La nueva Sanidad madrileña

Editorial ConSalud

El pasado lunes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sorprendía a propios y extraños al designar a Fátima Matute como la nueva Consejera de Sanidad, una figura hasta ahora desconocida en el ámbito de la política sanitaria. La elección de Matute, ajena a las predicciones y listas de favoritos, abre un nuevo capítulo en la gestión sanitaria madrileña y genera expectativas en torno a los retos que el sistema de salud de la Comunidad de Madrid debe afrontar en los próximos años.

Matute, cuyo nombre no figuraba en ninguna de las quinielas, representa una apuesta valiente por parte de Ayuso, al introducir nuevos actores en el escenario sanitario madrileño, máxime cuando la propia presidenta no conocía personalmente a la candidata y se dejó aconsejar por sus colaboradores más cercanos, como Miguel Ángel Rodriguez, su jefe de Gabinete.

Pero Matute no estará sola en la creación del nuevo proyecto sanitario madrileño, todo parece indicar que su mano derecha será el actual director general del Proceso Integrado de Salud, Juan José Fernández Ramos, que pasará a ser su viceconsejero. “Juancho”, como se le conoce en el sector, es un profesional con una larga trayectoria en gestión sanitaria y que sin duda dará un soporte valiosísimo a la nueva Consejera.

Todo parece indicar que su mano derecha será el actual director general del Proceso Integrado de Salud, Juan José Fernández Ramos, que pasará a ser su viceconsejero

Vital para Matute será demostrar que podrá liderar la Consejería de Sanidad con eficacia y desarrollar políticas que beneficien a los madrileños. Entre sus desafíos más inmediatos está la mejora de la atención primaria, la disminución de las listas de espera, la retención del personal sanitario, así como potenciar la libre elección de centro sanitario, entre otros.

Al final, el tiempo y las acciones de Matute determinarán si esta decisión, aunque inesperada, lleva a la Comunidad de Madrid a un horizonte prometedor en términos de salud y bienestar para todos sus ciudadanos. Aunque lo más normal en estos casos es dar un margen de confianza a la recién nombrada para que construya y desarrolle su proyecto, ya se han oído las primeras críticas a su persona y a su equipo, sin apenas haber tomado posesión del cargo. Seguramente son los mismos de siempre que intentan “incendiar “ con comentarios, filtraciones a la prensa, whatsapp, etc., con el fin de desprestigiar y desestabilizar la Consejería de Sanidad de Madrid.

Según ha podido saber ConSalud.es, uno de los nombres que figura en los corrillos de la Consejería como de los más críticos con este nombramiento es el del diputado de la Asamblea de Madrid por el Partido Popular y Portavoz de la Comisión de Sanidad, Eduardo Raboso.

El eterno consejero de sanidad que nunca fue nombrado

Raboso es el perpetuo candidato -él mismo se ha postulado en todas las legislaturas – a ocupar el cargo de Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y que, por una u otra razón, no ha logrado alcanzar ese puesto en ninguna ocasión. Su ansia por asumir este rol contrasta con la decisión firme de la presidenta Díaz Ayuso de no incluirlo en su equipo, lo que le ha generado una cierta frustración.

Desde su posición como destacado profesional de la medicina, Raboso ha mostrado una notable pasión por la salud y la mejora del sistema sanitario madrileño. No obstante, la pasión y la ambición no siempre son sinónimos de competencia. Para ser Consejero/a de Sanidad se requiere más que un deseo ferviente, se necesita visión, liderazgo y capacidad para afrontar las inevitables crisis que surgen en un sector tan volátil, además de saber afrontar y responder a las críticas de la oposición y de los medios de comunicación con elegancia, frialdad, buen talante y buena argumentación, cualidades que no son las más destacadas en la personalidad de Eduardo Raboso.

El hecho de que Ayuso haya evitado nombrar a Raboso en repetidas ocasiones es un reflejo de sus dudas acerca de su capacidad para manejar una carga de tal magnitud

Ya en la segunda legislatura de Diaz Ayuso, Raboso manifestó nuevamente su interés por ocupar la cartera de sanidad y no dudó en desprestigiar al anterior consejero, Enrique Ruíz Escudero, que ni siquiera iba en las listas del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. Con muy buen criterio, Diaz Ayuso le ratificó en el cargo de Consejero a Escudero, que demostró con creces su valía en la gestión de la pandemia de COVID 19. Esto le supuso que Ruíz Escudero fuera de número dos en las listas de las siguientes elecciones autonómicas.

El hecho de que Ayuso haya evitado nombrar a Raboso en repetidas ocasiones es un reflejo de sus dudas acerca de su capacidad para manejar una carga de tal magnitud. Más allá de las diferencias ideológicas o políticas, uno tiene que preguntarse si el verdadero motivo detrás de estas decisiones está relacionado con la habilidad de Raboso para manejar una cartera tan importante como la de Sanidad en la Comunidad de Madrid.

El tiempo nos dirá si Diaz Ayuso ha acertado o no con el nombramiento de Fátima Matute, lo que si parece muy claro es que la presidenta ha vuelto a acertar al no nombrar Consejero a Eduardo Raboso

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