Mamografías: para qué sirven y cuándo hacerlas

La mamografía es una prueba de cribado para el cáncer de mama esencial para diagnosticar los tumores en fases iniciales

La mamografía es la prueba para diagnosticar cáncer de mama
La mamografía es la prueba para diagnosticar cáncer de mama
CS
13 abril 2022 | 14:00 h

La mamografía es una prueba de diagnóstico que consiste en la realización de una radiografía de las mamás. Normalmente, se usa como prueba de cribado para detectar el cáncer de mama en sus fases iniciales y se realiza rutinariamente en el marco de las revisiones ginecológicas aunque la paciente no presente ningún síntoma.

Además, también se prescribe fuera de este contexto en casos en los que la mujer ya ha detectado síntomas sospechosos, tales como dolor en una zona de la mama, un bulto (visible o no exteriormente), secreciones por uno o los dos pezones, sangrado, una heridita o úlcera que no se cura.

La mamografía es una prueba de cribado para el cáncer de mama esencial para diagnosticar los tumores en fases iniciales

Aunque los mamógrafos han ido mejorando en precisión, lo cierto es que no siempre se obtienen conclusiones tajantes de sus imágenes. Si, por ejemplo, la mujer tiene mamas muy densas, algo frecuente en las pacientes más jóvenes o en mujeres con tratamientos hormonales, es posible que el especialista recomiende la realización de una ecografía complementaria.

Por otro lado, a veces la mamografía detecta lesiones muy pequeñas cuyas imágenes no permiten apreciar si son o no malignas, en cuyo caso puede ser necesaria una biopsia, a criterio del especialista.

¿A QUÉ EDAD SE HACE UNA MAMOGRAFÍA?

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda comenzar con las mamografías a partir de los 45-50 años, en mujeres sin riesgo aumentado y mantener el programa de cribado anual entre los 50 y los 69 años.

Asimismo, la Asociación Española contra el Cáncer (AEC) cree que es conveniente hacerlas a partir de los 40 años con periodicidad anual y empezar a hacerlas cada dos años a partir de los 55 si no se ha detectado ningún cambio sospechoso. No obstante, en función de los antecedentes familiares y las circunstancias clínicas de cada paciente, el especialista puede modificar esta recomendación general.

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