Incentivos e I+D, herramientas para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos

Los antimicrobianos se han convertido en una revolución en la medicina moderna aumentando la esperanza de vida en 23 años, favoreciendo a uno de cada cinco pacientes con cáncer y añadiendo un plus de seguridad a los procesos médicos como las cirugías

Pildoras y virus (Foto: Freepik)
Pildoras y virus (Foto: Freepik)
José Iborra
23 agosto 2023 | 13:00 h

La seguridad sanitaria se ha convertido en una prioridad fundamental a lo largo de los años. Se encarga de luchar contra todo tipo de enfermedades, con el objetivo marcado de aumentar la esperanza de vida y disminuir la mortalidad. Para lograrlo ha sido fundamental identificar las principales amenazas a la salud pública para estar preparados y dar una respuesta eficaz frente a los inconvenientes que puedan llegar y los que ya están presentes en la sociedad actual, a través de promover el desarrollo de nuevas medidas que favorezcan la constante lucha contra las enfermedades.

La Unión Europea (UE), por medio de su organización de Preparación y Respuesta a Emergencias Sanitarias (HERA por sus siglas en ingles), ha dejado claro que la resistencia a los antimicrobianos se encuentra entre las amenazas prioritarias de salud. En este contexto, el organismo europeo ha llevado a cabo medidas para salvaguardar la salud pública. De esta manera ha señalado el peligro que conlleva la resistencia a los antimicrobianos, siendo esta una de las tres principales amenazas prioritarias para la salud, junto con los patógenos con alto potencial pandémico, químicos, biológicos, radiológicos y las amenazas nucleares.

La falta de nuevos antibióticos y la creciente resistencia a los medicamentos existentes plantean un desafío crítico

Esta resistencia se produce cuando, ya sean bacterias, parásitos, hongos o virus, evolucionan dejando así de responder a los medicamentos, a las terapias y tratamientos. Esta situación aumenta la dificultad para tratar numerosas afecciones, aumentando el riesgo, ya no solo de enfermedades graves y muerte, sino de la propagación de enfermedades. Estos fármacos pueden diferenciarse en cuatro tipos: antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios.

Según los datos de la OMS, cada año casi medio millón de personas, alrededor de unas 480.000, presentan farmacorresistencia, lo que ha empezado a complicar la lucha contra enfermedades como el VIH y la malaria. Por otro lado, en Europa se calcula que hay 35.000 fallecimientos anuales causados por la resistencia a los antimicrobianos.

Los fármacos antimicrobianos, sin ningún atisbo de duda, han revolucionado la medicina moderna favoreciendo un aumento en la esperanza de vida humana en 23 años, favoreciendo a uno de cada cinco pacientes con cáncer y añadiendo un plus de seguridad a los procesos médicos como la cirugía y el trasplante de órganos. Sin embargo, la falta de nuevos antibióticos y la creciente resistencia a los medicamentos existentes plantean un desafío urgente.

Según los datos del último informe publicado por la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (Efpia), se calcula que se tienen que invertir 1.500 millones de euros anualmente en gastos de atención médica y en pérdidas de productividad. Siendo esta una tendencia en alza, se prevé que aumenten los días que un paciente tiene que permanecer en un hospital por culpa de esta resistencia. Los datos estiman 569 millones de días adicionales de hospital para el año 2050.

A su vez, la industraise enfrenta a una ciencia compleja y arriesgada, ya que el desarrollo clínico de antimicrobianos plantea desafíos con múltiples aspectos que incluyen reclutar pacientes suficientes, abordar estrictos requisitos regulatorios, hacer frente a las complejidades de los entornos de infección y gestionar la aparición de resistencias. Por otro lado, hay una tendencia a la falta de incentivos financieros suficientes para la I+D y la comercialización de antimicrobianos, lo que se ha convertido en una barrera crítica que obstaculiza el desarrollo de nuevos medicamentos muy necesarios.

Hay una tendencia a la falta de incentivos financieros suficientes para la I+D y la comercialización de antimicrobianos, lo que se ha convertido en una barrera crítica que obstaculiza el desarrollo de nuevos

Por tanto, desde la Epfia reclaman apoyar el desarrollo de nuevos incentivos para reactivar la cartera de antimicrobianos. Para ello se debe impulsar la I+D de nuevos antimicrobianos desde las primeras etapas de la ciencia básica hasta los ensayos clínicos. También recompensar los nuevos antimicrobianos que hayan demostrado con éxito su viabilidad científica y su relevancia para el mercado, creando de esta manera un mercado sostenible que respalde el acceso de los pacientes.

Un enfoque prometedor es el uso de bono de exclusividad transferible (TEV), que otorgan a las empresas la oportunidad de ampliar la exclusividad en el mercado a cambio de la entrega de nuevos antimicrobianos. Si este incentivo se diseña de forma adecuada, se podrá abordar la necesidad de un mercado sostenible y el acceso de los pacientes a tratamientos efectivos. Además, estos son implementables a nivel europeo y replicable a nivel mundial, beneficiando a empresas de todos los tamaños.

En definitiva, garantizar la seguridad sanitaria y tener a nuestra disposición contramedidas médicas efectivas se ha convertido en un desafío global que requiere colaboración y acción inmediata. La identificación de amenazas y la implementación de soluciones innovadoras, como los TEV, son pasos cruciales hacia un futuro más seguro y saludable para todos.

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