Carlos Rus y su obsesivo afán de protagonismo

Editorial ConSalud

La pandemia de la Covid-19 está sacando lo mejor y lo peor de cada uno. A lo largo del año que llevamos de sufrimiento con esta pesadilla hemos visto como los profesionales de la salud, cuerpos y fuerzas de la seguridad del estado, Unidad Militar de Emergencias y un ejército de voluntarios, entre otros, se han volcado, incluso a costa de poner en riesgo sus propias vidas, en luchar contra esta terrible plaga que está azotando a toda la humanidad. Todos ellos lo siguen haciendo desde el anonimato, con la única motivación de salvar el mayor número de vidas posible y contribuir a que la sociedad pueda volver cuanto antes a una situación de normalidad.

En este aspecto, la sanidad privada ha desempeñado un papel fundamental y modélico en toda la pandemia, poniendo a disposición de la sociedad y de las autoridades sanitarias, todos los medios a su alcance. En la primera ola, que fue la mas dura hasta la fecha, todos los hospitales y centros sanitarios privados de nuestro país dedicaron, sin excepción, todos sus recursos a luchar contra la Covid-19 sin importar las compensaciones posteriores que iban a recibir de las autoridades sanitarias; lo primero era salvar vidas.

La sanidad privada ha desempeñado un papel fundamental y modélico en toda la pandemia

Como es lógico, y al igual que ha sucedido con otros sectores, la sanidad privada necesita ayudas para seguir desarrollando su actividad y compensar, en la medida de lo posible, los recursos propios que ha destinado al servicio de la sociedad durante la pandemia. Aquí es donde entra en juego la patronal, en representación de todos sus asociados, para conseguir alcanzar los acuerdos necesarios que satisfagan a ambas partes.

Pero Carlos Rus, presidente de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), que simboliza la representación de los intereses de la sanidad privada en nuestro país, ha estado más pendiente de su protagonismo personal que de conseguir acuerdos con las administraciones sanitarias por los servicios prestado durante la pandemia. No ha escatimado esfuerzos para aparecer ante los medios de comunicación como la “estrella” de la sanidad privada, pero a la hora de la verdad no ha conseguido cerrar ningún acuerdo con ninguna comunidad autónoma, excepto con Andalucía (que según él han llegado a un acuerdo, aunque no se sepan los términos de este), ni con el Ministerio de Sanidad, que en su visita lo único que consiguió fue la foto con el ministro Salvador Illa, que seguramente era lo que iba buscando.

El obsesivo afán de protagonismo de Rus, que en ocasiones llega a ser casi enfermizo, ha hecho que se centrara más en mandar mensajes a los responsables sanitarios, a través de las notas de prensa y comunicados emitidos por ASPE a los medios de comunicación, que en plantear un modelo marco serio de negociación que sirva de base para alcanzar acuerdos con las comunidades autónomas.

El acuerdo de la sanidad privada de Madrid es un claro ejemplo de querer hacer las cosas bien desde la sombra, sin mensajes subliminares

En su comunicado enviado el pasado 28 de enero instaba a las comunidades autónomas a no perder más tiempo para alcanzar acuerdos estables de colaboración. En el escrito figuraba textualmente “la Alianza de la Sanidad Privada Española se ha ofrecido en numerosas ocasiones y sus asociaciones territoriales han acordado en el día de ayer sendos marcos estables de colaboración en las regiones de Andalucía y Madrid, con el fin de hacer frente a la crisis sanitaria y la diversa presión asistencial que sufren cada uno de estos territorios”. Un éxito que se atribuye el propio Carlos Rus y que es falso ya que el acuerdo alcanzado en Madrid ha sido fruto de las conversaciones y negociaciones llevadas a cabo entre el Gobierno Regional de Madrid, representado por su Consejero de Sanidad, Enrique Ruíz Escudero y la Asociación de Centros y Empresas de Hospitalización Privada de Madrid (ACHPM), representado por su presidente, Isidro Díaz de Bustamante. En este acuerdo, ni ASPE ni Carlos Rus han movido un solo dedo para alcanzar la negociación, pero no ha dudado en atribuirse el éxito de esta. Es muy propio de personas mediocres atribuirse los éxitos que son de otros.

El acuerdo de la sanidad privada de Madrid es un claro ejemplo de querer hacer las cosas bien desde la sombra, sin mensajes subliminares, ni aspavientos, ni subterfugios, simplemente desde la sinceridad y con la decisión de alcanzar acuerdos. Y se ha conseguido. La capacidad de dialogo, una cierta humildad, nada de soberbia, con buen talante, con argumentos sólidos, sinceros, y con buena “química” con sus interlocutores ha hecho posible que la ACHPM haya firmado un acuerdo marco calificado por la propia Consejería de Sanidad y por toda la sanidad privada de Madrid como histórico, que ha recibido innumerables felicitaciones, satisfaciendo a ambas partes y lo más importante, que beneficia a los pacientes madrileños. Un modelo de colaboración que con toda seguridad servirá de marco para que otras comunidades autónomas lo sigan y cuando esto ocurra, seguro que el afán de protagonismo de Rus le conducirá nuevamente a atribuirse los éxitos cosechados por otros.

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