Big Data zombi

Jefe de las Unidades del Dolor del Hospital Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud.

Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Hace miles de años, las herramientas líticas que empleaban nuestros antepasados conformaban la tecnología de aquel momento. Lo mismo que hace unas centurias lo eran un astrolabio y una brújula, y hace sólo unas décadas un microscopio electrónico y un radiotelescopio empezaban a escribir un futuro prometedor al que finalmente hoy estamos dando forma nanotecnológica con mayor o menor destreza.

Según el diccionario, tecnología es el "Conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos empleados en un determinado campo o sector". Y hoy no entenderíamos determinadas disciplinas sin la presencia explícita e intrínseca de la tecnología como medio indispensable para el estudio y análisis de cuanto tiene que ver con nuestra salud.

Cierto que el progreso es directamente proporcional a los recursos económicos alrededor de los cuales circunda todo lo restante: escuelas, medios técnicos, profesionales sanitarios, centros asistenciales, laboratorios, investigadores, comunicaciones y transportes …y su ausencia dibuja un panorama desolador para quien no disfruta de tales recursos en un entorno cercano de más/menos 10kms.

La maquinaria avanza a pasos agigantados y las diferencias se hacen colosales

Parece que hablo de países en vías de desarrollo (eufemismo que oculta la realidad palmaria del tercermundismo) pero es la misma imagen que ofrece nuestro entorno rural más cercano, carente en centenares de kms de muchas de esas infraestructuras y por tanto dependiente del mundo urbano. Y, pese a las aparentes precariedades, mejor abastecidos que los anteriores.

Ya hemos elucubrado desde esta espléndida tribuna sobre las contradicciones de la globalización y sus efectos perversos, pero la maquinaria avanza a pasos agigantados y las diferencias se hacen colosales. Mientras ustedes leen este artículo expertos analizan el genoma humano para desentrañar misterios aún por concretar del cuerpo humano y su funcionamiento.

En lo que han pestañeado billones de inputs matemáticos u operaciones sistemáticas permiten hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problemas y que por abreviar llaman algoritmos...están tratando de secuenciar nuestra cotidianidad para que vivamos mejor, ellos para vender más y nosotros para consumir mejor.

Hoy día parecemos esclavos del Big data, del análisis multifactorial, de la inteligencia artificial, del avance imparable de Internet, de las tecnologías sin contacto, de los códigos QR, de la biometría, de las criptomonedas... somos y actuamos como zombis tecno-ilógicos, porque no todas tienen buenos fines ni mucho menos racionales.

Conviene saber a dónde nos dirigimos y seleccionar bien con quién compartiremos la travesía

La neofilia u obsesión por tener lo más nuevo nos lleva a una cierta conducta paranoica y si bien es verdad que todo se vuelve obsoleto cada vez con mayor anticipación, tampoco está de más volver atrás para saber de dónde se viene...como sucede con algunos procedimientos ancestrales que apenas han variado y merecen ser conservados (r.c.p., maniobra de Heimlich, pasear…)

Estaría bien construir un futuro óptimo, equilibrado, sostenible, justo, igualitario, ecológico, limpio... pero a todo ese ritmo ciber creativo le acompaña la autodestrucción por medio de la intervención de la mano humana contaminadora, que lleva décadas eludiendo los efectos de su devastadora e inconsecuente acción depredadora...y hoy asistimos impertérritos al cambio climático que dejará esto hecho un erial.

El progreso podría ser como un viaje, que arranca, avanza y llega a su objetivo. Pero también existe el riesgo de colisión frontal. Por eso conviene saber a dónde nos dirigimos y seleccionar bien con quién compartiremos la travesía, por aquello de no aparecer muy lejos de nuestro anhelado y adecuado destino, rodeados de ciborgs despidiendo rayos-C que brillen en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser…

Algún día nuestra memoria genética surcará el espacio, curvo y plegado, a velocidad luz, buscando un futuro prometedor. Mientras, toca paciencia e innovación.

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