Los biobancos, mediadores para el avance del conocimiento científico

La Red Nacional de Biobancos acoge más de medio centenar de centros en los que se custodian colecciones de muestras biológicas para la investigación.

El informe también revela que casi un 62 % de los presupuestos no se acabó utilizando en 2016
21 octubre 2017 | 00:00 h
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La investigación biomédica en España ha experimentado un importante desarrollo en la última década, tanto en cantidad como en calidad. De hecho, se sitúa ya como la novena potencia mundial en producción científica. En este sentido, la cooperación científica es fundamental, y es lo que persigue la Red Nacional de Biobancos. Esta plataforma es una iniciativa del Instituto de Salud Carlos III. A grandes rasgos, esta red acoge más de medio centenar de establecimientos sin ánimo lucro en los que se custodian colecciones de muestras biológicas concebidas para fines de investigación biomédica y con información asociada relevante.

En la actualidad, la Red Nacional de Biobancos está formada por 63 instituciones distribuidas en 15 comunidades. De estas 63 instituciones, 52 de ellas se corresponden con biobancos de carácter hospitalario del Sistema Nacional de Salud y los otros once centros asociados se dividen entre hospitales privados, redes de biobancos territoriales, bancos nacionales y otras instituciones con actividad de biobanco.

Cualquier muestra puede ser donada: oncológicas (banco de tumores), muestras del sistema nerviosos (bancos de cerebros), poblaciones que recogen derivados de ácidos nucléicos, muestras sólidas de patologías variadas, serotecas y plasmotecas y colecciones diagnósticas

En cuanto a las muestras que integran esta red, destacan por su variedad y complejidad. Cualquier muestra puede ser donada: oncológicas (banco de tumores), muestras del sistema nerviosos (bancos de cerebros), poblaciones que recogen derivados de ácidos nucléicos, muestras sólidas de patologías variadas, serotecas y plasmotecas y colecciones diagnósticas. Eso sí, normalmente dependen del enfoque den centro. Por ejemplo, en el biobanco del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), dirigido de modo específico a la investigación en cáncer, se recogerán de modo prioritario muestras de procesos oncológicos o relacionados, ya sean tejidos (congelados, frescos o fijados), sangre periférica, médula ósea, otros tejidos o fluidos corporales (orina, saliva, uñas, pelo, etc.) o sus derivados (DNA o RNA).

En cualquier caso, estas muestras (y los datos asociados a ellas) son un elemento clave para el avance del conocimiento científico, que en el campo de la medicina tiene como objetivo primordial ayudar a mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los enfermos.

La función del biobanco en este contexto es la de ponerlas a disposición de los investigadores y ofrecer garantías de confidencialidad y de buen uso de las muestras, respetando criterios éticos y legales. En este sentido, el Real Decreto 1716/2011, que regula los aspectos legales de los biobancos, establece que “la cesión de datos de carácter personal a terceros ajenos a la actuación médico‐asistencial o a una investigación biomédica, requerirá el consentimiento expreso y escrito del interesado.”

De hecho, las donaciones serán usadas únicamente en proyectos de investigación aprobados por un comité de ética y un comité científico, que velarán porque se respeten los derechos del donante y para que los objetivos de la investigación propuesta sean éticamente adecuados y científicamente relevantes.

Estas muestras (y los datos asociados a ellas) son un elemento clave para el avance del conocimiento científico, que en el campo de la medicina tiene como objetivo primordial ayudar a mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los enfermos

TIEMPO DE CONSERVACIÓN DE LAS MUESTRAS

Por otro lado, hay que tener en cuenta el periodo de tiempo que puede conservarse una muestra, pero para ello es necesario distinguir la finalidad para la que se donó. La prioridad siempre la tendrá el almacenamiento para fines asistenciales, independientemente de dónde se conserve la muestra. Para dichos fines, existe un periodo mínimo de conservación obligatoria, tanto de los datos como de las muestras, que es variable según las regulaciones autonómicas, aunque por seguridad jurídica se recomiendan 15 años.  

En el caso de la investigación con células y tejidos destinados a su aplicación en el ser humano, los datos para garantizar la trazabilidad deben conservarse durante al menos 30 años.   En caso de muestras destinadas exclusivamente a fines de investigación, se conservarán únicamente en tanto sean necesarias para los fines que justificaron su recogida. Por tanto, si se trata de muestras para un proyecto concreto, por definición limitado en el tiempo, las muestras y los datos deberán ser destruidos a la finalización del mismo. El almacenamiento en colecciones o biobancos podría ser indefinido. En cualquier caso, el sujeto fuente mantendrá su derecho a revocar el consentimiento en cualquier momento, con lo que la muestra tendría que ser destruida de inmediato. 

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