja.

Cuando la pareja puede insertar el cono sin causar dolor, la actividad sexual de la pareja puede incluir tocar el área genital de la mujer con el pene de la pareja, pero sin entrar en la vagina.

Solo después de completar estos pasos se debe intentar mantener relaciones sexuales de nuevo. Suele recomendarse que la mujer sostenga el pene de su compañero y se lo coloque total o parcialmente en la vagina, de la misma manera que se introduce el dilatador. Algunas se sienten más cómodas colocándose encima en este momento de la relación sexual. Este proceso puede hacer que algunos hombres sean demasiado prudentes o muy reacios a empujar, o que pierdan la erección. En tal caso puede ser útil un inhibidor de la fosfodiesterasa (como sildenafilo, tadalafilo o vardenafilo).

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