La resistencia cero a los antibióticos no va a lograrse y la humanidad no es consciente del peligro

Si no disponemos de fármacos eficaces ya no estaremos hablando sólo de un problema de curación, sino también de prevención que hará que trasplantes de órganos, tratamientos como quimioterapia o intervenciones quirúrgicas sencillas dejen de ser seguras.

Profesional sanitario sosteniendo antibióticos (Foto. Pexels)

La resistencia a los antibióticos se erige en la actualidad como una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel global, la seguridad alimentaria y para el desarrollo. Hablamos de un problema que puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad y el país en el que resida. La resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno natural, aunque en las últimas décadas se ha visto potenciado por el creciente uso indebido que se hace de estos tanto en seres humanos como animales, lo que está acelerando el proceso.

La misión principal de los antibióticos es prevenir y tratar las infecciones bacterianas. Las resistencias (son generadas por las bacterias y no por los humanos o los animales) se producen cuando estas experimentan mutaciones en respuesta al uso de estos medicamentos. La aparición de las bacterias farmacorresistentes da lugar a infecciones que son más difíciles de tratar y que ponen en riesgo no solo décadas de progreso médico, sino también millones de vidas. Cada vez es mayor el número de infecciones, como neumonía, tuberculosis, salmonelosis o gonorrea, cuyo tratamiento se está complicando debido a la progresiva pérdida de la eficacia de los antibióticos.

De acuerdo con los datos publicados por MSD con motivo de la celebración de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de Antibióticos (noviembre de 2022), las bacterias resistentes a los antibióticos provocan más de 1,2 millones de muertes en todo el mundo. De estas alrededor de 133.000 se registran en Europa y unas 4.000 sólo en España. La ONU ya ha alertado de que, en caso de que no adoptar medidas urgentes el mundo podría tener que hacer frente a cerca de 10 millones de muertes como consecuencia de la resistencia a los antibióticos para el año 2050.

HAY QUE FRENAR EL USO INDEBIDO DE ANTIBIÓTICOS

La OMS denuncia que allí donde los antibióticos pueden adquirirse sin necesidad de ser recetados por un profesional médico, bien sea para su uso en humanos o veterinario, aumentan las tasas de aparición y propagación de la farmacorresistencia. “Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales”, asevera la OMS.

La OMS publicaba a principios de diciembre de 2022 los resultados de un estudio desarrollado en 87 países con datos relativos a 2020. Este revelaba que las infecciones bacterianas comunes son cada vez más resistentes a los tratamientos. Más del 60% de los aislamientos de Neisseria gonorrea, enfermedad de transmisión sexual común, muestran resistencia a uno de los antibacterianos orales más utilizados: la ciprofloxacina. Más del 20% de los aislamientos de E. coli, patógeno más común en las infecciones del tracto urinario, fueron resistentes tanto a los medicamentos de primera línea (ampicilina y cotrimoxazol) como a los tratamientos de segunda línea (fluoroquinolonas).

Cada vez es mayor el número de infecciones, como neumonía, tuberculosis, salmonelosis o gonorrea, cuyo tratamiento se está complicando debido a la progresiva pérdida de la eficacia de los antibióticos

Razón por la que es de vital importancia que se cambie urgentemente la forma de prescribir y utilizar los antibióticos. “Aunque se desarrollen nuevos medicamentos, si no se modifican comportamientos actuales, la resistencia a los antibióticos seguirá representando una grave amenaza. Los cambios de comportamiento también deben incluir medidas destinadas a reducir la propagación de las infecciones, a través de la vacunación, el lavado de las manos, la seguridad en las relaciones sexuales y una buena higiene alimentaria”.

La falta de innovación es otro de los grandes problemas en la lucha contra la resistencia a los antibióticos. Cierto es que algunos antibióticos nuevos se encuentran en fase de desarrollo, pero no se prevé que ninguno de ellos vaya a resultar eficaz contra las más formas más peligrosas de algunas de las bacterias resistentes que están surgiendo.

¿CÓMO PODEMOS AFRONTAR EL PROBLEMA?

“La sociedad no es consciente del problema que supone la resistencia a los antibióticos, como tampoco no lo era del cambio climático. Nos encontramos en un punto en el que la resistencia cero no va a lograrse por lo que la clave reside en el diseño de nuevos antibióticos”, exponía en el referido encuentro de MSD Jordi Vila Estapé, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Clínic de Barcelona.

La OMS recomienda que, a nivel poblacional, se tomen los antibióticos únicamente cuando estos sean prescitos por un profesional sanitario certificado. En los casos en los que se uso esté indicado debe cumplirse con la pauta emitida tanto a la hora de tomarlos como a la de desecharlos ya que si no de depositan en los puntos adecuados contribuimos a la aparición de bacterias resistentes a través del medio ambiente.

“Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales”

El lavado frecuente de manos, preparar los alimentos cumpliendo con los estándares de calidad e higiene, evitar el contacto cercano con enfermos, adoptar medidas de protección en las relaciones sexuales y cumplir con los programas de vacunación son requisitos imprescindibles.

Desde el punto de vista de los planificadores de las políticas se deben poner en práctica planes nacionales de acción para hacer frente a la resistencia a los antibióticos, mejorar la vigilancia de las infecciones resistentes y reglamentar y/p fomentar el uso y la eliminación apropiada de medicamentos de calidad garantizada.

En esta labor los profesionales de la salud desempeñan un papel clave. Se reitera la necesidad de prescribir y dispensar antibióticos sólo cuando sea necesario y de conformidad con las directrices que se encuentren en vigor. Es su función notificar las infecciones resistentes a los equipos de vigilancia e informar a los pacientes sobre cómo tomar los antibióticos y los peligros en los que incurren debido a un mal uso.

Nos enfrentamos a un prisma de compleja aristas por lo que el sector agrícola también tiene gran parte de responsabilidad. Únicamente debe administrar antibióticos a los animales bajo supervisión veterinaria. Nunca deben emplearse como estimuladores del crecimiento ni para prevenir enfermedades en animales que están sanos. La OMS recomienda además la vacunación de los animales para reducir la necesidad de utilizar antibióticos y emplear siempre alternativas a estos si es posible.

Es fundamental que se fomenten y apliquen buenas prácticas en todos los eslabones de la producción de alimentos  de origen animal y vegetal, así como reforzar la seguridad biológica de las granjas para prevenir infecciones mediante la mejora de la higiene y el bienestar de los animales.

La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 nos ha mostrado a todos la facilidad con la que la salud pública global puede verse en jaque. Dada la facilidad y la frecuencia con la que ahora se desplazan las personas la resistencia a los antibióticos es ya un problema de dimensiones mundiales que requiere una respuesta conjunta por parte de todos los países y actores. A medida que las infecciones no puedan ser tratadas por los antibióticos con los que contamos de primera línea, será necesario emplear fármacos más costosos, la mayor duración de la enfermedad y del tratamiento incrementarán los costes de la atención sanitaria y supondrán cargas cada vez más inasumibles para las familias y sociedades. Siempre en detrimento de las naciones con menos recursos.

La resistencia a los antibióticos está socavando décadas de logros en el campo de la medicina moderna. Si no disponemos de fármacos eficaces ya no estaremos hablando sólo de un problema de curación, sino también de prevención que hará que los trasplantes de órganos, tratamientos como la quimioterapia o las intervenciones quirúrgicas más sencillas dejen de ser seguras. 

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