Tener embarazo durante el sexo siempre ha sido un tema tabú. Se ha tenido la idea errónea de que resulta peligroso para el feto, pero la realidad es otra. Ha quedado demostrado que tener relaciones sexuales durante los nueve meses de gestación no es solamente bueno para el bebé, sino también para los futuros padres y para preparar a la madre de cara al parto.
Tal y como explica la doctora Isabel Rodríguez-Piñero ginecóloga del Hospital Ruber Internacional, mantener relaciones sexuales durante el embarazo ayuda a disminuir el estrés porque durante el orgasmo se libera oxitocina, la hormona del amor que es buena liberar tanto para la madre como para el bebé. Además, al practicar sexo estamos preparando al cuerpo para el momento de sentir las contracciones ya que “al liberar la hormona se pueden tener contracciones, no pasa nada a menos que sean dolorosas y rítmicas” explica la ginecóloga.
Al practicar sexo estamos preparando al cuerpo para el momento de sentir las contracciones.
Durante los meses de gestación, el cuerpo de la mujer sufre muchos cambios haciendo que incluso algunas de ellas dejen de verse sexys o bonitas. Es muy importante que la mujer se sienta querida por su pareja, por eso "las relaciones de pareja, los masajes, abrazos, caricias y besos, todo el contacto físico y afectivo, ayuda también a liberar oxitocina" explica Elena Iracheta, psicóloga del Hospital Ruber Internacional.
La incomodidad de la tripa hace que durante el embarazo las mujeres sufran problemas de sueño como el insomnio. Teniendo relaciones sexuales dejamos al cuerpo agotado por el esfuerzo físico y esto hace que después tengamos mejor descanso y un sueño más profundo.
PRECAUCIONES
Aunque como hemos visto aporta múltiples beneficios para la mujer y el bebé, lo cierto es que se debe de tener cuidado. Se deben de evitar posiciones que pudieran causar una presión excesiva sobre el vientre, lo mejor es buscar posturas cómodas para la mujer. También se debe evitar la penetración en los dos últimos meses de embarazo, sobre todo a partir de la semana 36, para evitar la posibilidad de sufrir infecciones que puedan afectar a la madre, al bebé o incluso el momento del parto.