Recomendación/Obligación

Jefe de las Unidades del Dolor del Hospital Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

“Se consigue más con una pistola y una palabra amable, que con una simple palabra amable”. Esta sentencia y nunca mejor dicho, está extraída de la película “Los intocables de Elliot Ness”, dramatización de la carrera de un policía ejemplar que se enfrentó a la mafia criminal del mismísimo Al Capone en los años 20´s, tiempos del plomo y ley seca en Chicago, y la pronunciaba un exagerado y un tanto grotesco Robert de Niro en el papel del sanguinario mafioso.

Quizá por entonces sólo servía la ley del más fuerte y mejor armado, herencia del salvaje oeste norteamericano mezclado con ciertas dosis genéticas sicilianas, cargadas de odio y resentimiento tribal, lo que daba como resultado una mezcla explosiva y cruel que dejó no pocas muertes por el camino con tal de imponer el criterio y la potestad de una banda o, mejor dicho, de un jefe sobre el resto, en italiano “il capo di tutti capi”. Por suerte eran otros tiempos.

Hoy recurrimos al consenso, a la discusión, al debate. Ya hablamos de esto hace meses y no volveré mis pasos sobre ello, pero sí sobre la importancia de la aplicación de un buen tratamiento tras un mejor diagnóstico. Los profesionales sanitarios solemos apelar a los eufemismos, conceptos amables para una mejor convicción y que, por lo general, suelen dar buen resultado.

Es el caso de las recomendaciones, también comprensibles como sugerencias, invitaciones, frente al más grueso y tosco de obligaciones, que suelen interpretarse como imposiciones o incluso como castigo, cuando lo único que varía es el tono, el gesto, las palabras empleadas, si bien casi todo el mundo interpreta los primeros como estimulantes y los segundos, como lacerantes.

"Las mascarillas recomiendo que sigan empleándose como medida disuasoria durante algún tiempo extra pese a levantarse las prohibiciones en interiores a partir del 19 de abril. Vds tendrán plena libertad de decisión"

De alguna manera todos somos versos sueltos dentro de la gran oda de la confusión global, y cada uno interpretamos las cosas de forma “sui generis”, o a nuestro hispánico modo, pero hallamos puntos de encuentro y logramos alcanzar consensos sobre lo bueno, lo malo, lo recomendable, lo necesario y lo adecuado y categóricamente obligatorio. Parece que quedan pocas rendijas, pero haberlas, haylas.

Durante 24 meses dejamos las medias tintas, aparcamos el buenismo, las normas de cortesía y galante educación y nos impusieron por decreto la robustez, la rigidez, el imperio de la ley, el estado de alerta, el autoconfinamiento, las mascarillas, la distancia de seguridad, el gel hidroalcohólico, los guantes, las alfombrillas desinfectantes… En fin, límites físicos y sociales.

Aparcamos familia, amigos y compañeros de trabajo, y casi nos dejamos parte de nuestro equilibrio mental por el camino, aunque más triste fue perder a quienes se quedaron en el camino, que no resistieron el envite y hoy nos protegen desde el más allá, entre tierra y cielo, o bajo el firme y resistente suelo, pero que no volverán, como las umbrosas golondrinas de Bécquer.

La ley es la ley, y con ella la norma, y cuantos preceptos impongan las autoridades son de obligado cumplimiento. La flexibilidad de una sugerencia sería vista e interpretada con laxitud y probablemente sería incumplida. Por ello es necesario el imperio de la ley y sus herramientas y con vigilantes que las empleen como garantes de las mismas. Si no, estaríamos en unas permanentes Sodoma y Gomorra.

En cambio, en los territorios donde reina la concordia, la disciplina, las buenas maneras y formas, basta la sugerencia como incitación para que nadie se sienta violentado ni ultrajado en sus derechos y cumpla las indicaciones públicas y privadas con alegría y normalidad, sin el desacato y la violencia que despiertan las imposiciones.

"La mayoría de los pacientes aceptan de buen grado las sugerencias que proceden del conocimiento y la experiencia del personal sanitario y por suerte la mayoría no lo discute porque buscan la opinión experta"

Cuando éramos pequeños nuestros padres y maestros nos obligaban a hacer esto o aquello “por nuestro bien”. Ejercían la potestad y la autoridad, lo mismo que hacen las administraciones con la ciudadanía. Sin embargo, todo exceso ha de sancionarse por quien tenga a su vez la capacidad de juzgar y hacer cumplir lo juzgado y lo contrario para quien no cumple lo reglamentado, que recibe sanción o castigo.

Los pacientes acuden a nuestras consultas buscan alivio, calma, curación y mientras algunos parecerían dispuestos a subirse al potro de tortura con tal de sanar por mor de la obligación, otros, la mayoría aceptan de buen grado las sugerencias que proceden del conocimiento y la experiencia del personal sanitario y por suerte la mayoría no lo discute porque buscan la opinión experta.

Poco a poco las normas estrictas de hace más de 700 días se van disolviendo como terrones de azúcar en té o café caliente, lo cual no implica ni la desaparición completa de la pandemia ni la evaporación del riesgo de contagio, pero al menos sus efectos van diseminándose.

A estas alturas ya no entraré en disputas dialécticas con antivacunas, sencillamente siento lástima, pero las mascarillas recomiendo que sigan empleándose como medida disuasoria durante algún tiempo extra pese a levantarse las prohibiciones en interiores a partir del 19 de abril. Vds tendrán plena libertad de decisión.

Particularmente siempre apuesto más por la empatía que por el palo y tentetieso, porque en este caso doy fe de que se consigue más con una palabra amable que con una mirada adusta, porque los pacientes no quieren bronca, sino orientación en la mejor dirección y sentido para recuperar la salud.

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