Desinformación

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, en su artículo 19, “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Como buena declaración, solo es un desiderátum, un anhelo o aspiración de buenismo con el que orientarse, pero no hay mandato, ni obligación de cumplimiento. Quien quiere lo acata y quien quiere se lo pasa por el arco de sus caprichos. A mi juicio la información es una necesidad social, filosófica si lo prefieren, para nada biológica, como respirar, comer, beber, dormir…Pero tan importante es recibir todos los flujos anteriores en excelente condición, como evitar la intoxicación con sucedáneos en mal estado.

Para todas las personas de bien la información es un derecho, algo recto, justo, equilibrado, riguroso, y todo lo que se salga de ese orden, de esa proporción, de esa armonía, fomentando la desinformación, la tergiversación o directamente la falsedad, incurriría en una parcialidad manifiesta, en una desigualdad, en definitiva, en una injusticia.

Hasta hace relativamente poco los corresponsales de guerra, esos periodistas aguerridos y un tanto mitificados por el público lector a lo largo de los conflictos bélicos, nos trasladaban lo más fidedignamente posible el relato de los trágicos acontecimientos que presenciaban en primera persona. Sus palabras escribían la Historia que hoy estudian nuestros hijos/nietos.

"Por desgracia hoy vivimos una etapa privada de certezas, de verificaciones, de rigores, que fomenten un análisis exacto y preciso"

Por desgracia hoy vivimos una etapa privada de certezas, de verificaciones, de rigores, que fomenten un análisis exacto y preciso. Se cercena el derecho con que arrancaba al inicio a fin de ocultar la realidad, opacarla con insidias, bulos, confusiones, falsos soportes audiovisuales que no transmiten información sino emoción, material mucho más fácil de manipular y sesgar. Y para colmo, como propaladoras de los mismos, aprovechan las redes sociales.

Un simple cambio de contexto o de perspectiva puede trastocar un relato intencionado a un público determinado. Un hecho en sí, dirigido a una audiencia podría resultar diferente si quien recibe el contenido es otro. Las crónicas de eventos deportivos cambian según los medios que las relatan generando nuevas realidades, consolidando afinidades. El gol de Maradona ¿fue por la mano de Dios o un timo?

Ya conocen quienes me siguen, que hago un uso discrecional de las redes a fin de compartir mis conocimientos y experiencias en el ámbito de la salud, pretendiendo aportar mi humilde granito de arena y si es posible un poco de luz en medio de la penumbra. Bien empleadas son muy útiles y muchos las defendemos desde esa intención, pero también hay detractores que las denostan, estén en manos blancas o sucias. Los algoritmos no tienen ideología ni intención, pero las estadísticas pueden trufar la propaganda para hacerla aceptable.

"Los algoritmos no tienen ideología ni intención, pero las estadísticas pueden trufar la propaganda para hacerla aceptable"

Sería como si los profesionales de la salud diagnosticaran a favor de corriente (de poder o de dinero) y no con el ánimo de mejorar la salud de sus congéneres. Hace falta un ejercicio de revisión ética en todos los oficios. Así jueces, legisladores, epidemiólogos, meteorólogos, etc., deberíamos comprometernos más en el bien común.

Tanto en lides políticas, deportivas, económicas, como en las que se dirimen en el campo de Marte, el control de la información, en cantidad, dirección, intención, etc., suele decantar el triunfo. Cuando se impide el acceso de verificadores, para confirmar o desmentir al 100%, todo se basa en el poder de convicción, carisma o liderazgo de quien lo cuenta, de la fuente autorizada. Da igual verdad o mentira. No hay rectificación, ni contrastación, todo se basa en opiniones preconcebidas, en prejuicios, pisoteando los hechos objetivos. Todo es oscuridad.

Bien saben a qué situaciones vigentes me estaba refiriendo y espero no tener que reincidir en ello porque se imponga la cordura, la sensatez, y el orden mundial vuelva a su cauce. Pero mucho me temo que esto sólo es una entelequia, un sueño imposible como el que cantaba el gran José Sacristán en el musical de “El hombre de la Mancha”. Vivimos una pesadilla de la que no acabamos de despertar y solo recibimos mensajes a ráfagas, cargados de pasión y ahítos de ardor, pero desprovistos de precisión y colmados de manipulación.

"Lamentablemente el mundo de la ciencia, de la salud en concreto, se ha visto salpicado por esta perversa y malévola instrumentación de la realidad con la publicación de falsos trabajos avalados por presuntos expertos que, a cambio de suculentos pecunios, firmaban falaces conclusiones que solo generaban confusión y caos"

Lamentablemente el mundo de la ciencia, de la salud en concreto, se ha visto salpicado por esta perversa y malévola instrumentación de la realidad con la publicación de falsos trabajos avalados por presuntos expertos que, a cambio de suculentos pecunios, firmaban falaces conclusiones que solo generaban confusión y caos, cuando lo que se espera es progreso y clarividencia, haciendo perder un tiempo que para algunos…es limitado.

Surge en todo momento la pregunta de quién vigila al vigilante y conmina de forma perentoria a un estado constante donde nada quede al albur de uno, dos o tres, sino que todos vigilemos y no demos nada por sentado, porque gentes avispadas nos la pueden pegar con queso y si no andamos despiertos, los descuideros harán su agosto.

Recapacitemos, pensemos antes de soltar la primera ocurrencia, respondamos con inteligencia y espíritu crítico, no reaccionemos con vehemencia, contrastemos lo que leemos, vemos u oímos, porque “errare humanumest”, pero mentir implica intención de engaño, dolo, alevosía y maldad, y todo lo malo, es nocivo para la salud. La desinformación también.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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