Rotar en el extranjero como MIR: “Sirve para darse cuenta del talento que hay en España"

Patricia Gutiérrez, neumóloga del Hospital Regional Universitario de Málaga, comparte con ConSalud.es cómo fue su experiencia como R4 de Neumología en el Shanghai Pulmonary Hospital, en China.

Shanghai Pulmonary Hospital, en China

La neumóloga del Hospital Regional Universitario de Málaga, Patricia Gutiérrez, ha explicado a ConSalud.es su experiencia en el Shanghai Pulmonary Hospital, en China como, R4 de Neumología.

¿Por qué decidió hacer una rotación en el extranjero durante su formación MIR?

La verdad es que yo siempre he sido muy aventurera: me ha gustado viajar, compartir experiencias, aprender idiomas y, además de eso, me gusta mucho la Medicina. Por tanto, irme a un centro extranjero con una dinámica y unos recursos completamente diferentes supuso un estímulo muy emocionante.

¿Qué trámites tuvo que llevar a cabo tanto para solicitar la rotación como los relativos al viaje?

Eso no fue nada sencillo, la mayor dificultad que encontré durante todo el proceso fue la tramitación del visado chino porque tuve que enviar al Consulado muchísimos documentos, así como desde allí también tenían que realizar algunas gestiones. Mis tutores en España y mi médico de China me lo facilitaban todo, pero tuve que estar unos seis meses de papeleo: enviando el permiso de docencia, la carta de aceptación, el visado, el seguro médico, el seguro de responsabilidad civil…un trámite nada fácil pero al final lo conseguí.

Una vez que llego allí, ¿cómo desarrolló su labor como MIR en el nuevo hospital?

Básicamente una vez que estuve allí, mi trabajo consistió en introducirme de lleno en la dinámica de un hospital que era completamente nueva para mí: visitaba diariamente a los pacientes en la planta de hospitalización, pasaba consulta con mi tutor, atendía urgencias durante las guardias y pasé mucho tiempo aprendiendo las técnicas que ellos realizan en enfermedades pulmonares.

¿Qué diferencias encontró respecto a su formación MIR en España?

Lo más emocionante y diferente para mí respecto a los hospitales españoles fue el desarrollo tecnológico, que iban muy por delante de los aquí, porque allí tienen medios para todo. La diferencia está, sobre todo, en la tecnología.

¿Y cómo se manejó con el idioma?

Sin duda, esa fue la mayor dificultad porque no todos los médicos chinos hablaban inglés, de modo que la barrera idiomática muchas veces era grande. Por ejemplo, un momento complicado eran las sesiones clínicas -que se hacían una vez a la semana en ingles- y aunque había compañeros que no tenían un buen nivel de inglés se esforzaban por integrarse y explicarme lo que se estaba discutiendo en cada momento.

Luego mi tutor me traducía siempre los casos clínicos, y yo le aportaba mi punto de vista, siempre en ingles, y desde ese punto de vista fue un estímulo para ellos se lanzase a hablar inglés. En cambio, con los pacientes era más complicado porque todos hablaban chino pero, como siempre iba acompañada por un médico del hospital, éste me traducía sin problemas.

En cuanto a la parte de técnica, era mucho más sencillo porque no había comunicarse con el paciente y simplemente es hacer la técnica en cuestión.

¿Qué le aportó esta experiencia personal y profesionalmente?

Solo me ha aportado cosas positivas, desde el punto de vista personal me sirvió para darme cuenta de que no hay que ponerse límites porque la curiosidad te hace más rico: no hay que tener miedo a salir de la comodidad del día a día porque el mundo está lleno de gente maravillosa y lugares espectaculares que uno no se lo puede perder, además de eso, yo aproveché mis vacaciones para viajar por Asia y conocer cómo se relacionan y su forma de pensar.

Y a nivel profesional, para lo que me ha servido es para darme cuenta del talento que hay en España y de la calidad de nuestros profesionales, de que al final parece que no lo hacemos tan mal como nos creemos a pesar de que nuestros recursos puedan ser un poco más limitados.

También he visto enfermedades que aquí no se ven y técnicas que aún no se han desarrollado aquí en España, y he tenido la suerte de gestionar un volumen de pacientes mucho mayor que los que se manejan aquí, ha sido como un curso intensivo tremendamente productivo.

En general, ¿qué ha sido lo mejor y lo peor de esta experiencia?

Lo mejor son las personas: desde el abuelito chino que va por la calle y no te entiende pero se esfuerza por ayudarte, pacientes que te dan las gracias con una sonrisa cariñosa hasta los compañeros que tampoco hablan inglés pero te ayudan a lo que necesites. Y, por supuesto, mis amigos de Shanghai que van a quedar para siempre aunque estén en la otra parte del mundo. Esto te sirve para darte cuenta de que hay seres humanos que son excepcionales en todos los sitios.

Y lo peor, que al principio el proceso de adaptación es complicado: el hecho de estar pendiente del mapa para no perderme, acostumbrar a su comida, a beber agua caliente, sus reglas y horarios…vivir en China no es nada fácil al principio, no solo por el idioma, sino porque es una cultura completamente diferente

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