Distraídos

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Solemos considerar estas fechas como entrañables para acondicionarlas a nuestros hábitos consumistas, completamente desproporcionados y desaforados respecto a los del resto del año, en que actuamos con más mesura.Quizá por eso tiramos la casa por la ventana, pero no estaría de más recordar que hasta un 25% de los alimentos navideños se desaprovechan.

Por grave que resulte el dato, no quiero distraerles del objeto de esta tribuna, que busca centrar la mirada quincenalmente en algún asunto que considero de interés. Y es que precisamente en estas fechas solemos girar la vista hacia menesteres escasamente relevantes en las principales secciones informativas de los medios de comunicación, salvo en las de curiosidades, distrayendo nuestra atención de lo significativo.

"Hay sectores especialmente abonados, como la sanidad o la educación, de fácil discusión en los que enfangarse o pelearse en el barro de la confrontación vacua, inútil y poco productiva"

Les traigo a colación la palabra trampantojo que, según el diccionario, es “la ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona, haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve”. Suele ser un recurso muy manido por parte de ciertas administraciones públicas, de ciertos intereses empresariales, de ciertos medios de comunicación... En definitiva, de entes que buscan despistarnos con el fin de que miremos hacia otro lado respecto a lo realmente importante.

Hay sectores especialmente abonados, como la sanidad o la educación, de fácil discusión en los que enfangarse o pelearse en el barro de la confrontación vacua, inútil y poco productiva que solo persigue descuidarnos sobre temas de más calado.

Bla, bla, bla

También es verdad que el cerebro humano tiende a rellenar las carencias con información generadora de incertidumbre, y el efecto halo es una muestra paradigmática: generalizar una opinión desde impresiones puntuales. Nuestro imaginario queda atrapado en la primera impresión y, si la añagaza funciona,nos obliga a liberarnos mediante la prudencia.

No discuto que a veces sea precisa la discreción mejor que el alboroto colectivo, pero tratar a la ciudadanía como necia e incapaz de entender cuanto sucede, francamente, me parece que roza la desconsideración.

La luz y los taquígrafos son prueba de la transparencia que demanda todo asunto de interés colectivo, la res pública, ya sea en un estado, en una región, en una localidad, en un club deportivo, en un centro sanitario, en un colegio, etcétera.

"Tratar a la ciudadanía como necia e incapaz de entender cuanto sucede, francamente, me parece que roza la desconsideración"

Todos recordamos a los voceros que en los mercados populares gritaban sus productos para llamar la atención, momento que aprovechaban los carteristas para “hacer su agosto”. Cuando escucho a ciertos portavoces de cualquier índole erguirse y levantar el tono pienso que me están sustrayendo algo propio o que simplemente me tratan como un infeliz para colármela por otro lado.

No parece temerario poner en cuestión la oportunidad de ciertos debates superfluos, que opacano retrasan el acceso a la información relevante sobre materias en las que tal vez no quieran que participemos. Pero es que nuestra opinión cuenta, como demuestra el calor que alcanzan ciertas conversaciones en las redes sociales donde no hay más barrera que nuestra propia discreción.

Por eso mi recomendación es no saltar a la arena reaccionando inmediata e irracionalmente, en caliente, sino buscando los porqués que puedan existir entre bambalinas. Después de todo, es mejor consejero el sosiego que la ira. No se dejen engañar: casi todo es lo que parece ¡Felices fiestas!

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